Mirta Gloria Fernández es magíster en Análisis del Discurso (UBA) y especialista en Lectura y Escritura (Unesco). Se desempeña como docente de Semiología, Didáctica Especial en Letras y del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Coordina talleres en contextos de encierro transitorio de niños, niñas y adolescentes desde 2001. “El objetivo de nuestros talleres fue y es la inclusión de una población infantil que padece procesos de discriminación y a la cual se le niega el acceso a determinados conocimientos, en este caso la literatura; chicos que pierden derechos de comer y de educarse, que es lo más básico”, señala Fernández, que fue la coordinadora de las prácticas profesionales que realizaron las estudiantes de Letras de la UBA dictando un taller al que acudía Juan Pablo Kukoc. “Digo población infantil y no digo juvenil porque los discursos mediáticos pasan por alto que para la Constitución argentina y para la Convención de los derechos de la infancia, un niño es un menor de 18 años que debe ser protegido por los adultos, no sólo por los padres sino por la sociedad en su conjunto”.

Una vez que Fernández se enteró del asesinato de Kukoc buscó los trabajos que había realizado el joven en el taller realizado en el Instituto San Martín, donde estuvo encerrado el año pasado. “Buscaba encontrarme con la dimensión de Juan Pablo que no era la que mostraban los medios. Leía sus cartas y sus poemas y me topaba con una subjetividad que él estaba construyendo poco a poco. Una subjetividad dañada por la estigmatización del afuera de la que Juan Pablo, y todo sujeto constituido negativamente ‘se hace carne’. ¿Quién tiene una personalidad tan fuerte o indiferente como para rechazar o evadir o reírse de lo que los otros dicen que somos? Los discursos mediáticos son constitutivos de todos nosotros y por ende también de la subjetividad de los chicos que viven en situación de marginalización”, sostiene la especialista y destaca varias cuestiones que le parecen relevantes en este momento: “La pena de muerte no existe como opción (en Argentina); las estadísticas indican que las personas que matan son adultos, y que hay una porción muy pequeña de chicos que cometen delitos graves; y la mayor parte de la sociedad que atraviesa situaciones de gran pobreza no delinque, o sea que la ecuación pobreza-delito es una generalización falaz. Además, los bancos, las empresas y los políticos son agentes de delito que pagan grandes sumas de dinero para ocultarlo. Por eso gran parte de los medios de comunicación acusa a los pobres, mostrando a los chicos y chicas vomitando y peleándose a la salida de los boliches. Si lo hacen con los ricos tendrían que soportar un juicio. No es que los ricos no vomitan ni se pelean”.