Hace tres millones de años, en el Plioceno en la era cenozoica, la Tierra tenía un clima y ambiente similares al monte chaqueño actual. Reinaban los mamíferos y aves de gran tamaño. La rápida evolución de los primates produjo especies consideradas antepasados directos del Homo sapiens. En ese mundo vivían las promacrauchenias, una suerte de camellos con trompa que se alimentaban de hojas.
Tres millones de años después, el encargado del Museo Municipal de Miramar y su equipo encontraron restos de una de estas criaturas prehistóricas en las inmediaciones de Villa Golf de esa localidad. Debajo de los greens, apareció un hallazgo paleontológico como regalo de Navidad. Son vértebras, costillas, huesos largos y parte de un cráneo de uno de estos herbívoros ya extintos.
Es el primero de este tipo en la colección del Museo y gracias a que hallaron piezas como la pata delantera con falanges y carpos, los museólogos podrán determinar cómo caminaba, o si corría. Ese dato va a ser nuevo. Ya habían recuperado anteriormente distintos restos de macrauchenia, un ejemplar más moderno que la promacrauchenia. Y también más famoso, ya que una versión aparece en la saga de películas La Era de Hielo.
Sí se sabía ya cómo era la forma del cuerpo de la promacrauchenia. Este animal típico del pasado de América del Sur parecía una cruza entre camello y elefante: alcanzaba los 1,6 metros de altura y 2,5 de largo con un peso de unos 500 kilos. Su trompa corta tenía un uso similar a la del tapir actual, porque servía de labio prensil para recolectar comida y como herramienta de uso general.
Aunque la promacrauchenia comparte muchas adaptaciones morfológicas con los jiráfidos, no tiene relación alguna, porque su evolución fue paralela. Mariano Magnussen, del Museo de Miramar, explicó que del grupo de mamíferos “ungulados sudamericanos extintos” que poblaron América ya no existe ningún descendiente vivo.