CULTURA DIGITAL › GOOGLE+ ES LA NUEVA RED SOCIAL DE GOOGLE
La nueva apuesta social del buscador organiza los contactos a través de círculos de relaciones, mejora el control sobre la información que se sube y se baja y funciona a una velocidad asombrosa. ¿Llegó tarde?
› Por Mariano Blejman
Al fin, Google lanzó una decente red social que podría hacerle sombra a Facebook. Esta es la primera gran apuesta del flamante nuevo director Larry Page, quien tomó el cargo luego de un decanato de Eric Schmidt. Más que decente, la red social –como sabrán– se llama Google+ (plus) y es la estructura de newtorking que más se parece a como las personas se organizan mentalmente en la vida cotidiana. Fue abierta con invitaciones el pasado 28 de junio, y, en los últimos días, luego de una “insana demanda” y la venta de accesos en E-bay, los ingenieros decidieron seguir creciendo con “cuentagotas”. Página/12 accedió a una invitación de Google+ y luego de unos días de “uso”, ofrece algunas anotaciones sobre la nueva gran cosa del gigante de Mountain View. Tres buenas características hacen a Google+ un desafío para Facebook: velocidad, privacidad y sentido común. Dos motivos que hacen dudar sobre su éxito: tal vez haya llegado un poco tarde, y tal vez el usuario final termine confundiéndose.
El mayor cambio que propone Google+ (plus.google.com) en el universo de las redes sociales es la posibilidad de dividir los mundos de relaciones de una forma más o menos parecida a la estructura mental que las personas tienen con sus conexiones. Hasta ahora, la microhistoria de las redes sociales determinó que –en general– Facebook se use para la vida personal, LinkedIn para las relaciones laborales y Twitter para seguir a la gente por intereses y afinidades. Presumidos, pero no presuntuosos, los de Google+ pretenden un espacio que pueda hacerlo todo y de manera más o menos ordenada. La propuesta es “manejar” las relaciones a través de círculos, lo cual permite compartir algunas cosas con algunas personas y no con otras. En Google+ se organizan las relaciones en círculos sin tener que pedirles permiso (vamos a decir, de una forma más parecida a Twitter que a Facebook). Hasta ahora, la única red que permitía organizar diversos mundos era Sonico.com, una red social creada en Argentina que organizaba la red entre familiares, conocidos y laborales.
La integración de Google+ con el resto de las cuentas como Gmail, GDocs, etcétera, es notablemente mejor que el malogrado Google Wave, y la velocidad con la que funciona es alucinantemente más rápida. Pero Google+ va un paso más allá en su ambición por concretar su penetración en las redes sociales: permite controlar nuestra identidad ante cada una de las personas que conocemos. Y para “verificar” si lo que el usuario hace es lo que quiere hacer, Google+ permite observar el propio perfil como si uno fuera otro. Es decir, si uno quiere compartir información entre sus amigos, pero preferiría que su mundo familiar permaneciera al margen, sólo basta con enviar un post al círculo de “amigos”, y para asegurarse de que su madre no vea las fotos que no quiere mostrar, el usuario puede hacerse pasar por su madre para ver qué vería ella de él.
Más allá del aspecto psicológicamente perturbador de la anterior descripción (eso de hacerse pasar por la madre de uno), la propuesta de Google+ mejora notablemente la privacidad de los usuarios. En su flamante lanzamiento, Google+ escuchó una histórica demanda de los usuarios de Facebook: la posibilidad de decidir si uno acepta o no ser “taggeado” o mencionado en una foto que publicó otro usuario. Google+ les permite a los usuarios mantener su perfil social de manera oculta e incluso ocultar algunos círculos para que otros usuarios no puedan ver cuáles son sus relaciones. Este es un punto importante: hasta la llegada de Facebook, los seres humanos urbanos no estaban dispuestos a abrir sus agendas, sus relaciones y sus contactos a todas sus relaciones y contactos. Google+ pretende recuperar esa posibilidad de qué mostrar a quién.
