La inflación mayorista fue de 73,5 ciento en 2018, las más alta desde la crisis de 2002, explicadas ambas por el impacto directo e indirecto de la devaluación de la moneda en sus respectivos momentos. Según informó ayer el Indec, el aumento interanual en el índice de precios mayoristas del año pasado fue consecuencia de la suba de 104,8 por ciento de los productos importados, una cifra casi calcada al alza del dólar en 2018, y del incremento de 71,2 por ciento en los precios de los bienes nacionales. Entre los rubros relevados que más subieron el año pasado se destaca el petróleo crudo y gas, con el 105,5 por ciento, empujados por el alza del dólar y la cotización internacional de esos commodities. La dolarización de tarifas impactó en manufacturados y energía eléctrica, con un aumento de 67,6 por ciento, mientras que la industria automotriz dejó en evidencia la alta participación de componentes importados y unidades terminadas del exterior, dado que los precios de este segmento aumentaron 90,6 por ciento promedio. El costo de la construcción, por su parte, fue de 44,8 por ciento, impulsado casi en su totalidad por la remarcación en materiales (ver aparte).
Esta semana se conoció la cifra oficial de inflación minorista del año pasado, la cual se ubicó en 47,6 por ciento, el mayor registro en 27 años, producto de la duplicación en el precio del dólar, los tarifazos y la desregulación de precios sensibles al bolsillo. Sin embargo, el aumento de la inflación mayorista fue 25,9 puntos porcentuales superior que la registrada al público. Esta diferencia se explica por la decisión de absorber márgenes empresarios de algunos sectores, en los que aún había sido posible, para no trasladar todo el aumento ante el actual escenario de recesión económica. No obstante, la brecha también deja un arrastre de precios que se irá trasladando al público y que se sumará a tarifazos anunciados.
En diciembre el nivel general de precios al por mayor (IPIM) registró una suba de 1,3 por ciento, resultado del aumento de 1 por ciento en los productos nacionales y de 4,3 en importados. Si se quita el impacto de los impuestos, el índice de precios básicos (IPIB) mostró un alza de 1,6 por ciento contra noviembre previo y de 76,4 por ciento en términos interanuales. El IPIB permite desdoblar el movimiento de los precios provenientes de modificaciones en la política impositiva de las que resultan de decisiones del productor. Por ejemplo, el costo de la energía eléctrica aumentó el año pasado, según el Indec, en un 54,1 por ciento contra el 2017.
En productos primarios se registró en diciembre un alza de 82,7 por ciento interanual, compuesta por las subas de productos pesqueros (101,9 por ciento), petróleo crudo y gas (105,5), minerales no metalíferos (45,4) y agropecuarios (62,5). En estos rubros hubo impacto directo de la devaluación. En manufacturados, el alza fue de 68 por ciento. En este segmento amplio el pass through (traslado de suba del dólar a precios internos) es variable y depende de la participación del componente importado y de la incidencia del consumo de energía, con tarifas dolarizadas. En el desagregado de manufacturas hubo alzas de precios en alimentos y bebidas (51 por ciento), refinados del petróleo (81,1), productos químicos (86,8), caucho y plástico (79,3), minerales no metálicos (63,9), metálicos básicos (82,4), máquinas y aparatos eléctricos (87,3), vehículos automotores, carrocerías y repuestos (90,6), muebles (66,0) y textiles (71,5), entre otros.