“El resultado de nuestra búsqueda no se parece en nada a la película”, asegura la actriz Muriel Santa Ana al referirse a la puesta de Las amargas lágrimas de Petra von Kant que, bajo la dirección de Leonor Manso se estrena hoy en la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín. Fue la misma actriz que hoy interpreta a la protagonista de la obra que Rainer Werner Fassbinder estrenó en cine en 1972, quien llevó la propuesta al Complejo Teatral de Buenos Aires: “fue un proyecto que partió de un impulso, de un deseo mío”, explica en la entrevista con PáginaI12 y subraya “ahora podría decirse que es un proyecto colectivo”.
Entre la actriz y la directora fueron completando el equipo de trabajo. “Somos todas mujeres”, adelanta. Así, Belén Blanco, Marita Ballesteros, Dolores Ocampo, Miriam Odorico y Victoria Gil Gaertner completan el elenco en tanto que las responsables del vestuario, las luces, la asistencia de movimiento, la escenografía y la música son, respectivamente, Renata Schussheim, Eli Sirlin, Roxana Grinstein, Graciela Galán y Carmen Baliero. “No buscamos a propósito que fueran todas mujeres; se dio así, pero tal vez no haya sido casualidad”, opina la actriz.
Fassbinder era un anti sistema, un “anti todo”, considera Santa Ana, “Y, como si supiera que iba a morir joven vivió con una intensidad que parecía estar siempre al límite, en busca de su identidad desde todo punto de vista”. Aunque asegura no ser una especialista en la obra del dramaturgo y cineasta muerto en 1982 a los 37 años, la actriz piensa que la biografía de Fassbinder gravita en gran medida en toda su obra y da un ejemplo: “Fue criado por su madre y su abuela, pienso que tal vez por eso los hombres están muy ausentes en su obra”. En la misma entrevista, Leonor Manso y Belén Blanco, advierten que, no obstante, hay muchas alusiones a los hombres que han sido importantes en la vida de las protagonistas, lo cual los hace “brillar por su ausencia”. En cuanto a sus características, la directora sintetiza: “Podríamos decir que todos ellos son o imprudentes o violentos”.
Obra escrita en tres actos, Las amargas lágrimas… tuvo en principio un formato teatral. Se dice que Fassbinder, quien por entonces tenía 27 años, realizó el guión cinematográfico en 12 horas, a bordo de un vuelo entre Los Angeles y Berlín. La película, interpretada por Margit Carstensen, en el rol de Petra, y Hanna Schygulla, como Karin, fue rodada en solamente 10 días. La acción transcurre en la ciudad de Bremen, en los 70, en un solo ámbito, la casa-estudio de la prestigiosa diseñadora de alta costura. Es allí donde Petra conoce a Karin, la joven de 23 años que se convertirá en su amante. Muda de principio a fin, Marlene, su ayudante, será la contracara de una relación obsesiva. Una amiga íntima, la madre y la hija de Petra son los otros testigos de las escenas de angustia y desesperación que siguen a un amor fracasado.
Las margas lágrimas… no es un texto muy representado en Buenos Aires. Santa Ana y Manso recuerdan que en 1985 Alicia Aller la protagonizó a las órdenes de Víctor García Peralta. Como nota de color, Santa Ana agrega que el papel de Karin lo interpretó Marita Ballesteros, quien asume en esta nueva puesta el rol de la madre de Petra, en tanto que. Roxana Grinstein, quien realizó aportes en el área de movimiento, interpretaba a Marlene, hoy a cargo de Miriam Odorico.
“El trabajo en esta puesta ha sido el de acompañar a la dirección desde la mirada de una coreógrafa”, cuenta la misma Grinstein, consultada por PáginaI12, “de modo que, al poner el foco en el cuerpo y su espacio se fue diseñando una partitura de movimientos y texturas, un lugar de juego para estos personajes”, explica, y recuerda: “En la versión estrenada en 1985 tuve el disfrute de encarnar a Marlene, así que volver a conectarme con este material desde otro lugar fue una gran emoción, así como también lo fue el reencuentro con Marita Ballesteros, con quien compartí el escenario en aquella oportunidad. Guardo un gran afecto por el personaje de Marlene, quien sólo tiene su cuerpo para expresarse. La importancia que este rol tuvo para mi radica no solamente en la carga dramática y en su belleza metafórica, sino también a nivel personal, ya que fue lo último que hice como intérprete para dedicarme luego a la creación coreográfica”, concluye Grinstein.
