La historia es circular. Guillermo Marconi es abogado, dirigente de un gremio de árbitros y ex funcionario del ministro Jorge Triaca durante el gobierno de Carlos Menem. Ayer dijo que estudiaba la posibilidad de suspender los partidos de fútbol si continuaba repitiéndose en las canchas el cantito insultante que se puso de moda contra el presidente de la Nación, Mauricio Macri. Su idea, que explicó “estamos analizando si se encuadra dentro de un acto de discriminación…” surtió un efecto amplificador que incluso cayó mal en la Casa Rosada. La interpretación sería que reforzó la dimensión de un problema que ya se había salido de cauce. Lo que está claro es que el Sindicato de Arbitros Deportivos de la República Argentina (Sadra) que lidera el ex juez no puede tomar ninguna medida contra lo que sucede en los estadios si no tiene la autorización de la AFA. Lo admitió él mismo horas después: “Nosotros hicimos una consulta vinculante. Ibamos a aceptar lo que nos dijera la AFA. Y nos comunicaron que no se pueden suspender partidos por cánticos contra la investidura presidencial”, le reconoció a La Nación.
El gesto del ex secretario de Trabajo menemista, que llegó al cargo en la década del 90 con la bendición de Luis Barrionuevo, tiene la apariencia de cierto oportunismo político. Su iniciativa dijo que la analizaba por “si se encuadra dentro de un acto de discriminación”. Marconi fue un importante colaborador de Triaca, el padre del actual ministro de Trabajo en un gobierno de perfil tan neoliberal como el actual. A Menem se lo vincula a menudo con Macri por sus semejanzas políticas y también por su perfil de alta exposición en el deporte. Pero existen dos diferencias claras entre ambos: el riojano nunca presidió a un club de fútbol como sí lo hizo Macri en Boca (entre 1995 y 2007) y tampoco recibió el rechazo popular expresado en forma de cantito como pasa ahora.
A Marconi no se le hubiera ocurrido estudiar la posibilidad de suspender los partidos en la década del 90 –era árbitro en actividad–, sencillamente porque Menem no sufría la misma ola de repudios en las canchas que el presidente llegado al gobierno en diciembre de 2015. El hecho, sin precedentes –a no ser que nos remontemos al “se va a acabar la dictadura militar” de los años 80– ha derivado en este berenjenal que Marconi sugirió silenciar con la suspensión de los partidos.
Mientras se tornan cada vez más virales los videos con el pegadizo “Mauricio Macri la p… que te parió”, se conoció el primer antecedente de un cantito parecido. Un espectador lo filmó el 23 de mayo del año pasado en los momentos previos a un partido por la Copa Argentina. Jugaban Talleres de Córdoba y Defensores de Belgrano en el estadio de Atlético Rafaela. Un grupo de hinchas del club porteño entonó el “Votaste a Macri la puta que te parió…” a modo de reproche electoral. Se sabe: la alianza Cambiemos sacó en Córdoba una ventaja tan considerable en las urnas que fue determinante para su triunfo a nivel nacional. Superó el 60 por ciento de los votos en la capital provincial.
Aquel cantito no se replicaría porque se trató de una manifestación aislada, dedicada al presidente de modo indirecto. La imagen de Macri todavía no había caído como ocurriría después de la votación de la reforma previsional, la represión en el Congreso, la inflación descontrolada y la repetición de los tarifazos sin anestesia. Nueve meses después, el malhumor social subió como los precios. Por el ascensor, mientras los salarios lo hacen por la escalera (Perón dixit). Los insultos son ahora una consecuencia de la tensa situación socioeconómica. Es muy probable que comenzaran a expresarse con un disparador futbolero, pero su repetición sistemática –adentro y afuera de las canchas– ya no puede ser atribuida a un penal mal cobrado o a un gol ilícito a favor de Boca, el equipo del presidente.
Todo empezó aquella noche en Boedo, cuando empataron San Lorenzo y Boca 1 a 1. El público local voceó el “Mauricio Macri la p…” multiplicado por miles de gargantas. El cantito saltó del fútbol al básquetbol cuatro días más tarde, pero no cambiaría de hinchada. Lo repitió la de San Lorenzo en un partido contra Regatas Corrientes por la Supercopa en el estadio de Obras Sanitarias. El efecto contagio se transmitió a un porcentaje mayoritario de la gente de River en un 2 a 2 contra Godoy Cruz de Mendoza. Los fallos arbitrales de Jorge Baliño encresparon los ánimos en el estadio Monumental que quedó transformado en una caja de resonancia del hit contra Macri. También se había expresado de modo similar un grupo de hinchas de All Boys. Y los insultos al presidente continuaron en las canchas de Huracán, Independiente, Chacarita, Gimnasia, Lanús y ya tantas, que el relevamiento se tornaría impreciso.
La sensación de que el repudio a Macri se tornaba más masivo, quedó ratificada cuando los partidos de fútbol perdieron la exclusividad del cantito. Primero se escuchó en un andén del subte D cuando una formación no arrancaba. Después en un recital de Dancing Mood en el Centro Cultural Konex y en otro de Guasones en Groove. Y su explicitación política más contundente fue el 21 de febrero en el cruce de las avenidas 9 de Julio y Belgrano. Sucedió en la marcha que cerró Hugo Moyano ante centenares de miles de personas. Sus interlocutores eran camioneros, empleados públicos, militantes de organizaciones sociales y políticas, hombres y mujeres de a pie sin filiación partidaria. El dirigente sindical los cortó con un “dejen, no hace falta”, cuando el “Mauricio Macri la p… que te parió” comenzaba a crecer como una ola. En orden cronológico era la quinta vez que ocurría este rechazo hecho cantito a las políticas presidenciales.
La sola mención de que el ex árbitro y dirigente sindical del Sadra estaba dispuesto a actuar contra la polémica manifestación popular que se repite día tras día, llevó a la AFA a tomar posición. Una fuente del área de prensa en la casa del fútbol le dijo a PáginaI12: “El gremio no puede tomar ninguna medida como suspender un partido sin nuestra autorización”. El razonamiento llevó al mismo informante hacia el pasado, cuando recordó cómo a Julio Grondona lo insultaban todos los fines de semana. Igual que a otros dirigentes, como a muchísimos futbolistas y ni que hablar de los árbitros como Marconi, quien sufrió los agravios de cuerpo presente cuando dirigía.
Su iniciativa estaba condenada al fracaso porque las palabras que contiene el cantito no ingresan en la tipificación de la ley antidiscriminatoria (ver aparte). “Sólo queríamos saber qué podían hacer los árbitros ante estas circunstancias” explicó el hombre que fundó el SADRA en 1988, un gremio que debutó en su vida sindical con una medida contra otra organización hermana: la Asociación Argentina de árbitros (AAA). La misma que en un antiguo documento recordó a su patronal la AFA y al sindicato del ex funcionario, con la descripción que sigue: “Aprovechó el reclamo y recurrió al SADRA, flamante gremio del interior, y a su interlocutor, Marconi, para romper la huelga”.