Mar 15.06.2004

PLáSTICA  › UNA ENTREVISTA A FRANS VAN RIEL, GALERISTA

Ochenta temporadas en exposición

La galería Van Riel, que cumple en estos días ochenta años de trayectoria ininterrumpida, es un hito en la historia del arte argentino del siglo XX. Reportaje a un galerista modelo.

› Por Fabián Lebenglik

Cuando en la Argentina la cultura era importante para los hombres de Estado, éstos tenían una agenda que hoy parece increíble, porque se hacían tiempo para asistir a la inauguración de una galería de arte, en la calle Florida.
Eso sucedió el 7 de junio de 1924, hace ochenta años, cuando Marcelo T. de Alvear concurrió a la apertura de la galería Van Riel, en Florida 659. Los diarios del día siguiente dieron cuenta de aquel acontecimiento cultural y social en el que, como se dice, no faltó nadie. Por el contrario, hoy, cuando la política a nivel nacional es brutal y obstinadamente inculta –la política como estructura que accede al manejo del Estado y por lo tanto genera modelos de comportamiento–, cada nuevo espacio que se abre para la cultura en general y las artes visuales en particular tiene –salvo excepciones– un carácter secreto, reservado para los “entendidos”.
La galería Van Riel cumple en estos días ochenta años de trayectoria ininterrumpida: Frans van Riel, un inmigrante italiano nacido en Roma en 1879, abrió la primera galería de arte construida para ese propósito en la Argentina. Queda como tarea para los historiadores de arte, o en todo caso para el libro Guinness, establecer si se trata de algún record internacional. Para la Argentina y América latina, seguramente sí.
Van Riel llegó a la Argentina en 1906 y luego de establecerse trabajó como ilustrador en el diario La Prensa. Más tarde abrió un salón de fotografía cuyo estudio estaba ubicado en Viamonte esquina Florida.
En 1918 fundó Augusta, primera revista local especializada en arte. Seis años después se lanzó a fundar la galería, que con los años se transformaría –en la práctica– en un centro cultural y en un espacio donde tanto lo consagrado como lo nuevo tendría lugar.
La muerte repentina del fundador en 1950 dejó la galería en manos de Frans van Riel hijo, quien la dirigió durante más de cuarenta años, hasta pasarle la posta a la tercera generación: su hija Gabriela.
Van Riel hijo es un personaje de una gran modestia, sensibilidad y pudor, que apostó siempre por el arte nuevo, por los jóvenes y que ayudó a difundir una parte considerable del arte moderno y contemporáneo argentino.
En su galería –que desde 1980 funciona en la actual sede de Talcahuano 1257– se gestaron y exhibieron muchos de los proyectos artísticos más audaces de la segunda mitad del siglo XX.
Página/12 dialogó con Frans van Riel quien, con unos pocos años más que su galería, recuerda hoy cómo era la antigua sede de Florida 659.
–La galería de Florida, de estilo hispanobarroco, tenía cuatro enormes salas que en total sumaban ochocientos metros cuadrados, y además tenía una sala teatral.
–¿Antes de la muerte de su padre usted ya se interesaba por el arte?
–Cuando él murió yo trabajaba en el Ministerio de Obras Públicas y me tuve que hacer cargo de la galería de prepo. Los problemas económicos eran enormes, pero igual les dábamos lugar a los jóvenes. De todos modos hacíamos exposiciones muy variadas, siempre manteniendo la dignidad. Al principio me ayudó y me asesoró un grupo de amigos.
–¿Cómo era el público que asistía a la galería de Florida?
–Salvo el grupo de los entendidos, el público era muy heterogéneo. En cierto modo los que venían a la galería tenían que ver con las características de la propia calle Florida. Para dar un ejemplo, si había una muestra de Xul Solar en una sala y otra muestra de paisajes del tigre en la sala contigua... tal vez se vendía un cuadro de Xul contra diez cuadros del paisajista.
–¿Cómo eran las primeras exposiciones?