Durante la entrevista con este diario, Santa Ana y Blanco se preguntan, bromeando, cuál de los personajes que ellas interpretan es el preferido de la directora. “Los quiero a los dos por igual”, sentencia Manso y justifica: “Petra, que se muestra desde el principio como una niña exigida por una madre demandante, que nunca puede ser ella misma, realiza un aprendizaje enorme al comprender la diferencia entre amar y poseer a alguien, y Karin, que es la responsable de este cambio, es el personaje más moderno de la obra, el más abierto y menos prejuicioso”.
Desde esta perspectiva, la versión parece despegarse de las consideraciones que la crítica hizo en su momento respecto de los personajes de la película, en las que se destacaba la ambición e indiferencia de Karin ante el sufrimiento de Petra, un amor por conveniencia amén de cierta morosidad en el relato de las relaciones de dependencia y abuso que se establecen entre fuertes y débiles. Asimismo,en lo musical, la puesta de Manso no guarda semejanza alguna con la película. La directora pidió a Carmen Baliero que tomara “Desatino”, una composición de su autoría, para desarrollar el universo sonoro del montaje: “La obra y la puesta plantean un clima de encierro físico y mental”, describe Baliero, consultada por este diario y amplía: “la música reitera su melodía principal como obsesión temática intentando no expandirse más allá del escenario para apoyar esa idea de puesta para la cual aportaron tanto Leonor como Muriel y Belén”. La directora y las mismas actrices hablan acerca de sus impresiones sobre el trabajo conjunto.
–¿Qué pueden destacar sobre la teatralidad del texto?
Leonor Manso:–Creo que el texto es muy teatral y, sin lugar a dudas, muy bien construido.....
Belén Blanco:–El texto no es pomposo y me gusta la simpleza teatral que tiene, lo que nos ofrece la oportunidad de investigar en profundidad a nuestros personajes. Algo que se agradece mucho desde la actuación.
Muriel Santa Ana:–Tiene una artificialidad que encuentro muy teatral. En nuestra búsqueda está muy presente el juego de máscaras, un juego de caída de unas máscaras que hablan de lo que no se puede sostener de ningún modo.
–¿Cómo se accede al asunto de la obra?
L.M:–La obra comienza con Petra hablando con su madre por teléfono sobre una pesadilla que tuvo. Para nosotros la pesadilla comienza allí mismo, con un escenario cubierto por una alfombra blanca, un plano inclinado, tules. Todo remite al mundo del sueño. Es una obra de cámara en la que el espectador espía un sueño. Lo intolerable del dolor de la vida está expresado en forma tremendamente humana, visceral y teatral.
–¿Cómo describirían a la protagonista?
M.S.A.:–Petra es una empresaria exitosa que mantiene a su hija y a su madre con su trabajo. Piensa que lo importante es la educación, por eso envía a la hija al mejor internado. Se comporta de ese modo porque es propio de una aristócrata, si consideramos que el von de su apellido nos indica que es una mujer de alta alcurnia. Luego nos enteramos del costo que tuvo que pagar.
–¿Lo dice por la relación con su segundo marido?
M.S.A.:–Después de enviudar del primer marido, su gran amor, Petra tiene que hacer frente, sola, a la crianza de la hija. Con su segundo marido espera tener una relación libre pero para ser ella misma tiene que soportar abusos y humillaciones.
–Allí aparece el tema del derecho de la mujer al trabajo y al éxito…
M.S.A.:–En su lucha en contra del capitalismo patriarcal queda sin sostén y arrojada a un abismo, como le sucede a otros personajes de Fassbinder. Petra está muerta por dentro, es todo para afuera. No es casual que forme parte del mundo de la moda, que es frecuentemente visto como frívolo.
L.M.:–Lo que hace Fassbinder es mostrarnos el poder como algo que ejercemos sin darnos cuenta. Porque Petra, al imponerse a Karin, intenta reproducir el formato de su matrimonio. El amor es algo que prácticamente no circula en la obra.
B.B.:–Es muy interesante como se contraponen los personajes de Petra, tan atada a los mandatos que recibió y Karin, que experimenta una gran necesidad de libertad. Es muy intuitiva y cuenta con una inteligencia que no es intelectual.
L.M.:–Por eso digo que Karin es el personaje más moderno, de una gran actualidad: no tiene rigideces, todo lo toma con gran fluidez, inclusive su relación con Petra. Por eso le muestra otra perspectiva de la vida.
M.S.A.:–Finalmente, la liberación de Petra pasa por valorar a Karin.
–¿Se trata de una obra política?
L.M.:–Muy política, porque habla del poder y del sometimiento. Y sobre eso sabemos mucho.
M.S.A.:–La decadencia, el aburguesamiento y la mediocridad que Las amargas lágrimas… refleja sobre la realidad de la Alemania de los 70 le va muy bien a la Argentina de hoy, por la experiencia política que está atravesando.