Al menos un tercio del país, de Salta a Río Negro, ya está viviendo o se apresta a entrar de lleno en la temporada de la cosecha de la uva. Mendoza, la provincia más emblemática, celebró anoche el acto central de la Fiesta Nacional de la Vendimia, pero en todo el territorio andino se multiplican las actividades para incursionar en el mundo del vino. Aquí un viaje relámpago hasta el Noroeste, donde Salta y Tucumán también celebran la madurez de las uvas. 

TUCUMÁN Las Bodegas de la Ruta del Vino tucumana abrirán sus puertas a todos aquellos interesados en aprender las tareas del viticultor en la recolección de la vid. Los camino del vino en la pequeña provincia del norte se adentran en el paisaje que rodean los Valles Calchaquíes, custodios de la herencia precolombina y de los sabores heredados de los pueblos nativos bajo los erguidos brazos de los cardones como vigías de la inmensidad.

Dieciocho bodegas integran la Ruta del Vino y se suman a las iniciativas para recibir a los visitantes.  Algunas de ellas, como Las Arcas de Tolombón y Luna de Cuarzo, abrirán sus puertas para compartir una jornada de recolección y permitir que los amantes de Baco también conozcan los primeros pasos de las uvas antes de su conversión en vino.

En las fincas se aguarda el comienzo de la cosecha con pocos días de diferencia entre una y otra. Según estimaciones de los últimos días, en las Arcas de Tolombón el inicio de la “alquimia” se estima para la primera semana de marzo. Y a lo largo de este mes, quienes visiten la bodega podrán hacer un recorrido único  a través de los diferentes momentos de la vendimia, participando activamente de sus distintas fases. En este itinerario se podrán conocer las diferentes variedades de uvas, visitar la finca, los viñedos, la zona del prensado y la mesa de selección. Se continuará luego por los tanques, el laboratorio, las máquinas de embotellado y etiquetado y, finalmente la cava. 

De lunes a viernes de 9.00 a 17.00 se podrá participar de la recolección de los frutos, que consiste en cortar manualmente los racimos de uvas con tijeras y colocarlos en canastos. Mientras tanto, los miércoles y viernes se podrá contemplar en primera persona el proceso de elaboración del vino, que inicia con la recolección de frutos y la selección de la uva para su control de calidad. Luego continúa con el despalillado y estrujado de los frutos en maquinarias para ir luego a su maceración, fermentación y remontaje a cielo abierto. El proceso sigue con el descube y la fermentación maloláctica, luego con la crianza y finaliza con el embotellado y el etiquetado. Por otro lado, los sábados, domingos y feriados, la bodega ofrecerá degustaciones de los caldos de fermentación para que los visitantes puedan probar la evolución de la fermentación del jugo de la uva. También se degustarán vinos de crianza. 

A poca distancia, en la bodega Luna de Cuarzo también hay expectativa. Silvia Gramajo, una de sus propietarias, asegura que el buen vino depende siempre de una buena vendimia.

“Tiene que ver con las condiciones óptimas que se dan al cosechar la uva. Debe hacerse de acuerdo a una visión enológica a partir de análisis químicos para determinar su grado de azúcar, lo que permite identificar el momento justo para la cosecha”. Y no falta el papel que desempeña el ojo del viticultor. “Cuando se aprieta la uva y salta la pepita se considera que es el día de la vendimia”. “En esta finca también nos basamos en la biodinamia, es decir, en decidir cuándo es la luna llena para que la cosecha se realice con una amplitud cósmica. Se considera que la luna llena atrae los fluidos hacia arriba, por lo que este estado es óptimo. Al unificar estos tres criterios decidimos cuándo será la vendimia, que es una maduración óptima tanto en el momento como en el lugar justo”, agrega Gramajo. En este caso se estima para el 3 de abril el comienzo de la “cosecha tardía”, pero recordando que “no se produce al mismo tiempo en todas las fincas. La fiesta suele realizarse cuando la última finca cosechó las uvas. Aquí en Colalao, con el último racimo que se cosecha se comienza a cantar y a disfrutar lo que nos dio la Pachamama”. 

SALTA Ciento ochenta y tres kilómetros separan la capital provincial de Cafayate, atravesando las pintorescas formaciones rocosas de la Quebrada de las Conchas. Viajar aquí es hacerlo bajo la inspiración del torrontés, tal como se los puede degustar en la Bodega Etchart, al pie de los Andes a más de 1750 msnm. Pionera de los Valles Calchaquíes, y dueña de algunas de las etiquetas más reconocidas, sus vinos se distinguen por concentración aromática y el color, que les valieron numerosos premios internacionales. 

Para este mes en particular hay que agendar Finca Las Nubes, que organiza su propia vendimia el 24 de marzo, con entrada gratuita a partir de las 9.00. Los propios organizadores entregan un kit con todo lo necesario para participar en las actividades de la cosecha, y es posible también reservar una mesa para comer en el jardín de la finca.  

Otra de las bodegas abiertas a las visitas es Finca Quara, cuya casa contigua es un palacio de estilo palladiano que se encuentra entre los más antiguos de la región. Aquí, a 1800 msnm, se organizan visitas guiadas diarias, de la mano del equipo de la bodega, para conocer el proceso de elaboración del vino y los viñedos, pero también la historia familiar. Los paseos –sin reserva previa– duran media hora e incluyen la degustación de dos vinos, aunque también hay otras opciones más completas (previa reserva) de almuerzos y catas guiadas. 

Asimismo la bodega Domingo Molina, a 2000 msnm en el paraje de Yacochuya, está abierta a las visitas guiadas y actividades participativas, que van desde la selección de uvas en época de cosecha hasta el probar el vino directamente de los tanques (según disponibilidad y lo que mande la época del año). El recorrido permite apreciar el diseño, realizado teniendo en cuenta los niveles del terreno para aprovechar el efecto de la fuerza de gravedad. También se ofrecen degustaciones de vinos acompañados de quesos regionales. Las visitas son todos los días de 10.00 a 17.00, pero conviene informarse telefónicamente sobre el estado del camino. 

En todo Cafayate hay no solo excelentes restaurantes –donde hace falta decir que destacan las cartas de vinos– sino también estancias y hoteles temáticos para alojarse, algunos de lujo y rodeados de viñedos. Pero cualquiera sea la opción elegida, antes o después hay que pasar por el Museo de la Vid y el Vino, que desde hace algunos años se convirtió en el homenaje de Cafayate a la pasión de sus productores, con una muestra dinámica e interactiva sobre los Valles Calchaquíes y los vinos de altura.

Informe: Graciela Cutuli.