Un sobre cerrado y sellado. Dentro, un guión. Una obra que no requiere de ensayos ni de dirección. Un solo actor o actriz, despojado de ciertas convenciones, llevando al extremo aquello del aquí y ahora. Es invitado a tomar contacto con ese guión por primera vez en la función, a la vista del público. Actores y testigos no pueden revelar a nadie detalles del espectáculo. Estos son algunos de los condimentos de la experiencia teatral Conejo blanco, conejo rojo, diseñada por el dramaturgo iraní Nassim Soleimanpour, replicada en diferentes países del mundo y a partir de esta noche en Timbre 4. Claudio Tolcachir, Mercedes Morán, Daniel Hendler, Julieta Venegas, Verónica Llinás, Darío Sztajnszrajber, Dolores Fonzi, Rafael Ferro y Julieta Cardinali son algunas de las figuras que participarán en ella.
Serán 12 funciones y se trata de un unipersonal. La dinámica posee reglas estrictas: los participantes no pueden investigar previamente datos acerca de la obra o del autor, investigar ningún detalle de la experiencia ni ver funciones previas. Al público, por su parte, se le pide no difundir nada de lo que transita durante la función. El autor, que actualmente reside en Berlín, ha escrito este texto hace siete años, cuando por orden judicial no podía salir de su país, luego de negarse a hacer el servicio militar obligatorio. No podía salir de su país, pero su texto sí: fue traducido a 25 idiomas y presentado más de mil veces en distintos puntos del mundo.
Conejo blanco, conejo rojo recorrió festivales de Canadá, Escocia y Londres. Pasó por el off-broadway de Estados Unidos, y en Latinoamérica, por Perú, Chile, Colombia y México. Soleimanpour creó luego la obra Blank, con párrafos incompletos que en cada función tenían que rellenar actores y público. En 2016 se la vio en Ciudad Cultural Konex. “La estructura formal del teatro lleva cientos de años así. Entonces llega mi obra para iniciar un diálogo, uno serio, con los tótems del teatro clásico. Soy muy afortunado de tener salas llenas en cada país que se presenta la obra”, ha dicho Soleimanpour, sin revelar, por supuesto, nada acerca del tema de Conejo blanco…. Para él, el formato elegido promueve la “autenticidad” del trabajo actoral, “que se enriquece con errores y contratiempos naturales de la experimentación”. “El actor y el público se colocan al mismo nivel. Es como si el futuro les llegara al mismo tiempo a uno y a otro: ambos lo reciben tomados de la mano”, definió en una entrevista.
“Tiene algo que se acerca a la pesadilla del actor”, dijo Hendler, consultado por PáginaI12 acerca de la dinámica de esta experiencia. “Casi todos compartimos una pesadilla: que estamos a punto de reestrenar una obra y antes de salir a escena descubrimos que no nos sabemos la letra. Suceden otras cosas. Nos ponemos a buscar desesperadamente el texto y no lo encontramos. O lo encontramos, pero no sabemos dónde están las líneas de nuestro personaje. Y ya se escucha la música en el escenario y tenemos que salir… Sin dudas, salir al escenario tiene que ver con enfrentar una pesadilla, y con un gran deseo de enfrentar el miedo a exponernos. En este caso está multiplicado, porque es ir desnudo a ese encuentro. Por otro lado, es lo contrario: no tenemos la posibilidad de olvidar el texto, porque lo vamos a tener ahí.”
Hendler –que integra el elenco de Edha, primera serie original de Netflix producida en la Argentina– fue convocado por la productora del proyecto, Mariela Finkelstein. “Me pareció una idea inquietante, inusual, que toma algo esencial y específicamente teatral: la construcción viva de algo que sucede por única vez. Excluye otras dinámicas del juego y se enfoca solamente en eso: en cómo el actor enfrenta una primera lectura que es, de alguna manera, también un primer amor en el teatro. Siempre queda oculta en el proceso. El público será cómplice de eso que está sucediendo”, completó.
“La expectativa es no hacer un papelón, por ejemplo”, bromeó, por su parte Verónica Llinás, quien comparte con Hendler este proyecto y otro: lo está dirigiendo en Ping pong, obra de Miguel Falabella que estrenará en mayo en Uruguay. “No creo que haga un papelón, qué sé yo. Soy una persona que en el escenario se planta a matar o morir. Puedo morir, pero espero que no sea en esta ocasión. Cuando uno está en el escenario se las rebusca. Confío en la experiencia de muchos años, y en tener imaginación como para poder transformar la experiencia en algo copado e interesante para el público”, sostuvo la actriz.
Las funciones en Timbre 4 (México 3554) son los lunes a las 21 y comienzan con Tolcachir. Hendler, Venegas y Llinás serán los próximos.