Para Corina Fiorillo, la búsqueda del argumento teatral es una parte fundamental del proceso creativo en todas las puestas que dirige. Y en ese trabajo, el azar se confabula con sus inquietudes para hacerle descubrir los materiales que luego moldea con su mirada. Fue de esa manera que la reconocida directora accedió a parte de la obra del dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco y de ese encuentro nació su versión de Tebas Land, uno de los hallazgos teatrales de la temporada 2017, protagonizado por Gerardo Otero y Lautaro Perotti.
Pero el interés por su dramaturgia no se agotó ahí, porque Fiorillo eligió otra de las piezas en las que el autor vuelve a incursionar en la autoficción y que hoy subirá a escena: La ira de Narciso. Con formato de unipersonal, la historia gira en torno a la estadía del propio Blanco en Liubliana, ciudad a la cual es invitado para dictar una conferencia magistral sobre el mito de Narciso y en la que establece una relación con un joven esloveno. Una noche, de madrugada, el protagonista advierte una mancha de sangre en la alfombra de la habitación del hotel donde se aloja, y ese descubrimiento que lo perturba se convierte en el articulador y disparador de todo el relato.
“Queríamos volver a repetir la experiencia de Tebas Land, porque fue un trabajo extremadamente grato desde lo humano y desde lo creativo”, revela Fiorillo, quien volvió a convocar a Gerardo Otero para el nuevo proyecto, al que define como “mixtura de realidad, policial y mitología”. “Me parecía que era un desafío divino que Gerardo, que hace un trabajo actoral maravilloso en Tebas, pudiera enfrentar esta nueva experiencia que es bastante diferente. Tengo una gran admiración por él y me encantaba la idea de volver a transitar una obra juntos”.
Ganador de un Premio Ace como mejor Actor de Teatro Alternativo por Tebas Land, donde se puso en la piel de un parricida condenado, Otero se prepara para interpretar su primer unipersonal: “Cuando leí el texto, quería saber todo el tiempo qué iba a pasar, y que suceda eso en la lectura es bien interesante. A su vez, también pensaba cómo iba a hacerlo. Después, tuve plena confianza porque sabía que iba a apoyarme en Corina, que sabe guiar y esperar, y tiene mucha claridad y paciencia para bancar a un actor colapsando” (risas).
–¿Y cómo se prepara para esta primera experiencia de estar solo en escena?
Gerardo Otero: –Recuerdo que Luis Machín en la entrega de los Ace dijo: “Esta es la primera vez que hago un unipersonal y creo que va a ser la última” (risas). Encima, cuando lo escuché, yo ya sabía que iba a hacer esta obra. Esto es bien complejo, porque es algo totalmente nuevo. Es un desafío grande, pero hay todo un equipo apoyando, sosteniendo, y con el que estamos naufragando y buceando en este universo. En esta obra no tengo un compañero en escena, pero estoy descubriendo que el otro también es el público y que ahí está el interlocutor. Aun con toda la complejidad que tiene esta propuesta, estoy muy contento.
–En La ira de Narciso, el narrador cambia de identidad en distintas ocasiones. ¿De qué manera se trabaja desde la actuación esta complejidad del texto?
G. O.: –Fueron distintos procesos. Al comienzo se trabaja de forma intuitiva. Fuimos incorporando el texto, lo que este va contando, y recién al final pensamos si era necesario establecer diferencias y definir más el cómo se relataba y desde quién, para que el relato se pudiera comprender.
–Desde la dirección también debe implicar un desafío trasladar este texto de autoficción a la acción...
Corina Fiorillo: –En el mismo momento que leí las obras de Sergio Blanco, pensé en el elenco que tuve después, y eso me marcó un tipo de visualización de un trabajo creativo que, aunque no había empezado a hacerlo, ya tenía una impronta. Es como cuando un autor escribe para determinados actores y hay una voz interna. Cuando Gerardo no sabía que iba a estar en este proyecto, yo ya había pensado en convocarlo. Entonces, eso marca un punto de partida, con una voz, una coloratura y un lugar. Gerardo es increíblemente meticuloso para las acciones físicas y esta obra no puede hacerla cualquier actor porque es muy compleja para llevar adelante.
–A propósito, ¿cómo será la puesta?
C. F.: –Es de una gran dificultad, porque tiene mucha tecnología que maneja el actor y todo ese artificio está puesto en escena. Al mismo tiempo que actúa, Gerardo opera una consola de luces, una bandeja de vinilos y un micrófono, y va amplificando sonidos y proyectando imágenes.
–Sus últimas obras tienen en común elementos del género policial y del thriller. ¿Esto es producto de una elección?
C. F.: –Me tomo mucho tiempo para buscar material y de golpe se dan algunos azares que ponen determinados materiales en mis manos. Lo que busco siempre es que el espectador se encuentre con un trabajo honesto, eso es lo que me guía. Después, creo que la obra ya sabe cómo se va a contar en mí, y solo tengo que escucharla. Por eso soy paciente para poder escuchar al actor y a la obra. Creo, además, que la creación siempre está fuera de uno y que el teatro es un arte grupal.
* La ira de Narciso puede verse en Timbre 4, México 3554, con funciones los jueves y viernes, a las 20.30 / Tebas Land: Reestreno sábado 24 de marzo, con funciones los sábados a las 22.45 y los domingos a las 19.