Si bien no podría considerarse rara avis en el ambiente, es sabido que el futbolista que en su trayectoria profesional jugó tanto para River como para Boca es, como mínimo, especial. Desde las gradas, al principio siempre será mirado de reojo. Pero a fin de cuentas jugar al fútbol es un trabajo –bien remunerado, por cierto– que, se supone, debe estar por encima de la pasión del hincha. Y a propósito de la finalísima entre los dos equipos más importantes del fútbol argentino, que se disputará en Mendoza, cabe destacar que cerca de un centenar de jugadores se desempeñó tanto en uno como en otro. Particularmente, en lo que va de este siglo, ya son seis los profesionales que se animaron a cruzar semejante vereda, a riesgo de que desde la tribuna les digan de todo menos lindo, amén de recordar con fea insistencia a sus madres, que poco y nada tuvieron que ver con la osada determinación que tomaron sus hijos. El último de esa lista superclásica es el delantero millonario Lucas Pratto, quien debutó en Primera en 2009 para los xeneizes y casi una década después se calzó la banda roja, para así transformarse en el jugador número 94 en vestir ambas casacas. Proveniente del San Pablo de Brasil, el Oso –quien este año cumplirá 30 y formó parte del seleccionado argentino en el breve ciclo dirigido por Edgardo Bauza para las Eliminatorias rumbo a Rusia– se inició en el humilde Defensores de Cambaceres, de la Primera C, pasó al club de la Ribera en 2004 por recomendación de Martín Palermo y hasta salió campeón con la quinta división. Ahora trabaja bajo las órdenes de Marcelo Gallardo y tiene como compañero a Jonathan Maidana, el zaguero que también trajinó la escuadra boquense entre 2005 y 2008, para recalar en Núñez apenas dos años después. Las estadísticas nos muestran otros casos paradigmáticos de quienes militaron en ambas instituciones. A continuación, algunos ejemplos relevantes de esta era y curiosidades de décadas precedentes.
Del año 2000 a estos días, el volante Jesús Méndez, que actualmente juega en Vélez, hizo el camino contrario de Pratto, es decir que arrancó jugando en 2006 para River y en 2010 inició el primero de sus tres ciclos en Boca. Lo mismo ocurrió con el delantero Luciano Figueroa, quien en 2006 jugó a préstamo en el conjunto que por entonces dirigía Daniel Passarella y tres años después formaba parte de un convulsionado ciclo xeneize, cuyo primer equipo llegó a ser dirigido en apenas meses por tres entrenadores diferentes: Carlos Ischia, Abel Alves y Alfio Basile.
Asimismo, el lateral derecho Jorge Martínez defendió los colores de uno y de otro en clásicos y siglos diferentes. Por caso, en la temporada 1998-1999 se desempeñó en River, pero a partir de 2001 jugó para Boca. La misma situación, pero a la inversa, ocurrió con otro marcador de punta: el temperamental Nelson Vivas. Quien últimamente trabajó como técnico de Estudiantes y Defensa, jugó para los xeneizes a partir de 1994 proveniente de Quilmes y nueve años más tarde se puso la banda roja.
Hasta hubo en este siglo convulsionado un media punta que fue la comidilla de los programas de chimentos y luego –tristemente– se destacaría más en la sección policiales que como profesional de la pelota. Jonathan Fabbro formó parte en 2002 del ciclo de Carlos Bianchi al comando de Boca y poco más de diez años después, ya nacionalizado paraguayo y casado con la modelo guaraní Larissa Riquelme, jugó para el equipo millonario a pedido de Ramón Díaz. No le fue bien en Núñez, pero el año pasado le fue aún peor porque terminó arrestado en México acusado de abusar de dos menores de edad.
