A comienzos de cada año lectivo aparecen dos elementos del folclore: la disputa por salarios entre trabajadores y distintas instancias de gobierno, y los ránkings de universidades. Y mientras la voz gubernamental –desde que los maestros montaron la Carpa Blanca, hace casi 21 años, y siempre en busca de achicar los gastos– apela a la “vocación” y cuestiona en líneas generales a los docentes, se produce una continua privatización de la educación. Según datos oficiales, la privada creció muy por encima de la pública en los últimos 15 años, en todos los niveles: los últimos números sobre población universitaria del Ministerio de Educación nacional, de 2013, muestran que la matrícula estatal seguía cerca del 80 por ciento del total, pero había crecido siete veces menos que la privada en la última década.
Por su parte, los famosos ránkings dicen en qué lugar se posiciona cada universidad mezclando datos objetivos, como la cantidad de premios Nobel o citas a trabajos de investigación, con otros subjetivos como la reputación académica. El flamante QS 2018, que al rankear por materia o área discrimina entre universidades y facultades, porque no es igual cada universidad en cada rama académica, dice que la UBA es la mejor universidad argentina por varios cuerpos. La brecha entre ella y las demás continúa creciendo y es la más amplia registrada, al interior de cada país, en América latina.
El ranking QS existe desde 2004, al principio conjuntamente con el The Times –luego separados por diferencias metodológicas–, otro de los más reconocidos internacionalmente junto con los de las universidades de Shangai y de Taiwán. La consultora Quacquarelli Symonds, responsable de la elaboración, explica que tomó en cuenta la reputación académica, la opinión de los trabajadores de las universidades, las investigaciones y citas de las mismas, así como la productividad y el impacto de los trabajos de cada una.
Ben Sowter, director de la investigación, destacó que “la Universidad de Buenos Aires es cada vez más competitiva a nivel global” y, a la vez, alertó que “un país no puede ser sostenido con una sola universidad de peso, y nuestras investigaciones muestran que UBA deja muy por detrás al resto de las universidades argentinas”.
La UBA crece en casi todos los aspectos, llegando a estar entre las mejores 50 universidades en cuatro áreas: arte y diseño (18), lenguas modernas (24), antropología (38) y sociología (46). El ranking global QS 2017 había anticipado una mejoría, al establecer a la UBA en el puesto 75 a nivel general. Y entre las privadas solo aparece la Universidad de Palermo, en Diseño, en el puesto 26.
Los especialistas y estudios consultados explican que estos rankings son útiles para elegir dónde estudiar –atravesado por el decisivo factor socioeconómico de quién accede a qué–, pero advierten sobre su uso para las políticas educativas y dejan preguntas sobre el rol social de la educación: ¿investigación, productividad o enriquecimiento cultural?