“Últimamente todo es divertido, raro y comprometido”, asegura Luca Bocci en una terraza del barrio de Palermo. El artista mendocino está de incógnito en Buenos Aires, resolviendo trámites burocráticos relacionados con el registro de sus canciones y con su participación en el inminente Lollapalooza local. Es que lo que inicialmente fue un tierno deseo mancebo, en tiempo récord se transformó en una realidad que por momentos lo desborda. Lo evidencian sus ojos, a punto de apagarse en cualquier instante. “Forma parte del crecimiento. Esos desbordes te hacen plantearte si lo que estás haciendo es lo correcto o si lo hacés porque es consecuencia de la rueda del negocio de la música. Pero después pienso que es sólo el comienzo, recupero la calma y entiendo que esto no puede excederme porque para seguir creciendo tengo que estar en mi eje. Se volvieron rutinarias muchas de las cosas que antes me daban placer, debido a que ahora esto es un trabajo. Aunque disfruto poder crecer a nivel humano. Vivo de la música: el sueño de mi vida.”
Junto con Usted Señálemelo y Perras on the Beach, Luca Bocci compone la Santísima Trinidad de la segunda progenie del Manso Indie, rótulo con el que se le conoce al indie mendocino, la escena que desató una revolución inédita en medio siglo de rock argentino. No sólo porque sus artífices decidieron llevarla adelante en la capital cuyana, desafiando la legitimación porteña, sino también por su carácter contemporáneo, su discurso generacional y su sonido global, potenciado por el condimento idiosincrático del lugar.
El próximo 4 de abril se cumplirá el primer aniversario de la exposición de esa asonada en el ciclo IndieFuertes, donde desembarcaron la terna de la que es parte el hijo del folklorista Tilín Orozco, la banda liderada por Simón Poxyran y Las Cosas Que Pasan. Si bien Luca integró la troupe de cuyanos que tocó esa noche en el Lado A de Niceto Club, fue como invitado. Y con un perfil muy bajo, considerando que unos días antes, el 28 de marzo, había lanzado su debut solista: Ahora, uno de los mejores discos nacionales de 2017.
“No hay que dejar que te gane el ego”, expedita Bocci. “No me hubiera ido bien si no hubiese venido con Simón (Poxyran). Es otra puerta que se me abrió y lo agradezco. Al ver que hacía temas con el celular, y que le iba mejor que mí, me dije: ‘Ya está’. En él vi la frescura y el desinterés”, reconoce. Meses más tarde, en agosto, el artista de 22 años presentó formalmente en Buenos Aires su primer disco solista, en la sala Caras y Caretas de San Telmo, con dos funciones agotadas que erigieron el fenómeno que hoy gira en torno a su música. Y que puso nuevamente a prueba en febrero en su ciudad natal, en un Teatro Independencia también colmado y henchido de amor, que tuvo como invitado a su flamante amigo y admirador Emmanuel Horvilleur. “Fue una legitimación, tanto para mí como para la gente, de lo que vengo haciendo toda la vida. El Independencia fue el cierre de un ciclo porque pronto se cumple un año de la salida del disco. Lo que me sorprende y da la pauta del ritmo en el que funciona el mundo hoy. Internet altera y hace todo súper rápido, global y, en algún punto, descartable.”
Antes de su participación en el festival creado por Perry Farrell, al que paradójicamente ingresó el año pasado colándose por no tener dinero para pagar la entrada, Luca Bocci debutó recientemente en el Cosquín Rock, donde se convirtió en revelación del festival cordobés (Perras on the Beach se llevó el cetro en 2017). “Cosquín fue un desafío porque no había tocado con mi banda, The Golden Papets –el cuarteto que lo acompaña pasará a ser quinteto a partir del Lollapalooza–, en un festival de esa magnitud”, explica este joven icono que ya probó su internacionalización en México, Chile y Ecuador, y recibió propuestas para actuar en Italia. “Me dio mucha seguridad estar con mis hermanos mendocinos ahí porque siempre nos damos una mano entre todos. Éramos un equipo re grande y estábamos todos dispuestos a ayudar. Y dadas las condiciones de esos eventos, es un privilegio que sólo tuvimos nosotros. Existe una amistad y un amor que trascienden el trabajo y que es muy fuerte. Soy parte de un grupo humano muy groso”.
Desde que lo lanzaste, Ahora fue encontrando su dimensión y significado. Aunque en los shows en vivo no dejaste de reinventar sus canciones, ¿te aburriste de tocarlo?
–A nivel musical, estoy aburrido. Así que busco nuevos horizontes. Pero es cierto que las obras artísticas van cobrando peso en el tiempo y con los años, y creo que de tanto hablar del disco se generó un manto alrededor de él. Antes no me gustaba eso, y renegaba mucho, pero está bueno que pase.
De todos los discos publicados por las bandas del Manso Indie el año pasado, el tuyo sostiene una suerte de manifiesto de la Argentina sub-23, ¿coincidís con esa apreciación?
–En el Independencia vi en el público a familias y señoras que fueron solas. No tengo idea de cómo llegaron al disco. Lo mejor de Ahora es esa cosa generacional. Pero es un puente con un montón de cosas, porque los pibes lo comparten con los padres, y yo al hacerlo me inspiré en música que escuchan mis viejos. Es como una foto de una foto. Invoca un recuerdo. Cuando el disco llega hasta lugares tan remotos, te preguntás dónde está lo generacional.
En tus recitales te mostrás como un romántico, quizá el primero de esta nueva generación en la Argentina.
–Me siento cien por ciento romántico. Y los que somos así tenemos la utopía de vivir un poco en el pasado, en el futuro o en un estado aspiracional. Mucha gente te va a dar su punto de vista, y no siempre será positivo, sobre todo las personas con las que convivo. Cuando dije cosas o salía con mis delirios, nadie me creía. Lo hicieron luego de que lo demostrara. Pero ésa es la utopía de los románticos. Simón también lo es, en otra escala. Y me parece importante que eso no muera, por más cursi que suene. No podés dejar que te gane lo otro. Mi utopía actual es no seguir alimentando este personaje de Luca Bocci; me refiero a lo que la gente cree que soy. Aunque es lo que me da de comer.
¿Y en qué se diferencia el personaje de vos?
–Es un pibe que grabó un disco, y que es una especie de puente generacional. Es lo que siento que la gente quiere. En mis recitales, el tema que más se canta es Bahía. Y eso es raro. Si bien la hice para que fuera un hit y que todo el mundo la cante, ahora no me la banco. No la quiero tocar más. En mis recitales podría tocar todos los temas menos ése. La gente va a los shows sólo para escucharlo.
Es raro lo que decís porque muy pocos músicos consiguieron generar lo que vos desencadenaste con esa canción…
–Hay que hacer las paces con uno mismo y entender que las cosas son lo que son. Tampoco hay que volverse loco con eso. Si a la gente le gusta, estupendo. Mi desafío es hacer una canción que sea mejor y que opaque a Bahía.
Si “Bahía” o “Era de Piscis” ponen a llorar al público, entonces lo que estás cocinando debe ser más intenso.
–Las canciones de Ahora se escribieron desde el dolor. Por eso te hacen llorar. Yo era un chico muy dolido antes y esto fue mi cura. Por más alegres o pop que suenen, están cargados de un sentimiento súper melancólico y oscuro. Por eso es un disco medio traidor. Lo ponés en la mañana para estar re arriba y quizá terminás llorando. Es un trabajo que dice que estamos solos. Tiene eso medio doble cara. Me emociona que a la gente le emocione, y me gustaría ser fiel a las canciones. Siempre pensé que hay dos maneras de tocar una canción: interpretarla y vivirla. Y la mayoría de las veces uno interpreta, porque si la vivís te suicidás o te volvés loco.
A pesar de que ahora se enorgullece de haber alquilado un departamento en Mendoza gracias a su arte, Bocci grabó Ahora, álbum en el que convergen el pop, el soul, la música rioplatense, el indie, el chillwave y el hip hop, en la casa donde vivía. Un lugar austero que carecía de agua caliente, de Internet y de una cama cómoda. Y hasta llegó a ganarse la vida como músico en los bondis de su ciudad. Por lo que entiende muy bien qué son la escasez y la precariedad. Su historia se convirtió en una motivación para su público. “Ahí me doy cuenta del verdadero poder del arte, de la música y de la transformación”, reflexiona quien lleva tatuado en su pectoral izquierdo el durazno sangrando que dibujó Spinetta para su homónimo álbum. “No es joda que se te acerquen pibes chicos y te digan que no se suicidaron porque escucharon tu disco. No hablo de gente de 25 años sino de 14. Y te preguntás qué hacés con esto que tenés en las manos, dónde lo guardás. No lo puedo esconder, no lo puedo tirar. Lo debo sostener.”