Pero si hablamos de los jugadores de la Selección que jugaron en River y en Boca, cómo no mencionar a quienes obtuvieron las únicas dos Copas del Mundo logradas hasta el momento. Alberto Tarantini –integrante del seleccionado campeón en Argentina ‘78 que dirigía César Menotti– se desempeñó primero en Boca, luego del Mundial pasó a River y con ambos salió campeón. Asimismo Oscar Ruggeri (que les marcó goles a uno y a otro), Carlos Tapia y Julio Olarticoechea salieron campeones en la Argentina que dirigía Carlos Bilardo en México ‘86 y de la mano de un inolvidable Diego Armando Maradona. Los dos primeros, además, ganaron torneos con ambos grandes. Por si fuera poco, ese mismo año Ruggeri obtuvo con River la Copa Libertadores y la Intercontinental con Héctor Veira de entrenador, primeros lauros internacionales para la entidad de Núñez. Aunque justo también sería mencionar a Ricardo Gareca, que dejó el xeneize para arribar al millonario en medio de un verdadero escándalo, y que formó parte del equipo nacional en el sufrido partido con Perú por Eliminatorias, aunque el actual DT de Perú luego quedó afuera de la lista en aquella gesta en tierras aztecas.
Ya en los ‘90 es para destacar a otros emblemas del seleccionado argentino, como Claudio Paul Caniggia, Abel Balbo, Gabriel Batistuta y el mencionado Ruggeri, adalides de los títulos de Copa América conseguidos en Chile (1991) y Ecuador (1993) con el Coco Basile de técnico.
Esta década también tuvo nombres que vistieron alternativamente la auriazul y la rojiblanca, como Julio Toresani, Fernando Cáceres, el boliviano Milton Melgar, José Luis Villarreal, Sebastián Rambert y Jorge Higuaín (el papá de Gonzalo). Otros que pasaron directamente de un club a otro, al igual que el Cabezón Ruggeri y el Tigre Gareca, fueron Pablo Erbín y Fernando Gamboa. Gabriel Amato se coronó con ambos grandes y el uruguayo Ruben “Polillita” Da Silva le marcó a uno y a otro. Entre los que marcaron tantos sólo en uno de los dos equipos figuran, por citar algunos, Sergio Berti, Carlos Randazzo, Jorge Rinaldi y el uruguayo Gabriel Cedrés. Capítulo aparte para Caniggia, quien se iniciara en River en los ‘80, y a mediados de los ‘90 jugando para Boca le hizo cuatro goles a su ex equipo en cuatro Superclásicos.
En los ‘70, Carlos Morete le metió a Boca nueve goles en 13 partidos, salió campeón de la mano de Angel Labruna y en la década siguiente se coronó en el Boca que dirigía Silvio Marzolini, como suplente del goleador Miguel Brindisi. También en los ‘70, el recio marcador de punta Daniel Silguero jugó para ambos grandes y, ya radicado en Colombia, lamentablemente fue hallado muerto a principios de febrero en el baño de su departamento.
Por su parte, Carlos Salinas jugó en River, al que años más tarde le anotaría un gol jugando para el xeneize, al igual que Ernesto Mastrángelo, quienes ganaron en 1977 la primera Copa Libertadores y también la Intercontinental para Boca bajo la conducción de Juan Carlos Lorenzo, que tuvo como protagonista central a Hugo Orlando Gatti. La profusa carrera del Loco abarcó tres décadas: la del ‘60, siendo suplente de Amadeo Carrizo en River, y las del ‘70 y ‘80, como titular indiscutido en el arco xeneize. Más atrás en el tiempo, otro que atravesó tres décadas como futbolista fue José Manuel Moreno: las de los ‘30 y ‘40 jugando para River, y anotándole 4 goles a Boca, adonde jugó en 1950. Precisamente en los ‘50, Juan José Pizzuti (que una década más tarde, ya como entrenador, haría historia en Racing, primer equipo argentino campeón del mundo en aquel inolvidable “equipo de José”) arrancó jugando para la banda roja y más tarde le anotaría a su ex equipo con la azul y oro.
Por último resulta insoslayable el derrotero de Juan José López. Desde 1970 hasta 1981, el Negro jugó 466 partidos en River e hizo 84 goles. Dos años después dio un volantazo y pasó a Boca, donde jugó 38 partidos y convirtió seis goles. Ya retirado y en un nuevo mojón en su carrera profesional, el destino lo ubicó al frente de un barco que se hundió en 2011, sin lugar a dudas el año más triste en la rica historia riverplatense, dado su inédito descenso a la B Nacional.
El 2018 encuentra a ambos tras la misma obsesión: la Copa Libertadores. River, con su actual entrenador, fue el último equipo argentino en ganarla (2015). Pero Boca ya lleva once años extrañándola.