Cuando el pueblo percibe que la justicia no suele ser tan justa, estalla. Y esa furia acumulada de cotidianas frustraciones es algo casi imposible de detener. Me refiero al “boliche” de Lanús, donde después que un patovica asesinara a golpes a un chico, los vecinos destruyeron el lugar. Si bien la gente tiene razón en protestar e indignarse, engendrar el caos haciendo justicia por mano propia nunca ha dado resultados muy favorables para nadie. Paradójicamente algunos manifestaron que esas personas “eran unos negros de m... porque los discriminaban en la entrada”; ergo, protestan por medio de ese mismo mecanismo al que critican, realidad que sólo ahonda más las diferencias ancestrales entre “ricos versus pobres”.
Si el gobierno no naufragara en esa marea incierta pujando por conseguir futuros votos y tuviese una clara estrategia de seguridad, las cosas podrían ser muy distintas. Ya que cuando uno sabe lo que quiere, mediante métodos coherentes y plausibles, los objetivos siempre llegan a buen puerto.
La falta de ese fino equilibrio entre el debe y el haber social hacia todos los estratos de la Nación hace que la inseguridad transe con el rédito político de alguna de las partes, que por supuesto, muy pocas veces recae sobre los ciudadanos.
Ana Cecilia del Río
D.N.I. Nº 14.852.827
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