El último ministro de Economía del gobierno de la Alianza, Domingo Cavallo, opinó que los argentinos deberían hacerle “un monumento” por haberse “jugado todo el prestigio que traía y todo el apoyo que tenía”. “Las encuestas de popularidad daba que era una de las personas con mayor apoyo de la gente, y todo el mundo me pedía que ayudara al gobierno de De la Rúa”, señaló Cavallo, creador del recordado “corralito”, la antesala de la crisis de 2001 que desembocó en el final abrupto de ese gobierno. Cavallo negó cualquier responsabilidad en ese desenlace.
El ex ministro salió a hablar con motivo del 15º aniversario de aquellos 19 y 20 de diciembre, jornadas de saqueos, bronca y represión que culminaron con más de una treintena de muertos en todo el país, centenares de heridos y el derrumbe del gobierno de la Alianza, que había comenzado dos años atrás. En diálogo con Radio Nacional, le preguntaron si se sentía responsable de la renuncia de De la Rúa, contestó que “no, en absoluto”. Dijo todo lo contrario: “Me tendrían que hacer un monumento por haberme jugado todo el prestigio que traía y todo el apoyo que tenía. Las encuestas de popularidad daba que era una de las personas con mayor apoyo de la gente, y todo el mundo me pedía que ayudara al gobierno de De la Rúa”, señaló.
En esa línea, afirmó que luchó “para que De la Rúa pudiera cumplir con su mandato”, y atribuyó la caída del gobierno a que el Fondo Monetario Internacional “quitó el apoyo en un momento crítico”. Reiteró que la crisis política de ese año fue “un golpe institucional” instalada “no fue solo para hacerse del poder, sino para cometer el mayor robo del siglo, porque le robaron el 75 por ciento a todos los que tenían ahorros en dólares en el sistema bancario para regalárselo a los grandes empresarios y a los grandes deudores. Fue un desastre, fue una tragedia para los argentinos”, expresó, en relación al congelamiento de ahorros bancarios que ordenó a mediados de noviembre, tras rebajar un 13 por ciento los haberes jubilatorios y los salarios de empleados estatales y aplicar IVA a las entradas al cine y otros espectáculos. En su opinión, Duhalde fue un “idiota útil” que sirvió para la salida de la convertibilidad, impulsada por “los que estaban endeudados en dólares y que tenían como vocero a (José Ignacio) De Mendiguren. Aseguró que a Raúl Alfonsín “lo engañaron” para que “en vez de apoyar el gobierno de su partido, creyera que la solución era ponerlo a Duhalde”. Por último, celebró que “ahora recién hay personas capaces y valientes que salen a reconocerlo”.
El ex ministro de Economía de De la Rúa, pero también de Carlos Menem y presidente del Banco Central durante la última dictadura cívico militar cosechó varios insultos y respuestas irónicas en las redes sociales por su llamativo punto de vista sobre lo que sucedió. “Lo que es tener la autoestima power”, opinó vía Twitter el ex jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Por la misma red, el referente de Patria Grande, Itai Hagman, pidió que a Cavallo le hagan “un monumento al vende patria”.
Pero Cavallo no fue el único personaje principal de la trama de aquellos años que ayer analizó los hechos a la distancia. El ex presidente interino Eduardo Duhalde reveló que no asumió directamente la presidencia de la Nación apenas renunció Fernando de la Rúa por “egoísmo”. “Yo me daba cuenta ya cuando fui elegido senador, que no podía estar primero en la línea sucesoria porque me iban a agarrar. Es tal el egoísmo humano y yo no estoy exento de esas debilidades. ¿A quién le iba a convenir agarrar el país en ese momento, si yo sabía que en dos años iba a ser presidente?”, confesó Duhalde. Contó los meses previos a la crisis de 2001, que según él comenzó a gestarse cuando el vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez presentó la renuncia. Sostuvo que tanto él como Raúl Alfonsín hicieron grandes esfuerzos por evitar la crisis, pero que no encontraron eco en De la Rúa.
Para Duhalde, en los últimos días de su gobierno De la Rúa funcionaba en modo “no contesta”. “Ya no firmaba casi cosas y le costaba mucho decidir”, expresó Duhalde, que consideró que el mayor error de aquel gobierno fue declarar el estado de sitio. “No había necesidad de eso. Alguien le aconsejó mal, tomó una mala decisión y terminó así”, opinó.