Un archivo vivo que se monta y se desarma. Que surge de las movilizaciones y paros, de su registro, de su ensoñación. Las artistas son recolectoras de piezas, pero también productoras. Hacen obras para la marea, recogen luego lo que la marea arroja sobre las playas, lo ponen en serie, lo exponen, conjugan otros sentidos. Hacen canciones que pueden bailarse en la muestra y banderas que pueden ondear en las marchas.
Archivo que es del tiempo presente, por lo tanto mutante, móvil, infinito, precario. Como si los hechos, al mismo tiempo que se despliegan, provocaran el modo mismo en que quieren ser recordados o comprendidos. A la vez, las obras que integran la exposición, pueden ser descolgadas para volver a sumergirse en la marea callejera. No son contradictorias, más bien funcionan como pliegues. La remera en la calle y la remera en la sala son la misma, pero a la vez exhiben la ambivalencia de todo objeto. Fernanda Laguna y Cecilia Palmeiro construyeron una muestra que reflexiona sobre el movimiento, lo conmemora mientras se realiza, lo anticipa en sus rasgos más utópicos: Mareadas en la marea.
Escritoras y artistas, militantes del colectivo Ni una menos, activistas del feminismo popular y orgásmico, construyen lo performático en la calle y dan cuenta de esa performance política como arte. Saben, con lúcida precisión, que el cuerpo aparece en público como momento de un montaje, que hay un lazo secreto entre movilización y desfile, y que toda marcha un modo de aparecer y de mostrarse. Las movilizaciones feministas generaron motivos, ritmos, estéticas. Mareadas en la marea recoge esa novedad y la pone ante nuestros ojos, para resaltar su insurgencia y su belleza.
La primera vez que se montó Mareadas en la marea fue en una galería en la ciudad de Buenos Aires. Ahora está en exhibición en el conurbano, en el partido de Malvinas Argentinas, en el Multiespacio de la Universidad Nacional de General Sarmiento (durante marzo y abril). La muestra cambió. Porque pasó el tiempo, se multiplicaron los objetos, hubo nuevas banderas, pero también porque incorporó materiales del activismo de la zona, en especial del Frente de mujeres de la UNGS y del trenazo del 8 de marzo de 2017.
Decir la marea es decir que el feminismo dejó de ser una cuestión de pequeños grupos para ser dimensión transversal en toda lucha, núcleo de discusión epistemológica, terremoto en el lenguaje, corazón secreto de cada grito de autonomía. Mareadas en la marea registra a la vez la fuerza del acontecimiento colectivo y el modo en que se asume como vivencia existencial. Es invitación a más marchas, más obras, más revoluciones.