“A los Estados Unidos no les gusta mirarse.” La frase es de Robert Redford, con la cual intenta atraer público a su nueva película. Más allá del film, la frase no sólo no es inocente, sino que es una mentira. De las mentiras que más suenan a verdad. No es verdad que no les guste mirarse. Al contrario. Les gusta mirarse. Las películas supuestamente con contenido antinorteamericano no pasan desapercibidas, precisamente, en el norte. Les gusta mirarse y escandalizarse por lo que hacen los dirigentes que ellos votan, sean demócratas o republicanos. Ambos tienen claras las políticas de Estado. Les gusta mirarse, escandalizarse y volver tranquilos a formar parte de esa inmensa torre de latas de duraznos en almíbar. De esas que ya quedan pocas en los supermercados. Cada estadounidense sostiene, como las latas de abajo de esa torre de duraznos, las guerras de su país. Y goza de sus beneficios. Les gusta mirarse, escandalizarse y gozar de los beneficios. Y criticar a la vez todo lo anterior. Así funcionan. Es como cumplir con un ciclo de desligar culpas: pero que las tienen, las tienen. Si uno revisa su historia cinematográfica, la mayoría de las películas condena o ridiculiza a los Estados Unidos o a su gente. O a los Estados Unidos y sus políticas de agresión internacional. Agresión continua y guionada. No conozco a Robert Redford. Quizá sea un bien tipo haciendo negocios. Pero al pan pan, al vino vino y al cine, cine: a los que viven en el norte les gusta mirarse. Se ven feos al espejo en la mañana. Pero en unos instantes se lavan la cara, se peinan y salen a la calle como si nada. Quizás esa noche vayan al cine.

Juan Hnatiuk

DNI 20.012.403