CULTURA DIGITAL › LA GEOLOCACIóN Y LAS REDES SOCIALES
Días atrás, Facebook lanzó en Estados Unidos la aplicación Places, que permite a los usuarios informarles a sus contactos dónde están. La política de no-privacidad de la red de Mark Zuckerberg y sus consecuencias.
› Por Mariano Blejman
Cuando hace unos días Facebook presentó la aplicación Places (lugares) –que permite saber el lugar donde se encuentra un usuario de la red social– lo primero que publicaron los organismos defensores de la privacidad fueron consejos para “desconectarlo”. No por apocalípticos, sino porque, se sabe, la política de privacidad de la red social más grande del planeta creada por Mark Zuckerberg, que ya tiene 500 millones de usuarios, ha sido expresamente confusa desde sus inicios. Para Zuckerberg, claro, todo debería ser público. De hecho, las actualizaciones realizadas a través de los años parecieran haber tenido siempre la intención de marear al usuario con opciones cada vez más complejas. Según el Electronic Privacy Information Center, “la configuración por defecto de Places viola la privacidad en una larga lista de formas, y no es inmediatamente clara para los usuarios”. Por ahora, el servicio sólo está disponible en Estados Unidos y no se sabe cuándo será liberado para Sudamérica.
Hasta ahora, las aplicaciones de geolocación (que permiten saber dónde están los usuarios) que explotaron por los teléfonos inteligentes han permitido mantener un grado más o menos consciente de privacidad, ya que –en principio– se trata de servicios que los usuarios deciden instalar por su cuenta: Foursquare, por ejemplo, es una aplicación para móviles que permite encontrarse con amigos y descubrir lugares, la red social Twitter tiene una opción de “Location”, la red Weegoh también permite ubicar a personas conocidas, la agenda Tasktopía cambia de “cosas para hacer” según el lugar donde se encuentra el usuario. Incluso, la geolocación es usada en algunos teléfonos de Motorola con la aplicación Blur, que les permite a los usuarios saber dónde se encuentra el teléfono en caso de robo, y permite borrar los datos de la agenda a distancia.
Pero la gran diferencia con Places de Facebook (basada en Foursquare) es que la base de datos de usuarios preexiste a la intención de estos usuarios de usar la geolocación, y su configuración viene por defecto “encendida”. Hay dos críticas centrales a la configuración inicial de Places: por un lado, un usuario que no ha autorizado el uso de Places puede ser taggeado (marcado) en una foto por otro usuario que sí usa la aplicación. Y las empresas pueden acceder a los lugares “descubiertos” por otros usuarios, aunque lo haga de forma “privada”. “Tus ‘amigos’ pueden postear en un mapa dónde estás, sin tu permiso”, contó Bridget Carey en el Miami Herald.
Así, los primeros informes de los medios estuvieron dedicados a dar instrucciones para borrar los permisos de la aplicación, antes que difundir la noticia del Facebook Places. Mientras Foursquare maneja una política de estímulos para convertir a los usuarios que más visitan un lugar en majors del lugar, lo de Facebook Places se mete en el uso cotidiano –sobre todo las capas jóvenes– que convive con Facebook como una extensión de su vida.
Sin embargo, el uso de la “geolocación” todavía no es demasiado aceptado por el usuario promedio en Estados Unidos. Aunque Google, Foursquare, Gowalla, Shopckick y Facebook ofrecen habitualmente servicios vinculados al reporte físico de los usuarios y aunque según la National Venture Capital Association se han invertido cerca de 115 millones en start-ups vinculadas a la geolocación, sólo el 4 por ciento de los estadounidenses ha usado algún servicio basado en geolocación y menos del uno por ciento lo usa semanalmente, según la consultora Forrester Research. Hasta ahora, Foursquare tenía “apenas” cuatro millones de usuarios. Apenas un puñado, si se comparan con los 145 millones de Twitter, y mucho menos con los 500 millones de Facebook.
De allí que el salto exponencial que producirá la llegada de Facebook Places a todo el planeta ha puesto en emergencia a las ONG dedicadas a la privacidad. Los creadores del sitio PleaseRobMe.com han llevado la idea al paroxismo: el sitio permitía (fue discontinuado) seguir a un usuario que comparte información on line para saber cuándo puede ser “robado”. “El peligro es decirle a todo el mundo dónde está uno. Si le decimos a todo el mundo cuándo y dónde nos vamos de vacaciones, le estamos diciendo a todo el mundo que no estamos en casa”, dicen. Hasta hace poco, el sitio hacía un seguimiento en vivo de Foursquare junto a información de Twitter para detectar cuándo un usuario no estaba, y avisaba sobre las “oportunidades” para robar una casa. “Nuestra intención jamás fue hacer que alguien sea robado, sino alertar sobre el problema de la privacidad”, reza el sitio. La realidad no tarda en llegar: la semana pasada una banda de ladrones electrónicos fue desarmada en New Hampshire, usando una técnica similar a través de Facebook.
La Electronic Frontier Foundation lanzó una guía de alerta para que se mejoren las aplicaciones basadas en la locación. “La criptografía ofrece formas de no dejar rastros del lugar donde uno está y aun así poder usar aplicaciones de geolocación. Los ingenieros deberían trabajar para mejorar la privacidad”, dicen. Otro emprendimiento para mejorar cuestiones de la privacidad es Diaspora, la red social de código abierto, que liberó su código a la comunidad la semana pasada, pero que ha dicho que usará un sistema de encriptación y permitirá al usuario tener control total sobre los datos. Lo más irónico es que, enterado de la nueva empresa, el fundador de Facebook donó 150 mil dólares.
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