Accidentes
Los llamamos “accidentes” en la medida en que no los podemos prever. Pero si bien existe un margen de libertad del hombre que se nos escapa, los “accidentes” ocurren dentro de límites que podemos, al menos en parte, regular. Quisiera hacer aquí referencia a tres factores –dejando por el momento de lado la educación vial– que podemos regular nosotros, o exigir que sean regulados, de los cuales somos en parte responsables en tanto ciudadanos y miembros de esta sociedad.
1. Todos los tipos de transporte no son igualmente peligrosos. La ruta es de los más peligrosos. Los trenes, en cambio, lo son menos. Y sin embargo, en nombre de la modernización del país, han sido desmantelados. Sin, por otra parte, mejorar de manera significativa la red vial, al menos con doble vía separada en los casos más transitados. ¡La ruta del Mercosur no es autopista!
2. Las condiciones de trabajo de los camioneros y de los choferes en general. Según informaciones, el chofer del camión estaba ebrio o se quedaba dormido. Bajos salarios llevan a los camioneros y a los choferes de micro a tener que trabajar demasiadas horas: la falta de regulación del trabajo es entonces otro factor en este tipo de “accidentes”. Por otro lado, las raíces sociales del alcoholismo (fuertemente relacionado con las condiciones de vida y la posición subalterna de las clases populares) han sido bien estudiadas.
3. El control en las rutas. ¿Cómo es posible que no se pueda parar un camión que vaya haciendo zigzag, cuando la tecnología permite hoy observar de manera cada vez más precisa las acciones de los individuos? Se ponen radares, pero esto es para cobrar multas, no para detener enseguida al infractor e impedir que continúe: búsqueda de lucro más que la búsqueda de seguridad detrás del control del tránsito en las rutas. Podemos criticar muchos de los usos de estas nuevas tecnologías de control, pero podemos también utilizarlas de manera distinta.
Eleonora Elguezabal
DNI Nº 29.151.916
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Deudores
Quería informar la grave situación de algunos deudores hipotecarios (como es el caso de mi familia) que contrajimos una hipoteca preconvertibilidad. Nunca dejamos de pagar una cuota al acreedor, hasta que el Estado y el Congreso sancionaron la ley de salvataje a la vivienda única. Después de cumplir con numerosos requisitos, fuimos aceptados a la peor trampa legal que se conozca. Comenzamos a pagar mes a mes el fondo fiduciario; a menos de un año, el acreedor inicia una demanda, cuya sentencia en primera instancia fue obviamente el remate. La apelación en la Cámara Civil está siguiendo su curso; así que, acá estamos, pagando al fondo fiduciario y esperando a ver qué sale primero: si una ley que arregla esto o el remate definitivo.
Marcelo Capella
DNI Nº 27.120.292
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