El Mundial del ’42
“El Mundial de 1942 no figura en ningún libro de historia, pero se jugó en la Patagonia argentina sin sponsors ni periodistas, y en la final ocurrieron cosas tan extrañas como que se jugó sin descanso durante un día y una noche, los arcos y la pelota desaparecieron, y el temerario hijo de Butch Cassidy despojó a Italia de todos sus títulos. Mi tío Casimiro, que nunca había visto de cerca una pelota de fútbol, fue juez de línea en la final y años más tarde escribió unas memorias fantásticas, llenas de desaciertos históricos y de insanías ahora irremediables por falta de mejores testigos.”
Así comienza un delirante cuento del genial Osvaldo Soriano publicado en el libro Nuestros años felices, de Editorial Sudamericana en 1993, y reproducido por el diario Páginai12. La historia fascinó a Lorenzo Garzella y Filippo Macelloni, dos cineastas italianos, que tenían como antecedente el haber hecho documentales sobre Diego Maradona, Roberto Baggio y otros grandes cracks para La Gazzetta dello Sport, además de películas de contenido social sobre inmigración o explotación de menores en Asia.
El film que hicieron estos muchachos, muy bien trabajado, a mitad de camino entre el documental y la ficción, cuenta por ejemplo que la final, arruinada por un aluvión, terminó en realidad con triunfo de los mapuches sobre los alemanes. Incluye testimonios pretendidamente verosímiles de Víctor Hugo Morales, Jorge Valdano, Roberto Biaggio, el periodista Sergio Levinsky, y algunos habitantes de la Patagonia.
La película, que fue presentada en el Festival de Venecia en el 2012, alcanzó una gran notoriedad cuando fue comentada por una agencia internacional de noticias en estos términos: “El Mundial nunca fue reconocido oficialmente por la FIFA. Sacando a la luz esas imágenes, los autores de esta cinta pretenden que nunca más quede en el olvido ya no sólo la celebración de este torneo, sino tampoco el nombre de su vencedor, un combinado mapuche que consiguió recoger el trofeo instantes antes de que el agua arrasara con todo y ocultara su triunfo”, agrega el cable. Lo publicaron al día siguiente diarios de México, Perú, España y también de la Argentina, como Ambito Financiero. Algunos medios agregaron palabras y datos que dramatizaron la injusticia.
“Queríamos que la leyenda, la memoria y la fantasía se confundieran, que cada uno trazara sus propios límites, que experimentaran con la percepción”, dijo Garzella después de la presentación. Y explicó: “Mantuvimos hasta el final el lenguaje riguroso del documental y la primera parte es más que creíble, pero luego todo se hace un poco surrealista. Un árbitro que dispara, un arquero y un ejecutante que se juegan el amor de una mujer en un penal. Tan absurdo que, creíamos, no quedarían dudas. Pero encontramos mucha gente crédula, incluidos periodistas”.