Siempre quisimos escribirte una respuesta desde Hijas e Hijos del Exilio a la hermosa bienvenida que publicaste en nuestro honor en el periódico de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, allá por junio de 2007. Tal vez debido a la calidez de tus palabras, prácticamente no hubo entre no- sotros alguien que no llorara al leer el texto que nos regalaste. Conmovidos, nos emocionamos cuando nos abrazaste como si fuéramos tus nietos. Durante este tiempo, muchas veces intentamos sentarnos a escribir una sentida respuesta al gesto de amor que fue tu carta. Cada tanto, en medio de nuestras caóticas reuniones, alguno o alguna de no-sotros decía: “¿Cuándo vamos a responderle a Osvaldo?” “¿Cuándo vamos a ir a verlo, cuándo vamos a abrazarlo?”.
En estos días tan duros, consternados a la distancia por la pérdida de tu querido Bruno, necesitamos que sepas que estamos a tu lado, aunque en momentos como éste es difícil encontrar palabras que sirvan de consuelo. Lamentamos no haberlo conocido; seguramente lo habríamos recibido como a un hermano más. Quisiéramos abrazarte ahora, o simplemente permanecer en silencio junto a vos, Osvaldo, para que sigas insistiendo y no te rindas. Como si fuéramos tus nietos, te enviamos nuestro afecto. Y en la agrupación hemos decidido nombrarte Abuelo de todos nosotros.
Un fuerte abrazo.
Hijas e Hijos del Exilio
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