CARTAS DE LECTORES › LAS ELECCIONES REGIONALES DEL DOMINGO SERAN UN TEST NACIONAL
El socialismo (PSOE) es favorito en Galicia, que es uno de los feudos tradicionales del conservador Partido Popular y la tierra de origen de su líder, Rajoy. Pero al PSOE se le hará difícil arrebatarle el poder al Partido Nacionalista Vasco.
› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
Con el Partido Popular sumido en la más grave crisis política que atraviesa la derecha española en muchos años y el Partido Socialista temeroso de ser engullido por una situación económica desastrosa, las elecciones regionales vascas y gallegas del próximo domingo serán un test de primera magnitud para los dos grandes partidos políticos de la península, a la vez que pondrán a prueba la salud de la que gozan los nacionalismos regionales.
Ayer, en el cierre de campaña, quedó claro cómo juega cada cual sus cartas en este tablero. Por parte del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero eligió Galicia para cerrar campaña electoral, en vista de los buenos resultados que auguran los sondeos para su partido en la región y para sus aliados del Bloque Nacionalista Gallego, con quienes gobierna desde hace cuatro años. A pesar de que será seguramente el PP el que obtenga la mayoría de los votos, los resultados de los conservadores en Galicia serán peores al parecer que cuatro años atrás, cuando se quedaron a un diputado de la mayoría parlamentaria suficiente para gobernar.
Si los sondeos están en lo cierto, el resultado en Galicia será una mala noticia para el Partido Popular y una tragedia política para su máximo líder, Mariano Rajoy. Galicia no sólo es uno de los feudos tradicionales de los populares sino que es también la tierra de origen de Rajoy y la región donde comenzó su carrera política. Acosado por los escándalos de corrupción que sacuden a su partido, Rajoy parece tener los días contados al frente del PP. La noticia conocida el miércoles de que el juez Baltasar Garzón había involucrado en la trama de corrupción que investiga su juzgado al tesorero del partido, Luis Bárcenas, un hombre de confianza de Rajoy, terminó por salpicar a la plana mayor de la dirigencia conservadora, llevándose por delante también a las dos personas que dirigen las comunidades en manos del PP más importantes: Esperanza Aguirre en Madrid y Francisco Camps en Valencia. El escándalo comenzó a hacerse notar en los sondeos y, tanto en Galicia como el País Vasco, el PP comenzó a derrumbarse durante los últimos días.
Mientras los conservadores miran Galicia con tanta ansiedad, los socialistas están más preocupados por lo que está sucediendo en el País Vasco. Para el PP no es novedad su magra cosecha electoral en esa región. Históricamente la derecha no ha tenido buena acogida entre los vascos y el voto conservador suele ir a parar a las arcas del Partido Nacionalista Vasco, hegemónico en la zona desde hace un cuarto de siglo. Por lo que el resultado del domingo preocupa más a los socialistas porque desde que comenzó la campaña no ocultan que desean hacerse con el gobierno regional, un resultado que estaba al alcance de la mano desde que le pegaron un duro golpe al Partido Nacionalista Vasco (PNV) en las elecciones generales de marzo del pasado año.
Pero en esta región industrial donde la economía manda junto a las preocupaciones que tienen que ver con el terrorismo etarra, los socialistas se han visto lastrados por las repercusiones que está teniendo la crisis económica, y los últimos sondeos dan ganador una vez más al PNV, aunque sin obtener la mayoría necesaria para gobernar. Los socialistas se quedarían a un paso de la victoria (5 puntos porcentuales), pero verían muy difícil armar gobierno en Vitoria, ya que para hacerlo deberían pactar con el PP o con otros grupos nacionalistas. Incluso algunos analistas hablan de la posibilidad de un pacto PSOE-PNV, algo que el candidato socialista Patxi López descartó ayer de plano.
El PSOE también atribuye su desinfle a última hora en el País Vasco a la crisis que le costó la cabeza al ministro de Justicia, Fernández Bermejo, hace apenas dos días. “Aunque tuvimos que entregar su cabeza para que no nos comieran crudos”, afirmaba ayer un diputado socialista en Madrid. “Y si la gente entendió el mensaje, tampoco pagaremos tan cara la movida.” Para los socialistas vascos, sin embargo, resultó muy difícil de digerir que Zapatero soltara la mano de su ministro días antes de las elecciones. “Si perdemos por esto, las culpas serán de Madrid”, afirmaban ayer en Bilbao algunos de sus referentes. Con tanta crisis nacional dando vueltas, nadie parece recordar que éstas son las primeras elecciones vascas a las que no concurre el entorno político de ETA. Un síntoma más de la decadencia de los independentistas que no han podido hacerse presentes en esta campaña, ni siquiera con el uso de la fuerza.
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