El partido catalán, Candidatura de Unidad Popular (CUP), puso ayer a sus socios independentistas contra las cuerdas: los forzó a votar hoy una resolución para ratificar la declaración unilateral de independencia de octubre del año pasado. El apoyo de la CUP es imprescindible para formar un gobierno de mayoría independentista en Cataluña.

La organización socialista, con apenas 4 escaños, revolucionó la sesión plenaria que tendrá lugar en la cámara regional después de un mes de parálisis total, tras el aplazamiento de la investidura de Carles Puigdemont. Además, la CUP añadió incertidumbre al futuro político de Cataluña al expresar sus reticencias al acuerdo que ultiman Junts per Catalunya y Esquerra Republicana (ERC). Ambas son las fuerzas mayoritarias del independentismo y abogan para elegir presidente regional al activista preso Jordi Sánchez. 

La CUP había advertido que consideraba insuficiente la propuesta que Junts per Catalunya someterá votación para legitimar como presidente al destituido Carles Puigdemont. Por ello, presentó una enmienda para forzar al bloque independentista a ratificar también la proclamación de la República catalana del 27 de octubre pasado. La Mesa del parlamento –órgano directivo– admitió a trámite la propuesta, según informaron fuentes parlamentarias. 

El Ejecutivo central de Mariano Rajoy, que mantiene intervenida la norteña región, está en máxima alerta ante lo que pueda suceder en el Parlamento catalán, para evitar que se produzca un nuevo desafío a la unidad de España. Si bien en el pasado el parlamento catalán votó numerosas declaraciones políticas sobre la independencia de Cataluña, tras el fallido proceso de secesión del año pasado el Estado español se mostró implacable en lo que respecta a cualquier vulneración de la ley. 

“El Parlamento no está para restituir la legitimidad de nadie, por lo que, si hacen lo que tienen que hacer, nadie va a impugnar nada, pero si incumplen una norma o ejercen por encima de lo que tienen establecido, sí recurriremos e impugnaremos”, advirtió hoy el ministro de Justicia, Rafael Catalá, en declaraciones a Radio Nacional de España.

ERC dijo el martes que estaba cerca de cerrar un acuerdo con Junts per Catalunya para legitimar a Puigdemont, quien se encuentra en Bélgica prófugo de la Justicia, y a la vez formar un gobierno efectivo en Cataluña. Ese acuerdo, que inicialmente preveían cerrar antes del pleno, pasaría por la elección del presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sánchez, como jefe del gobierno regional. 

El caso es que Sánchez está en prisión preventiva a raíz del fallido proceso de secesión y para efectivizar su potencial investidura tendría que ser excarcelado. Pero al margen de la viabilidad o no de la investidura, el diputado de la CUP Carles Riera manifestó que el histórico activista no es la figura que su partido quiere para presidir el gobierno catalán, después de haber declarado ante la Justicia que no apoyaba la vía unilateral y que la declaración de independencia había sido simbólica. 

Riera dijo a Catalunya Radio que en las negociaciones no hablaron de nombres, pero que ellos verían favorablemente a un candidato que se comprometa a hacer República y no autonomía. Asimismo, se mostró muy crítico con las propuestas que llegaron a manos de la CUP por parte de ERC y Junts per Catalunya en el marco de las negociaciones para formar un gobierno y acabar con la parálisis en la que está instalada Cataluña. “Plantean un proceso constituyente como algo de medio pelo y, por otra parte, un programa de gobierno que se parece mucho más a una gestión autonómica de ‘pájaro en mano’ que a hacer República”, sostuvo Riera. 

Por otro lado, el vocero de la CUP no dudo en calificar como una propuesta de feria la resolución parlamentaria de Junts per Catalunya con la que se pretende restituir a Puigdemont. “Nosotros no hemos venido al Parlamento a restituir la autonomía”, subrayó. 

Los 4 escaños de la CUP son necesarios para sumar la mayoría independentista en el Parlamento catalán, de ahí que esta fuerza minoritaria tenga poder suficiente para decidir el rumbo que tomarán los acontecimientos en Cataluña. Si la CUP no está de acuerdo, los secesionistas no podrán tirar para adelante con sus planes. 

Paradógicamente, los anticapitalistas se han convertido en la salvaguarda del liberal Carles Puigdemont, quien sigue reivindicando su derecho a ser reelegido aunque abrió la puerta a dar un paso al costado. “No tengo vocación de símbolo”, dijo Puigdemont anoche al intervenir en un acto en Gante, Bélgica, organizado por la sección juvenil del partido liberal flamenco Open VLD. Puigdemont recordó que cuenta con los apoyos para recuperar el poder, pero que el problema es que si regresa a Cataluña será detenido. Por lo tanto, “si el parlamento decide no darme su confianza, acabaré con mi mandato”, aseguró el líder secesionista, mientras persiste la incógnita sobre qué hará la mayoría independentista, cada vez más dividida.