Argentina es un país maravilloso muchas veces y otras puede ser de terror; días pasados dimos un ejemplo ante el mundo al dar la posibilidad de que dos personas del mismo sexo que se aman puedan casarse; sin embargo, inmediatamente salió una jueza pampeana a decir que primero está la ley de Dios, por eso ella no casará a los homosexuales; además, apoyada por Carrió, aquí es donde surge el terror, porque una representante del pueblo debe legislar para todos, un/a juez/a debe impartir justicia para todos; a esto se suma que en todos los juzgados del país hay crucifijos colgados, en todas las escuelas públicas, igual en que hospitales, comisarías, etc., es decir, que en cualquier sitio público adonde concurren personas católicas, judías, evangelistas y también ateos, están marcados por una religión. ¿Quién puede asegurarnos de que los encargados de decidir, dirigir, analizar sobre las vidas de esas personas pueden hacer prevalecer la ley de Dios sin hacérnoslo saber? ¿Cómo se garantiza la imparcialidad si sobre sus cabezas hay un símbolo que los marca? En el debate por el casamiento igualitario se escuchó decir que vivimos en un país laico; yo creo que no es así, si realmente la Argentina fuera laica no se debería permitir colocar símbolos católicos en ninguna dependencia pública, ya que la religión es de índole privada, quienes la profesan deben hacerlo privadamente y los funcionarios deben abstenerse de divulgar su religiosidad; para esto debería haber una ley, como así también modificar la Constitución para separar a la Iglesia Católica del Estado; entonces sí seríamos un país laico y mucho más democrático.

Mirta Licursi

DNI: 4.778.673