El cine Madre Cabrini, única sala local donde podían verse clásicos del cine mundial, cerrará sus puertas el próximo domingo. "Tomé una decisión personal, tengo 74 años y quiero disfrutar la vida. No tuve un fin de semana para salir a la noche a tomar algo con amigos", explicó el empresario Jorge De Biasi, quien terminó su último contrato de alquiler de la sala de avenida Pellegrini al 600, que venía siendo renovado desde 1983.
Si bien De Biasi confiesa que el proyecto lo absorbió gran parte de su vida, la coyuntura no estuvo exenta: "Hoy, la situación cinematográfica no es como en otros tiempos. La tecnología cambió la forma de ver cine. Los costos no son los mismos y con una entrada a 30 pesos no se puede hacer mucho". Sin embargo no quiere caer en la melancolía, y apuesta a que la domingo no sea una noche triste: "Me pidieron que pasara Cinema Paradiso, pero me negué".
Sobre el futuro de la sala, apunta: "La sala es del colegio, que renovaba el alquiler cada tres años, no sé quién lo alquilará, pero seguramente hagan otra cosa, porque se hacen congresos y actos muchas veces".
De Biasi -quien además es productor televisivo de su propio espacio Todo pasa, todo queda donde remeda desde series hasta programas de otras décadas- se mostró conforme con su desarrollo empresario: "Siento que hice mucho, tengo 60 años de cine, con 35 en Madre Cabrini, y desde 1970 a 1983 en el Arteón".
En rigor el Madre Cabrini siempre fue una propuesta no comercial, aunque algo de las distribuidoras se proyectaba. Sin embargo De Biasi recuerda: "Cuando vinieron los complejos de cine grandes, empezaron a poner trabas para que continúe proyectando algunas que ellos sacaban y después al tiempo los mismos distribuidores me dijeron que no les interesaba mi espacio como negocio".
En los últimos años, De Biasi exhibió películas clásicas y conciertos, además de ballets y óperas. "Fui conociendo sus gustos, quedando ese público cautivo y consecuente a las propuestas, retomando películas que ya no se volvían a ver en cine como las que se iban remasterizando, pudiendo así mostrar clásicos con mejor calidad", recordó.
Seguramente entre esos mismos fieles espectadores salió la idea de tratar de evitar el cierre, pero fue contundente su respuesta. "Muchos cuando se enteraron que cerraba buscaron convencerme de abrir en otro espacio, pero el problema no es el lugar, es una búsqueda de cambio de vida", aseguró. Los motivos son variados: "Conseguir en 2018 películas que tienen más de 70 años es un logro, creo haber cumplido una etapa".
El Madre Cabrini abrió sus puertas en 1967, con 400 butacas, con equipamiento traído desde Italia y linternas de proyección a lámpara. La administración de la sala en un principio estuvo a cargo de la comisión de padres de ese colegio religioso, que proyectaban películas con contenidos patrióticos y religiosos, pero que en 1970 decidieron concesionarla.
En 1983 se hizo cargo del Madre Cabrini. "Yo aposté a otra cosa, quería que la gente siguiera viniendo al cine. Cuando el público salía muchas veces me abrazaba y me felicitaba por lo que había visto. Por eso digo que creo haber hecho cosas por mucha gente. Y eso reconforta", dice con nostalgia.
De Biasi eligió varias joyas para bajar el telón en la sala: el sábado a las 16.15, Sangre y arena, con Tyron Powell y Rita Hayworth. A las 18.30 será el turno de Por siempre Ray Conniff y a las 20.30 La mentira infame con Aurdrey Hepburn y Shirley Temple. El domingo proyectará el concierto Romance de André Riu y cerrará con el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena.