Faltan diez días para que termine 2016 y, justo cuando el cronograma comiquero empezaba a pispear el 2017, vino Diego Trerotola y anunció un último evento para el año. Tinta Queer comienza hoy en Cosmocosa (Montevideo 1430) a las 14 y tendrá su apertura formal a las 19.30 en Moebius (Bulnes 658). Mañana y pasado sus actividades se extenderán a Casa Brando (Luis María Drago 236). La programación del súbito festival (completa en https://www.facebook.com/TintaQueer/) muestra una orgía de actividades que incluyen feria de publicaciones, una exposición itinerante (que incluye un homenaje a los artivistas Effy e Ioshua), charlas, presentaciones de libros, videoclips, música y una retrospectiva sobre las historietas publicadas por Batato Berea.

  “Me propuse crear Tinta Queer para aglutinar algo que en realidad está pasando desde hace un tiempito en el mundo de la historieta y alrededores, que es la afirmación de una nueva visibilidad, no solo porque haya gente que dibuje desde otros parámetros, sino porque hay otras formas de editar, de hacer festivales y muestras y de leer historietas”, plantea Trerotola, colaborador del suplemento Soy de PáginaI12 y conocido en el mundillo del cine por su trabajo en el diario del festival de Mar del Plata y como programador del Festival Asterisco. En el universo de la historieta y el dibujo circula hace rato también y por eso conoce el paño desde adentro.

  Trerotola lleva 20 años estudiando y militando la cultura queer, desde que se abrió el primer grupo de estudios al respecto. Desde ese conocimiento, asegura que la historieta argentina está atravesando una etapa profundamente queer en su ruptura de paradigmas y en su creciente diversidad para crear, consumir y difundirse. “Leer a contrapelo, apropiarnos de manera fetichista es una forma de ejercer el placer disidente”, señala. En la muestra central del festival, que homenajea desde su nombre a los artivistas Ioshua y Effy, participan más de 40 dibujantes, historietistas y artistas –incluso de otros rubros, como la cantante Paula Maffía– que fueron convocados a dibujar su ‘Persona/je queer Favorito/a’. “Si hubo alguien que dibujó a Antifaz, el tío de Anteojito, que sostenga que una creación de García Ferré es queer, entonces vamos por un camino válido, el camino de la disidencia sexual”. Ese eclecticismo se sostiene en que “lo queer tiene algo de bosquejar una cartografía de las identidades sexuales y genéricas que va más allá de las convenciones para buscar nuevos territorios de la experiencia física y sensorial”.

  Para el creador del festival, lo queer supone cierta potencia crítica y capacidad desestabilizadora. “En la historieta argentina de hoy está pasando justamente eso, hay mucha mirada desestabilizadora de los parámetros de comportamiento tradicionales del medio, surgieron proyectos editoriales independientes, y sobre todo festivales, que es muy importante porque es clave que se invite, se cure y se muestre desde distintas miradas, así como hay gente que produce desde lugares extraños, que se difunde por la web o se autopublica”, sostiene. Ese panorama, celebra, lo encuentra presente en eventos de todo tipo, desde los ultraindependientes como Dibujados hasta los más consagrados, como el rosarino Crack Bang Boom. “Me pareció que estaba bueno aglutinar, sumar y expandir a toda esa gente, sumar más”, explica. Por eso participan autores como Ariel López V., Gato Fernández, Fernando Calvi, Cons Oroza, María Ballena, la gente de la revista Clítoris, Juan Ángel Szama, Loris Z. y Paula Maffía, entre otros.

  “La historieta de hoy en principio está mostrando otros cuerpos, otras formas de representar el deseo”, destaca. “Mirá por ejemplo a Luciano Vecchio que dibuja para DC y al mismo tiempo publica Sereno, y que también campañas de protesta contra las políticas del gobierno actual con el VIH: que con su estética de superhéroes haga un panfleto de protesta, en el mejor sentido de la palabra panfleto, es radicalmente queer”. A Trerotola se le acumulan los ejemplos: Escenas de la vida lésbica, de Maia Venturini, el fanzine Chica Trans, Guro -de Diego Simone-. “Esto hace diez años era impensado y es genial, que la historieta sea herramienta política y sirva para una nueva visibilidad también es radicalmente queer, hay algo que está estallando y Tinta quiere juntar un montón de esa potencia”.

Trerotola busca la potencia cuestionadora, la que abre interrogantes y nuevas miradas al mostrar otras formas de hacer y leer. “Leer” y no “consumir” historietas como distinción fundamental. Lo queer, puntualiza, se propone rupturista de la imagen “del gay asimilacionista que pliega al modelo de vida de clase media y se construye por sus consumos”, que recorre –sostiene– prácticamente toda la presencia de la diversidad sexual en los medios masivos de comunicación. Por eso rescata la mirada distinta que se ofrece desde las páginas del suplemento Soy y lo que descubre en cada evento comiquero que pisa.

En un mundo donde la imagen parece haberse erigido en reina de los consumos cotidianos, para Trerotola es fundamental que la sociedad sea capaz de pensar sus imágenes. Allí encontró otro motivo para impulsar Tinta Queer. “Cuando uno es niño te estimulan mucho a dibujar, pero después la educación formal te lo reprime: te alfabetizás, te expresás por la palabra y se reprime el dibujo porque las materias son verbocentristas, la educación te aleja progresivamente de la imagen. De la misma forma que nos reprimen esta capacidad, nos reprimen la manifestación de la sexualidad libre. Tinta Queer quiere hacer foco en una nueva visibilidad, nuevas imágenes de los cuerpos y el deseo, vivir un mundo gráfico que nos represente”.