Mar 21.05.2002

PLáSTICA  › REPORTAJE A CARLOS BASUALDO, CURADOR DE LA DOCUMENTA XI

Arte argentino bien documentado

La gran muestra de Kassel tendrá fuerte presencia de América latina, especialmente de la Argentina –uno de sus curadores y tres artistas invitados–. La obra de Grippo estará presente.

Por Inés Katzenstein *
Desde Nueva York

El evento internacional más importante para el mundo del arte contemporáneo es sin lugar a dudas “Documenta”, una exposición que se realiza cada cinco años en la ciudad alemana de Kassel. Su edición número 11 será inaugurada el próximo 18 de junio con varias particularidades. Por un lado, por primera vez en su historia, el evento está dirigido por un africano, el curador nigeriano residente en Nueva York, Okwui Enwezor, y por un equipo de seis co-curadores entre los que se encuentra Carlos Basualdo, un crítico y curador argentino, también radicado en Estados Unidos. Con un presupuesto de más de 10 millones de dólares y una lista de cien artistas de todo el mundo, este año la exposición incluirá trabajos de tres argentinos. Participarán de la muestra obras del recientemente fallecido Víctor Grippo, una “pintura” de casi setenta metros de largo de Fabián Marcaccio (rosarino, como Basualdo), radicado en Estados Unidos, y una obra en colaboración de Alejandra Riera, radicada en París. Se trata de una situación inédita, teniendo en cuenta que desde la creación de Documenta en 1955 hasta la fecha sólo hubo dos invitados argentinos: David Lamelas en 1972 y Guillermo Kuitca en 1992.
Desde el punto de vista conceptual, la gran novedad radica en que el evento, que desde sus orígenes se limitó a la ciudad de Kassel, en esta edición se extendió o “estalló” en cinco plataformas, cuatro de las cuales fueron simposios que se llevaron a cabo entre el año pasado y éste en Berlín, Viena, Nueva Delhi, Santa Lucía y Lagos. “La intención de estas plataformas es poner en diálogo el campo artístico al cual pertenece la Documenta con otros campos y otras ciudades”, escribió Enwezor. Coherentemente con el perfil teórico y político del curador, estas cuatro plataformas fueron encuentros interdisciplinarios que incluyeron sociólogos, historiadores, psicoanalistas, artistas, activistas, filósofos y cineastas. Con presencias argentinas entre las que se contaron Enrique Dussel, Ernesto Laclau, María José Guembe y Susana Torre.
Estos simposios se pusieron en funcionamiento en abril del 2001, con un primer encuentro en Viena, titulado al estilo habermasiano “Democracia, un proyecto inconcluso”. La segunda plataforma, “Experimentos con la verdad: justicia transicional y procesos de verdad y reconciliación”, fue en Nueva Delhi al mes siguiente. La tercera, que trató acerca de lo criollo y tuvo el formato de un encuentro cerrado de intelectuales en la isla caribeña de Santa Lucía, se realizó en enero pasado. La cuarta plataforma tuvo como objetivo llevar a cabo una discusión acerca de los procesos económicos y urbanísticos de cuatro ciudades africanas: Freetown, Johannesburgo, Kinshasa y Lagos.
¿Y dónde está el arte?, se preguntará el lector: en la quinta plataforma, a pocas semanas de inaugurarse en Kassel, que incluirá el trabajo de artistas, cineastas, arquitectos y activistas, expuesto en seis edificios y museos de la ciudad. Sobre esta quinta plataforma, los objetivos generales de la Documenta XI, Carlos Basualdo dialogó con Página/12.
–¿Cuál es la función del equipo de co-curadores del que usted forma parte?
–Nosotros funcionamos a modo de un cuerpo consultivo. Participamos en las discusiones acerca del marco general de la muestra (las publicaciones, las plataformas, los espacios) y llevamos a cabo un proceso de investigación para presentar y seleccionar los artistas participantes. En este tipo de exposición, las decisiones finales son obviamente del director artístico, Okwui Enwezor, a quien conozco desde 1997, cuando trabajamos juntos en un proyecto de exposición en la ciudad de Bonn.
–¿Cómo se llegó a esta inédita representación de trece artistas latinoamericanos, entre los que hay tres argentinos? –Enwezor trató todo el tiempo de evitar que el trabajo de los co-curadores se dividiera según criterios de nacionalidad; trató de evitar que fuera yo por ejemplo quien trajera todos los artistas latinoamericanos. Así que, como participé del proceso de investigación, viajé mucho por Europa del Este, lo cual fue muy interesante porque la región presenta paralelos importantes con el arte de América del Sur. Para darle un ejemplo, allí se piensa al arte como algo indistinguible de una posición ética; allí se encuentra un fuerte interés en el arte conceptual que los sudamericanos en general compartimos, y una misma idea de las instituciones como algo a desarrollar. Además hay cierta ironía e irreverencia en las obras que son comunes entre estas regiones.
