De Le Chiffre en Casino Royale a la serie Hannibal, de allí a Doctor Strange y Rogue One, Mads Mikkelsen se convirtió en una figura internacional, capaz de darle cuerpo a magníficos villanos. Sin embargo en Dinamarca, el país natal del actor de 50 años, las cosas son algo diferentes. Los daneses están familiarizados con sus tanques de Hollywood, pero Mikkelsen es reconocido por su trabajo con el director Anders Thomas Jensen, con quien realizó The Green Butchers, Adam’s Apples, The Salvation y Men & Chicken. Esta última, una comedia particularmente oscura, presenta al intérprete como un hombre grande con la inteligencia de un niño. La primera aparición de Elias, su personaje, incluye un incómodo encuentro con un terapeuta sobre su problema de masturbación, un tema recurrente en el film. Como Elias, sus hermanos tienen un mínimo entendimiento del mundo que los rodea, y así dan curso a una historia de intriga, descubrimiento y humor algo morboso. Aquí, el actor analiza su carácter de villano de moda en Hollywood, sus roles en películas que llevan miles y miles de personas a las salas y la pequeña posibilidad de un regreso de Hannibal.
–Men & Chicken tiene un oscuro sentido del humor. ¿Qué le atrajo del guión y del personaje?
–La oscuridad de su humor fue una de las cosas que más me atrajo. Es difícil encontrar aproximaciones diferentes al humor, y la mía es la misma que la de Jensen. Me encanta que los personajes sean niños atrapados en cuerpos adultos y que se comporten como niños, una maravillosa manera de contar una historia sobre cosas gigantes, poéticas.
–Elias es un personaje poco ortodoxo. Es de imaginar que resultó un alivio después de tantos villanos en Hollywood.
–Lo he hecho antes con Hensen, y la mayoría de mi trabajo en Europa es lo opuesto al “tipo malo”. Me resulta muy interesante trabajar con él.
–En esos films europeos a menudo es “el bueno”. ¿Por qué en Hollywood lo seleccionan para lo opuesto?
–Es difícil decirlo. Ha sido muy popular utilizar actores británicos para encarnar a villanos, pero –por alguna razón– los productores necesitan un acento aún más gracioso, que es el escandinavo. Ahora nosotros somos los villanos. Pero me alegra: si la alternativa fuera no trabajar en Estados Unidos, entonces haría villanos siempre. Soy enormemente afortunado de haber sido parte de proyectos maravillosos, como el film de Bond y Hannibal, que no fueron villanos típicos.
–¿Y cómo se compara el humor escandinavo con el inglés o el estadonidense?
–Tenemos mucho en común con los ingleses. Crecimos con ese sentido del humor, particularmente el de Monty Python, con cierto monto de locura. Siempre lo amamos y nos identificamos con eso. Anders Thomas no representa necesariamente el humor danés, es muy personal. No hay nadie que haga lo que él hace, es muy difícil comparar lo que él está haciendo con otras personas. Es como un clon de los hermanos Coen y David Lynch, pero aún así es difícil de comparar.
–¿Qué significa trabajar en producciones pequeñas y grandes tanques?
–Con los blockbusters uno se levanta y le dice hola a quinientas personas, con las otras uno le habla a veinte. La magnitud de todo el asunto es muy diferente pero, dicho esto, uno se sienta, discute las escenas, qué es lo que vamos a hacer, y trata de hacerlo íntimo, no importa cuán grande sea el proyecto. Trabajamos lo más duro posible dentro de los márgenes que se nos conceden, y creo que es lo que todos hacen, aun cuando estén lidiando con algo extremadamente grande. Es la única manera de aproximarse al trabajo.
–¿Tiene alguna preferencia?
–Me gusta hacer ambas cosas. Hay algo maravilloso en volar por ahí sostenido por un cable con una espada en la mano, y hacer lo opuesto. Si podés ir y venir de ambos mundos, sos una persona afortunada.
–¿Pero puede ser que se sienta más cómodo en los proyectos más pequeños?
–Me sentí muy cómodo haciendo Men & Chicken porque trabajamos juntos antes. Pero me siento cómodo haciendo drama y las grandes producciones. Mi base debería ser que los dramas daneses, donde comencé, es donde debería sentirme más cómodo. Pero me he expandido.
–Ciertamente: aparece en películas masivas como Rogue One, donde interpreta a un “semi–villano”... se ha hablado mucho de que hubo que filmar nuevo material porque se había vuelto muy oscura. ¿Qué sensación tuvo usted?
–En todas las grandes películas que hice tuve que hacer tomas adicionales, es parte de su presupuesto. O no están completamente felices con una escena, o con cómo actuamos, o quizá quieren agregar algo. No es nuevo, sucede en todas las películas. Si son grandes cambios o menores no lo sé, no tengo nada con qué comparar. Es la misma película, solo con agregados de pequeñas cosas aquí y allá para el pulido final. Es interesante que se haya hablado tanto del tema, que es algo que Disney ama: un poco de publicidad gratuita.