–Ahora no lo puedo creer cuando veo las fotos. Pero durante la inauguración se tomaba el té. Se armaban unas cuantas mesas donde los invitados y asistentes charlaban y discutían: Borges, Girondo, Xul..., todos los escritores y pintores más influyentes de la época. Allí funcionó también la Asociación Amigos del Arte –en manos de Elena Sansinena de Elizalde–, cuya trayectoria cultural fue memorable por las exposiciones que se realizaban en las salas y las conferencias y conciertos en el teatro. Más tarde desarrolló su labor el Instituto de Arte Moderno –que manejaba Marcelo Lavalle Cobo–, el más importante teatro independiente del momento. También por muchos años se estableció en el primer piso de la galería la Asociación Ver y Estimar, dirigida por Jorge Romero Brest, donde se reunía la vanguardia. Allí surgieron y se multiplicaron montones de iniciativas, con charlas entre público y artistas, en los recordados sábados al mediodía.
–¿Cuáles fueron las primeras muestras que usted realizó al frente de la galería?
–Junto con María Sara de Giménez y Lila Mora y Araujo, nos asociamos para codirigir el proyecto que se llamó “Sala V”. Allí presentamos exposiciones de Daneri, Forner, Spilimbergo, Batlle Planas, Butler, Pettoruti, Berni, Diomede, Victorica, Xul Solar, Seoane, Torrallardona, del Prete, Badii, Cogorno, Gowland Moreno, Gertrudis Chale, Yente y otros. Consecuentes con esta preocupación por el arte argentino abrimos la galería para que mostraran sus obras los artistas del interior del país: los pintores de Rosario, de Córdoba, del Grupo del Litoral, cuyas obras mostraban una atmósfera distinta de la de los pintores de Buenos Aires.
–Como no había bibliografía sobre los artistas argentinos, usted también se hizo editor...
–Complementariamente, creamos Ediciones Van Riel, donde publicamos libros como el que Julio Payró dedicó a Horacio Butler o, años después, el polémico Antiestética de Luis Felipe Noé, entre otros más. Muchos años después publicamos Odiseo confinado, de Leónidas Lamborghini, con grabados de Blas Castagna.
Algunas de las muestras salientes que recuerdan hoy los Van Riel fueron las de Raúl Lozza en 1949, cuando presentó la primera exposición del perceptismo. Ese mismo año también se inauguró el “Salón Nuevas Realidades-Arte abstracto, concreto no figurativo”, con obras de Arden Quin, Blaszko, Del Prete, Hlito, Iommi, Kosice, Maldonado, etc. En 1951, la galería presentó un homenaje a Pedro Figari, con un catálogo escrito por Manuel Mujica Lainez... En la galería también se llevaron a cabo retrospectivas de Butler, Gambartes, Del Prete, Libero Badii, Paparella y otros. Se presentaron los premios “Ver y Estimar”, “Salón de acuarelistas y grabadores”, “Leonor Vasena”, “Julio Payró”, etc. La galería sigue siendo sede de la Asociación Argentina de Críticos de Arte, que ya funcionaba durante años en el primer piso de la calle Florida... Una de los episodios más divertidos fue durante el auge del arte conceptual. Un artista –no recuerdo quién...– colocó un catre con un tipo que tenía la instrucción de acostarse a leer una revista de historietas y reírse estentóreamente, a carcajadas. A mí me preocupaba el señor que a las tres de la tarde, todos los días, empezaba a reírse y yo le decía: “Espere, no se ría todavía... que en la galería no hay nadie...”. Y él, a partir de entonces, cada día me preguntaba: “Señor Van Riel... ¿ya me puedo empezar a reír?”.
–Desde hace unos años la posta pasó a la tercera generación...
–La galería se juega por el arte contemporáneo. Aquí hicimos muestras individuales de artistas como Luis Felipe Noé, Blas Castagna, Kirin, Alejandro Corujeira... y con Gabriela van Riel la galería presenta muestras de Sergio Avello, Daniel Herce, Carlos Furman, Pilar Vigil, Andrea Puig del Villar, Ana Casanova, Anabella Caseiro, Alfredo Prior, Juan Astica, Eduardo Stupía, Santiago García Sáenz y Richard Sturgeon, entre otros.
Hoy, para festejar sus 80 años ininterrumpidos como galería de arte, Van Riel inaugura, a las 19 –en Talcahuano 1257, Planta Baja– una muestra de Blas Castagna.

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