–¿Cómo surge la idea de ampliar Documenta a través de encuentros entre intelectuales en distintos puntos del mundo?
–La idea de las plataformas surgió a partir de una discusión acerca de cuál es el público de la Documenta. La muestra le suele interesar a gente de por ejemplo la Argentina, que nunca va a ir a ver la exposición en Kassel. En este sentido, originalmente nuestra idea era llegar a ese público a través de la planificación de una muestra itinerante, de manera de hacer que ese público participe del proceso intelectual del evento. Por eso en Nueva Delhi hubo una serie de conferencias y un ciclo de cine y en Viena, paralelamente a las conferencias, se organizó un laboratorio con estudiantes.
–La exposición que abrirá en junio, ¿fue pensada como un reflejo en lenguaje artístico de los temas y problemas debatidos en las plataformas teórico-políticas?
–No, no como reflejo. Enwezor dice que la preocupación total de la Documenta es el análisis de la situación cultural post-colonial. En la exposición intentamos concentrarnos en repensar la idea de autonomía porque vemos que actualmente, si se considera la producción artística internacional en su conjunto, los planteos del arte como autónomo son más bien la excepción que la regla. La idea es que no hay un arte político, o un arte social, porque el arte lo es desde siempre: quizás sea posible definir esa cuestión como el eje de la plataforma 5 en Kassel.
–El desafío curatorial que potencialmente traerían este tipo de obras “no autónomas” a las que usted pareciera referirse sería el problema de cómo representar en una exposición el contexto político o social en que estas obras surgen. ¿Cómo están respondiendo a esta situación?
–En todo momento apuntamos a que los trabajos seleccionados que discuten la idea de autonomía tengan la capacidad de articular su propio contexto. Por ejemplo, la obra de Alejandra Riera, una artista argentina que hace ocho años está viviendo en París, donde trabaja con la filósofa Doina Petrescu, tiene el objetivo de borrar las barreras entre lo ficcional y el gesto documental. En Documenta va a presentar un trabajo de investigación que realizó acerca de las mujeres kurdas, y presentará un archivo en el que relaciona esta investigación específica con problemas generales de la mujer de hoy. Otro ejemplo es “Park Fiction”, un trabajo de un grupo de artistas, cineastas y activistas de Hamburgo que trabajaron en una zona de la ciudad originalmente ocupada por inmigrantes, que estaba por ser loteada y tomada por compañías inmobiliarias. Este grupo de artistas trabajó con la gente que vivía en el lugar y empezaron a diseñar un parque, que ahora es un proyecto que fue presentado a las autoridades de la ciudad para su realización.
–La Documenta X, curada por la francesa Catherine David, parece haber sido extremadamente importante para los lineamientos del proyecto que usted está describiendo. Allí por primera vez se incluyeron de un modo protagónico enfoques políticos en el medio de la agenda artística, especialmente a través del programa “100 invitados, 100 días” deconferencias con intelectuales y artistas de distintas nacionalidades y disciplinas. ¿En qué aspectos la Documenta XI es distinta de su predecesora?
–El proyecto en el que estamos trabajando tiene puntos en común con la Documenta X, sobre todo por la intención de mirar al arte como parte de lo que Catherine David llama “procesos estéticos” y nosotros llamamos “agenciamientos estéticos”. Pero si se miran los dos proyectos más de cerca, se ve que son muy distintos. En principio nosotros estamos prácticamente duplicando el espacio de exposición en Kassel, al mostrar obras en una fábrica renovada especialmente para la ocasión. Por otro lado estamos produciendo el 65 por ciento de las obras que se exponen, lo cual implícitamente habla de una apuesta a la contemporaneidad. En términos generales creo que David tenía una visión europeísta. La diferencia más importante es que nosotros intentamos pensar a partir de condiciones de producción no hegemónicas.
(Más información sobre Documenta 11 en www.documenta.de)
* Crítica de arte argentina residente en Nueva York.

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