–Como si fuera poco, también aparece en Doctor Strange. ¿Cómo se siente estar involucrado en dos universos del nerdismo?
–Los personajes son bien diferentes, pero los fans son fantásticos con respecto a los dos. De cualquier modo, Doctor Strange es la película más difícil que haya hecho, y tengo 50 años. Es algo en lo que debería haberme embarcado cuando tenía 20 años, pero la suerte quiso que llegara a esta edad, así es la cosa. Amé cada segundo de eso, hasta un par de lesiones –aún me duele aquí y allá–... pero es parte del juego.
–¿Qué puede decir de Kaecilius, su personaje?
–El también cree en un mundo mejor, pero sus medios para conseguirlo son diferentes a los de Doctor Strange, y por eso tenemos un conflicto. Pero Kaecilius también quiere conseguir un lugar mejor, como todo buen líder. El personaje está cegado por la vida eterna. Puede ser descripto como una especie de marioneta, aunque no esté muy consciente de ello, de qué y a quién está siguiendo. Pero tiene su punto de razón: su mundo ha colapsado, y La Ancestral (Tilda Swinton) también es una especie de dictadora, que dice “estamos todos en el mismo bote” pero no es así. Kaecilius es más interesante que un personaje que está simplemente loco. Tiene un propósito superior.
–¿Qué sucedió con Hannibal, que era una serie fantástica pero fue cancelada? ¿Hay alguna posibilidad de una cuarta temporada?
–Terminó donde terminó. Es uno de esos raros programas que podés retomar cuando quieras, dentro de unos años incluso, porque la historia puede saltar como sea. Si sucederá o no, no lo sé. Está en las manos de (el productor) Bryan Fuller. No podemos hacerlo sin él. Es la mente maestra, el genio detrás de la serie. Si podemos convencer a alguna cadena televisiva, creo que podemos traer a toda la banda de vuelta.
–Y logró desarrollar una interesante base de fans.
–Normalmente, cuando trabajaste en algo tres años no querés volver. Pero debo decir que no hubo un solo día aburrido en el show. Fue ir a lugares que jamás hubiera imaginado.
–Todos estos proyectos fueron hablados en inglés. ¿Actuar en danés sigue siendo su preferencia?
–Es raro, porque el danés es mi lenguaje. No tengo que pensar dos veces. Pero tampoco tengo que hacerlo en realidad cuando hablo inglés. Aún estoy buscando mi identidad en el lenguaje inglés, y cuando tenés eso podés empezar a interpretar personajes de otra forma. A medida que paso más tiempo en Inglaterra o Estados Unidos, estoy llegando a eso. ¡Pero entonces conocés a alguien de Australia y empezás a cambiar otra vez el acento y volvés al casillero uno! (risas) Cuando no es tu primera lengua sos muy influenciable. Encontré la libertad, especialmente en Hannibal con sus palabras tan engañosas, y lo disfruté enormemente. Pero claro, el danés es mi lengua, y sin dudas me es más fácil de seguir al actuar.
–Es interesante que haya experimentado semejante impulso en su carrera a esta edad. ¿Espera seguir a este ritmo o bajar un poco?
–Espero que continúe, es fantástico e interesante, y hay una buena razón para que esté sucediendo ahora. Empecé tarde mi carrera de actor, hice mi primer trabajo a los 30 y mi primero en Estados Unidos a los 40. Con lo que todo sucedió muy rápido en mi carrera, no me puedo quejar ni decir que ocurra tarde en mi vida.
–Quienes se convierten en actores a mayor edad parecen diferentes que aquellos que comienzan muy temprano. ¿Qué lo impulsó a usted?
–Empecé a los 30 porque no tuve interés hasta esa edad. Para mí fue el timing perfecto. Yo era gimnasta y –por extrañas razones– me convertí en bailarín durante diez años. A través de eso encontré mi camino a la actuación. Estaba más enamorado de la danza que de la estética, con lo que me pregunté “¿por qué no me meto en la escuela de actuación?”. Nunca fue un sueño infantil o juvenil, fue algo en lo que simplemente me metí.
–¿Es diferente la cultura de actuación de Dinamarca y EE. UU.?
–Cuando conocés actores de todo el mundo te das cuenta que son de la misma especie. Hollywood tiene un star system que en Dinamarca no tenemos. Tenés estrellas masivas al extremo, y podés tener actores increíblemente buenos que no conoce nadie. Nosotros tenemos actores que son buenos o no tan buenos, y se convertirán en estrellas en sus propios términos en nuestro pequeño país. Pero la aproximación al arte de actuar es más o menos la misma en todo el mundo.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.