El ARA San Juan se hundió porque se le ordenó que zarpara sin que reuniera las mínimas condiciones de seguridad, según es posible deducir porque no hay información oficial suficiente. Y fue así porque durante los dos años de gobierno de Mauricio Macri no se hizo el mantenimiento que requería, porque la Armada no está en las prioridades de la política oficial. Por eso no hay información oficial. Abrir su discurso con un homenaje a los tripulantes fallecidos en una tragedia que trató de ocultar ostensiblemente en los medios porque tuvo gran responsabilidad, fue empezar con una falsedad. Si le preocupaba la vida de esos tripulantes, se tendría que haber preocupado antes por el estado del submarino.
El presidente empezó con un homenaje a los tripulantes del ARA San Juan y enseguida dijo que los salarios le habían ganado a la inflación o que había bajado la inflación. Son mentiras tangibles. Y las que son menos evidentes se aclaran por la obviedad de las demás. Y después dijo que “a lo que hay que temer es a las mentiras”. Y tiene razón, es a lo que más hay que temer en este caso.
Trató de esconder esas afirmaciones –cualquiera que lo escuchó puede constatar su falsedad- detrás de un festejo por el “crecimiento de la economía”, un crecimiento con pies de barro porque se basa en obra pública sostenida por un endeudamiento endiablado, cuando al mismo tiempo se achica la industria que crea empleo y se achican considerablemente el consumo y las exportaciones. Los cortesanos de Cambiemos salieron a hablar del crecimiento sostenible “por primera vez”.
Datos del Indec macrista, recopilados por el economista Mariano Kestelboim, indican que el crecimiento promedio en estos dos años de macrismo, un bajísimo 0,238 por ciento, es bastante menor que el promedio de los años de gobierno de Cristina Kirchner. El mismo economista señala que si el crecimiento seguía con la misma proyección que con el gobierno kirchnerista, la economía hubiera crecido al doble que con Macri. Se les pagó una fortuna a los fondos buitre con la excusa de que habría una lluvia de inversiones. Pero la inversión externa directa fue menor en estos dos primeros años de Macri que en los dos primeros años de la segunda presidencia de Cristina Kirchner. Es decir que efectivamente hubo un cambio: Argentina pagó lo que no debía y encima se redujeron las inversiones.
Esta realidad está más presente en las canchas de fútbol que en el informe anual del presidente Macri a la Nación. Aunque digan que el famoso cantito (MMLPQTP) de las canchas es un fenómeno puramente futbolístico, lo real es que Macri proviene de ese fenómeno. No sería político si el malestar por la inflación, los tarifazos y el saqueo a los jubilados tampoco lo fueran. El cantito es un síntoma de ese malestar sin programa, ni referente, ni propuesta. Pero es un síntoma de malestar.
Macri es consciente de ese malestar y lo demostró al blindar con más de dos mil efectivos las inmediaciones del Congreso para impedir cualquier expresión popular de protesta. Es consciente de ese malestar y de sus motivos, y sin embargo estuvieron ausentes en sus palabras. Habló incluso de que baja la desocupación, cuando todos saben que aumenta rápidamente. Dijo que respaldaba a los emprendedores, cuando desmantela el INTI. Habló de que los funcionarios de su gobierno tienen un alto estándar ético cuando ningún otro gobierno tuvo tantos funcionarios con cuentas en el exterior, que normalmente se utilizan para evadir impuestos y blanquear, y varios de ellos tienen denuncias por utilizar fondos públicos para negociados con empresas propias o dirigidas por sus testaferros.
Macri exaltó su propia “responsabilidad y amor con que he tomado esta tarea” y ha sido el presidente que se ha tomado más vacaciones en la historia. Y también se jactó de que su gobierno busca aumentar la calidad en la educación cuando baja los salarios a los maestros y cierra escuelas rurales. Acusó a los docentes de preocuparse por la educación “solamente en las paritarias”.
El cantito en las canchas surgió más o menos al mismo tiempo que las grandes movilizaciones de diciembre contra la reforma previsional, los anuncios de tarifazos y la movilización en la 9 de Julio. Nadie puede alegar casualidad. Más bien hay sincronía. Y es más creíble lo que dicen las canchas que lo que dijo Macri en el Congreso.