Mar 19.10.2004

PLáSTICA  › LA ISLA DE LOS MUSEOS, UN AMBICIOSO EMPRENDIMIENTO EN BERLIN

“Será un templo para la memoria”

Klaus-Dieter Lehmann explica qué es La isla de los Museos, 6000 años de historia en menos de un kilómetro cuadrado.

› Por Silvina Friera

Klaus-Dieter Lehmann es profeta en su tierra, Alemania, y contagia su entusiasmo en cada ciudad que visita. El presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano llegó a Buenos Aires para ofrecer una recorrida virtual por el proyecto más ambicioso de estos tiempos: La isla de los Museos, un enclave ubicado en el centro geográfico de Berlín, una pequeña isla circundada por las aguas del río Spree, que reunirá, en un único complejo, el patrimonio museístico que perteneció al otrora Estado Prusiano. Más de 6000 años de historia de la humanidad –empezando por los sumerios y pasando por las culturas de Egipto, Grecia, Roma, la Edad Medida occidental y las postrimerías del siglo XIX–, en menos de un kilómetro cuadrado, concentrados en tan sólo cinco edificios. Cuando esta isla esté terminada, los visitantes emprenderán una suerte de viaje por el túnel del tiempo en el cual podrán apreciar, por ejemplo, el altar helénico de Pérgamo, uno de los más suntuosos del mundo helenístico –descubierto por Heinrich Schliemann–, el busto de la reina Nefertiti –la mujer más bella del mundo– y los jardines colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo.
“El concepto central de La isla de los Museos es que uno no se educa sólo con los libros, sino a través de la percepción sensorial y visual”, dice Lehmann en la entrevista con Página/12. La recorrida virtual por esta isla, que se realizará hoy a las 19.45 con entrada libre y gratuita en el Instituto Goethe (Corrientes 319), permitirá sobrevolar, desde las butacas de la sala, los cinco grandes museos que se alzan a orillas de las aguas del río Spree: El Museo Antiguo, El Museo Bode, La Antigua Galería Nacional, El Museo de Pérgamo y La Nueva Galería Nacional. Estos edificios, construidos en tan sólo cien años (1830-1930), llevan impresas las huellas del turbulento siglo XX alemán. Algunas fachadas aún conservan las marcas de las balas de la Segunda Guerra Mundial, y el deterioro de algunos interiores pone en evidencia el abandono al que fueron sometidos en tiempos de la República Democrática Alemana (RDA). “El origen de La isla de los Museos está relacionado con la derrota de Prusia, a manos de Napoleón, en 1807. El gobierno de ese momento entendió que sólo a través de la educación se podía construir el futuro y cambiar la sociedad”, recuerda Lehmann, quien también es vicepresidente del Goethe.
Tras la caída del Muro de Berlín, la cultura se convirtió en una de las principales inversiones del gobierno alemán, que destinó millones de euros para el saneamiento de lo que será un centro cultural internacional, capaz de competir con el Louvre o el Museo Británico, emprendimiento que fue declarado patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco en 1999. “En los sótanos de los museos se está construyendo un paseo arqueológico que conectará los cinco edificios”, cuenta Lehmann, presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano desde 1999. “Este paseo cumplirá dos funciones: distribuir a los cuatro millones de personas que visitarán anualmente la isla, y también unir histórica y lógicamente los museos. Además habrá, entre cada museo, algunos interrogantes que se plantearon los arquitectos y artistas cuando construyeron los edificios en cuestión. Y la gente podrá ver la respuesta que se dio en ese momento.”
–¿La idea es crear una pequeña ciudad dentro de Berlín?
–Sí. Como creemos que la cultura y la educación también están relacionadas con el esparcimiento y con la diversión, en los numerosos patios que hoy existen en esos museos se habilitarán lugares de esparcimiento. Al Louvre no lo visitan los parisinos y los ingleses no van al Museo Británico porque son museos estáticos, que sólo promueven el turismo. Queremos que La isla de los Museos sea un espacio de paseo para los berlineses, y que no sea sólo un lugar concebido y destinado para los turistas. La isla de los Museos será un espacio en permanente transformación, un polo de atracción para los propios berlineses.
–¿Hay discusiones respecto de la forma en que se está llevando a cabo la reconstrucción de los edificios o la restauración de las obras?
–Sí. Sólo reconstruimos aquellas obras que son aptas para ser reconstruidas. Lo que fue completamente destruido no podemos recuperarlo, porque sería como reinventar el pasado o la historia. Respetamos las concepciones estéticas de los arquitectos que idearon esos edificios, conservando las proporciones. El debate se dio porque hay muchas personas que añoran la Alemania del siglo XIX y nos cuestionan porque restauramos las fachadas manteniendo las marcas de la guerra. Las huellas impresas en esos edificios forman parte de la historia de la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, La isla de los Museos es un templo para la memoria.
–Después del horror humano y cultural de la guerra de Irak, ¿es posible crear un marco jurídico internacional que establezca que los museos sean zonas protegidas, o responde a una utopía?
–En épocas de guerra, se ataca la cultura para destruir el alma de un pueblo: los alemanes lo hicieron con Polonia y con Rusia. Los mismos rusos todavía tienen importantes colecciones de los museos de Berlín en sus depósitos. Es muy acertada la pregunta, porque los grandes museos deberían fomentar y obligar a crear una legislación que contribuyera a preservar sus patrimonios ante cualquier tipo de ataque.

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