Es indudable el acierto poético-musical de León Giego: “Quinientos años de historia y seguimos igual”. Y esto nos remite a la conquista española de nuestro continente.

¿Cómo fue posible que Hernán Cortés, con trescientos hombres armados en el mejor de los casos con arcabuces (no ametralladoras), haya conquistado un imperio organizado para la guerra como era el Imperio Azteca y que contaba con millares de soldados?

Evidentemente, Cortés era conocedor de las debilidades humanas, entre ellas la traición, que a pesar de las distancias culturales por aquí también existía. Y así fue que contando con la colaboración de una mujer despechada, llamada Malinche, pudo reclutar, para sus objetivos de conquista, a tribus enfrentadas a Moctezuma, creyendo éstos que se liberaban de un terrible emperador. Realmente fue así, pero ignoraban a la barbarie que se sometían, que no sólo los aniquiló físicamente, sino que les quitó hasta la cultura.

Hoy, quinientos años después, en estos páramos pampeanos los eternos conquistadores de lo ajeno, los que quieren quedarse con todo a su alrededor, que son pocos, han conseguido reclutar para su propósito a un nuevo Malinche, que disfrazado de verborragia progresista les facilita sus objetivos de privilegio, enterrando para siempre la gesta del Grito de Alcorta bajo la lápida de los intereses de los patrones de la Rural.

Sí, Buzzi, quedarás en la historia, como Malinche, en la sección traidores.

Miguel Ubal

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