A diferencia de Facebook, LinkedIn y Twitter, la base de usuarios de Google+ no arranca de cero: Gmail está integrado en la vida de unos 200 millones de usuarios en el mundo (contra los 600 millones de Facebook, que ha empezado a decrecer en Estados Unidos), pero con una creciente penetración móvil en teléfonos inteligentes con Android, que integran calendario, agenda y ahora fotos automáticamente a la red social a medida que se van sacando. Además, Google+ tiene opción para encontrar “fotos donde aparezco” que usa un fabuloso software de reconocimiento facial, y una opción de organizar videoconferencias de hasta diez personas.
Por último, hay una función esperada por aquellos poco amantes de la nube digital: Google+ tiene la posibilidad de bajar la información personal completa de la red social a través de “takeout”, la opción desarrollada por ingenieros de Google en el The Data Liberation Front (El Frente de Liberación de Datos), la antítesis épica de lo que sucede en Facebook, que todavía debate si dejar que sus usuarios bajen su data.
Los seres humanos necesitan de contexto para organizar sus relaciones sociales: uno no hace lo mismo en el trabajo, que en la escuela, que en su pieza o entre amigos. El contexto define quiénes somos o al menos qué hacemos en un momento determinado. Lo mejor que tiene Facebook o LinkedIn es que estas plataformas ofrecen un contexto: entrevistado hace un tiempo para este diario, Esteban Kozak, de LinkedIn, decía que uno pone en esta red social para profesionales “todo aquello que jamás pondría en Facebook”. En Internet, los comportamientos de los seres humanos son más bien histéricos, así que nunca se puede saber qué pasará con una red social que parecía que se iba a comer el mundo (veamos el caso de MySpace, por ejemplo, que se vendió por unos pocos millones de dólares en las últimas semanas).
Pero, en principio, lo que funciona bien para diferenciar el contexto es que uno “sabe” que si está en LinkedIn actuará, escribirá y posteará de una manera acorde con el mundo empresario, mientras que si está en Facebook funcionará de manera diferente. Si bien la propuesta de Google+ es fascinante desde lo conceptual, el problema es que aquí cada “mundo” carece de contexto y esto, tarde o temprano, se traducirá en mostrarle algo a alguien que tal vez no debería ver. Tal vez Google+ esté llegando tarde a la generación del hábito. Trabajar con círculos de relaciones ante cada posteo o cada intento por compartir algo puede ser trabajoso y confuso: en algún momento vamos a equivocarnos, y si equivocarse no tiene importancia, entonces los círculos de relaciones no tienen sentido.
Un uso extendido de Google+ genera una mayor dependencia de una sola cuenta: si bien hasta ahora es relativamente sencillo abrir una nueva casilla de Gmail cuando la que está en uso se llena, abrir una nueva cuenta social es un trabajo que nadie querrá hacer. O bien Google amplía el tamaño de las cuentas de Gmail, o habrá que empezar a pagar por los correos un costo demasiado alto, teniendo en cuenta la tremenda cantidad de información que los usuarios le intercambian a Google, a cambio de un buen servicio. Por cierto, por ahora Google+ devela nuestro correo cuando queremos contactar a alguien que no está dentro de nuestros círculos, y la plataforma no permite usar otras identidades, como sí lo hace Gmail. Es decir, tarde o temprano, los usuarios terminarán develando su cuenta de Gmail, aunque jamás la usen para el correo.
Por último, el usuario –uff– deberá prepararse para una nueva tonelada de correos electrónicos no deseados pero que tampoco podrían considerarse spam: los famosos avisos automáticos de acciones que ocurren en las redes sociales que tienen la casilla de los usuarios –incluido este cronista– plagada de basura que quiere recibir. Es el precio a pagar para saber si uno es mencionado. Para terminar, habría que recordar –como suelen recomendar los expertos en seguridad– que la única información que está verdaderamente resguardada es aquella que todavía no se subió a la red. Para todo lo demás, está el Gran Hermano.
@blejman / @cult_digital
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