“Ya no tengo fe en Colapinto”, me mensajea un amigo-colega, minutos antes de la largada del GP de Hungría.
La Argentina parece poder aguantarse cualquier cosa. Acaso por ese motivo, casi nada mueve al asombro. Hay por cierto algunas pocas llamativas excepciones, como la que ocurrió este jueves.
El tremendo cross de Bennie Briscoe hizo retumbar hasta las entrañas de Carlos Monzón.
Es muy raro -demasiado raro- escuchar decir de boca de un mandatario que quienes pagan impuestos son una mezcla de otarios y pusilánimes y que, por el contrario, los evasores integran una especie d
No es habitual, pero a veces pasa. Y cuando pasa, en esas especiales ocasiones, uno anda como viviendo una “doble vida”.