La Liga Polaca Contra la Difamación tiene un segundo nombre, un muy prominente en su escudo. Es Fundación el Reducto del Buen Nombre, en este caso el buen nombre de Polonia. Los estatutos de este grupo son claros en sus objetivos, que incluyen literalmente “informar a los periodistas extranjeros cómo deberían escribir sobre Polonia” y se ufanan de haber comenzado el año pasado una ofensiva judicial contra medios internacionales escribieron historias no nacionalistas. La ley sancionada la semana pasada por el gobierno de Ley y Justicia no sólo le proveyó a este grupo una herramienta nueva que estrenaron contra PáginaI12, sino que fue un triunfo casi personal. El Reducto inspiró buena parte del ambiguo texto, parte de su funcionamiento como grupo ultra oficialista e inspirador de políticas “culturales” de extrema derecha.
La Liga comenzó como un departamento de la Sociedad Patriótica fundada por Jan Pietrzak, un actor disidente famoso por sus cabarets clandestinos durante el régimen soviético y por sus canciones de protesta. De hecho, el himno del movimiento Solidaridad fue su tema “Para que Polonia sea Polonia”. Tras la caída del Muro, Pietrzak fue derivando hacia posiciones cada vez más nacionalistas y conservadoras, y en 2009 recibió la Orden de Polonia Restaurada. El creador de la Liga en 2012 fue Maciej Swirski, un periodista que llegó a ser presidente de la Agencia Polaca de Prensa, el medio oficial del país, de 2006 a 2009. La idea era tener una fundación con status de ONG que “pudiera peticionar formalmente ante el gobierno, presentar documentos y recibir donaciones públicas”. La Liga es hoy formalmente autónoma de la Sociedad Patriótica.
El objetivo principal del grupo es “defender el nombre de Polonia y del pueblo polaco contra actos de calumnia en los medios internacionales o falsedades históricas en el mundo de la política”. Un ejemplo que la Liga muestra con orgullo fue su protesta frente a la embajada de Rusia en 2014, el 70 aniversario de la entrada del Ejército Rojo en Polonia. La protesta era porque las festividades no incluían referencias a las atrocidades cometidas contra los patriotas polacos. Cuando no hay aniversarios para protestar, el grupo “hace lobby, publica avisos, cartas abiertas y artículos” sobre el rol de los polacos en la segunda guerra mundial. Un objetivo importante es “combatir la propaganda anti polaca en medios y películas extranjeras que tratan de culpar a Polonia por el Holocausto”.
Las herramientas de la Liga mejoraron notablemente a partir de que el partido Ley y Justicia tomó el poder en 2015. Para 2016, el grupo tuvo la capacidad de presentar sesenta denuncias en Polonia, con 16 que llegaron a juicio. También lograron crear un “sistema semiautomático” informático que detecta expresiones “ofensivas” como Campos de Concentración Polacos, Campos de la Muerte Polaco o Polonia nazi. Con esta computadora, la Liga presentó cargos el año pasado contra la BBC, Le Parisien, El País y Facebook. Las acusaciones fueron por artículos investigando la complicidad de ciudadanos polacos con los alemanes en el Holocauso. Fuera de los tribunales, la Liga se dedica a boicotear y atacar al profesor Jan Grabowski, de la Universidad de Ottawa, investigador del Holocausto en Polonia, y a todo publicitario o director de televisión que tenga la idea de mostrar la bandera polaca o un crucifico “sin el debido respeto”.
Pero el crecimiento de este Reducto patriota va de la mano de la situación política de Polonia, con lo que su orgullosa declaración de que el grupo “asesora a miembros del Parlamento” tiene que ser tomada en serio. Un ejemplo de esta “asesoría” que cuentan con orgullo es haber insertado en una ley creando un Instituto de la Memoria Nacional la misión de perseguir “a las acusaciones contrafácticas contra la República de Polonia o la nación polaca de ser responsables o co-responsables por los crímenes nazis cometidos por el Tercer Reich alemán”. La relación con el gobierno de Ley y Justicia es tan cercana que cuando presentaron cargos contra PáginaI12 fueron públicamente felicitados por funcionarios de rango, que desearon que el caso llegue a juicio.
Con su agenda nacionalista y revisionista, la Liga tiene por supuesto una teoría conspirativa. El problema de fondo sería que los alemanes quieren desprenderse de parte o de toda la responsabilidad por el Holocausto, insinuando que fueron los polacos. Los israelíes y las comunidades judías del mundo serían cómplices para exigirle a Polonia 65.000 millones de dólares en reparaciones de guerra, una cifra jamás explicada que circula en las páginas de la derecha extrema. La Liga es un rostro adecentado de este tipo de nacionalista, que muestra que nadie está a salvo de contagiarse: la actual directora de este grupo dedicado a revisar los hechos históricos y a intentar censurar medios es historiadora y periodista.