CULTURA DIGITAL › SE PRESENTó EN EL CES 2012 UNA HELADERA QUE “MANEJA LA DIETA FAMILIAR”
La expresión creada por el investigador Kevin Ashton hace trece años comienza a tomar forma: las cosas se conectan entre sí a través de Internet y toman decisiones sin consultar. ¿Fantasía o realidad?
› Por Mariano Blejman
Hace un tiempo, la empresa de routers Cisco difundió una infografía donde mostraba las bondades de lo que empieza a llamarse “la Internet de las cosas” cada vez con más ruido. Artefactos conectados entre sí, conversando sin que los mortales lo sepamos, nos enteremos, o tomemos alguna decisión al respecto. ¿Seremos más o menos humanos si nuestras cosas se comunican y toman decisiones sin preguntarnos? ¿Cómo va a afectar esto a la forma de pensar de los seres humanos? No sólo autos, aviones o trenes conectando su motor a Internet, sino también información sobre el peaje, cafeteras, heladeras, zapatillas, remeras, cualquier cosa conectada, incluso animales que no son cosas, pero por ahora no saben navegar. Según Cisco, en el año 2008 la cantidad de “cosas” conectadas a Internet pasó a ser mayor que la cantidad de gente habitando la Tierra. Cisco estima que en 2020 la cantidad de cosas conectadas a Internet llegará a 50 mil millones de objetos. Las posibilidades son ilimitadas, siempre y cuando se estandarice rápidamente la nueva versión de IPv6, que tiene la suficiente cantidad de números IP como para cada grano de arena del desierto del Sahara. Eso se suele decir.
La empresa Sparked monitorea vacas, Corventis monitorea enfermos cardíacos, pero esto se trata de algo más: de cosas charlando. La teoría futurista de la infografía de Cisco muestra como es posible sincronizar todos los artefactos cotidianos. Por ejemplo, ante un embotellamiento camino al trabajo, los objetos pueden comunicarse para modificar el funcionamiento del reloj despertador (para despertarse más temprano de lo convenido, por ejemplo) y poner la cafetera a funcionar minutos antes para llegar al tren a horario. Pero también el auto puede avisarle al despertador que no tiene nafta y que es necesario adelantar unos minutos el desayuno. Esas cosas de Stanley Kubrick. El tema es que ya no es tanta futurología como hace uno o dos años: habría sensores microscópicos con conexión a Internet para medir la salinidad del agua y para medir cambios climáticos con una cierta anticipación. La cantidad de tráfico generado por una sola casa podría ser en unos pocos años mayor que la cantidad de tráfico generado en toda Internet hace apenas dos o tres años.
Pues bien, esta no es la única forma en que los aparatos se conectarán entre sí. En algunos casos, ni siquiera se necesitará Internet para conectar artefactos que funcionen de manera inteligente. Hace unas horas se presentó en el CES 2012 (Consumer Electronic Show), en Las Vegas, un sistema que sirve para monitorear todas esas cosas que uno suele perder dentro de la casa: las llaves, la billetera, un bolso. Lo desarrolló una empresa que se llama Cobra Electronics junto con otra llamada Phone Halo y funciona de la siguiente manera: se pone un marcador físico (algo así como un llavero) en el artefacto que suele perderse. Luego se busca con una aplicación desarrollada para el iPhone, ya que el marcador se conecta con el teléfono por bluetooth y que tiene posicionamiento satelital con GPS. Se supone que lo que no encuentra el GPS lo encuentra el Bluetooth. El artefacto se llama Cobra Tag G5 y usa un sistema de “smart bluetooth” para avisar cuando el teléfono se separa demasiado de las llaves, y cuestiones así. Es cierto que poner un “marcador” dentro de una billetera puede ser algo engorroso, pero es cuestión de que los artefactos se hagan cada vez más chicos. Cuestión de tiempo. La aplicación desarrollada por Cobra Tags no necesita estar exclusivamente cerca del teléfono: se puede comunicar por correo con el usuario o mostrar una posición en Google Maps donde alguien dejó su billetera.
No es lo único que se está mostrando en el CES en ese sentido de conectar artefactos: LG presentó una nueva heladera que tiene un “administrador de salud”, una herramienta en la cual la heladera controla y mantiene la dieta familiar, manda los recibos por correo, y avisa cuando se están acabando algunos productos. También Samsung presentó ayer una heladera inteligente con aplicaciones en la puerta. El chiste era: “¿Tweeteará la heladera ‘oh, me queda un sólo huevo?”. Además se presentó en el CES un helicóptero que hace transmisión en vivo por wifi llamado Wi Spy, o sea, sirve para espiar a los vecinos (ya que si pierde señal, pierde conexión).
No se trata sólo de que los objetos se conecten entre sí, sino que tomen decisiones que podrían ser importantes para los seres humanos (nosotros). ¿Se podrán programar para que tomen decisiones políticas? Se le podría pedir a la heladera que, por ejemplo, sólo compre alimentos orgánicos. Hace unos días, se conoció la patente de Google Autonomous Car, un auto diseñado por el gigante buscador que podría manejar sólo por las calles, con ayuda de información georreferencial, GPS, mapas y sensores de velocidad y movimiento. Consultado sobre el proyecto, en septiembre el ex CEO Eric Schmidt dijo en una conferencia que los autos de Google “podían manejar mejor que un ser humano... cuando está borracho”.
Según se lo autoproclama el pionero británico tecnológico Kevin Ashton, investigador del MIT, él es uno de los mentores de la frase de la “Internet de las cosas”, y la expresión surgió según él en una presentación que hizo para Procter & Gamble en 1999. Pero hay otro investigador que escribió sobre la “Internet de las cosas”: se llama David Orban y suele dar conferencias por todo el mundo contando cómo la cantidad de direcciones de Internet disponibles es 10 a la 36, y la cantidad de átomos es de 10 a la 80. O sea, los átomos no podrán tener IP propia, deberán compartir conexión a Internet. Al menos hasta que haya una nueva versión de direcciones de Internet.
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