Es una mochila muy pesada, ¿cómo lidiás con ella?
–Para hacer eso necesitás fortaleza, decisión, sinceridad y amor. Creo que por esa razón Kurt Cobain se mató, porque no podía con todo eso. Hay que cambiar la visión del éxito, de la fama, y empezar a ser más responsables. A veces no nos damos cuenta de lo que tenemos. Le das más atención a la efervescencia adolescente, joven y hedonista, y lo que importa es el contenido. En la medida que ignoremos esto, estaremos en el lado del enemigo.
Son pocas las canciones que dejan constancia del actual momento político y social de la Argentina, ¿qué opinás sobre ese desinterés?
–Pronto nos van a venir a dar con un palo y empezaremos a cantar de nuevo. Salvo nosotros, no salió nadie con una propuesta nueva. Es que el músico está cómodo y no tiene nada que lo incite a luchar. O al menos no lo demuestra. Me parece que Los Espíritus tienen un buen mensaje. Sin ser tan político panfletarios, hablan de cosas. Me parece que son la mejor banda del país.
Hay público al que no le gustás porque tus canciones le suenan a Fito Páez. Pero al mismo tiempo se está operando en la escena para que él escuche tu música y se arme un encuentro entre ambos. ¿Tenés ganas de conocerlo?
–Si me llegara a encontrar con él, le pasaría un par de discos más allá del mío. Escuché mucho su música en un momento de mi vida y me encantaría conocerlo porque lo admiro muchísimo, por más que sus últimos diez discos no me gustan. Los humanos tenemos nuestro punto de decadencia y está bueno que suceda. Está buena la vejez, arrugarse, perder el talento y no ser un dios sino una persona. No me preocupa lo que digan los demás el día que me invite a abrir un show o cuando me saque una foto con él. Lo que tengo para decir lo haré a través de los discos y de mi música.
¿De qué forma un punk como vos llegó a ser uno de los mayores redentores de la tradición del rock argentino en esta época?
–Punk Hammond fue mi primera banda. Me encantaba esa necesidad de rebeldía absurda. La armé a los 11 y duró hasta los 16. La cambié por Alicia, mi actual proyecto grupal (junto a Hojarasca), cuando empecé a escuchar a Spinetta, Dylan y Lennon. Todo ese mensaje me abrió la perspectiva. También me metí en la literatura y las corrientes de pensamiento. Sin embargo, a veces el rock o la política terminan siendo un disfraz. Podés ser el más rebelde y feminista, y sos el más facho. Por eso me gusta mucho Clics modernos, de Charly García, porque es pop y punk al mismo tiempo. No hay que perder la gracia, la ironía y el chiste.
¿Cuando le darás más bola a Alicia? Ahí mostrás tu faceta más virtuosa y progresiva.
–Cuando se calme toda esta fiebre de giras, porque venimos laburando un montón, saldrá el disco de Alicia. En el momento en el que aparezca, le haré la cruz a Luca Bocci. Me voy a arriesgar a perder un poco de público o a ganar. Todos los que me rodean me dicen que no lo haga, pero lo voy a hacer para llevarles la contra y para demostrar que hay mucho más de lo que la gente ve.
¿Cómo ves la escena mendocina para este año?
–Creo que es el de la consolidación. En 2017 salimos a la carga y este año es la flecha que dispara y clava. Se vienen nuevos nombres de Mendoza y esperamos poder hacer de puente con muchos que no tienen oportunidades. O esto queda acá, en un grupo de pibes que hicieron un par de recitales, tiene seguidores en Instagram y se juntan a fumar y escabiar. O termina en una verdadera revolución cultural. Hay que empezar por ahí ahora, y dejar el ego de lado.
¿Siempre vivís en un estado reflexivo?
–Es un poco tortuoso y denso, no solo para mí sino también para los que están a mi lado. No quieren que me ponga a hablar de ciertas cosas. La gente prefiere hacerse la pelotuda.
¿Y por qué no te hacés el pelotudo?
–Como soy un romántico y un tipo sensible, cada cosa de la que no me hago cargo me enferma. Prefiero estar muerto a traicionarme.
* Sábado 17 a las 14.40 en Alternative Stage de Lollapalooza Argentina 2018, Hipódromo de San Isidro.