CULTURA DIGITAL › REVISIóN DE LA MACBOOK PRO, RECIéN LLEGADA AL PAíS
El producto estrella de Apple llega al país, aunque todavía sin la famosa resolución “retina” de 2880 x 1800 px. La notebook ofrece gran estabilidad, impecable perfomance e invita al consumo permanente.
› Por Mariano Blejman
Ella es así. Bella e impenetrable. Límpida, minimalista, potente y, la verdad, lo convierte a uno en un ser bastante dependiente. Un misterio de la naturaleza, demasiado perfecta como para ser cierta: algo debe esconder debajo de tanta hermosura. Ella es cara y no le molesta decirlo. Para poder usarla hay que ponerse: 12, 15, 18 y 24 mil pesos, al menos, dependiendo del traje que lleve puesto. Es una de las cuarenta extranjeras que llegaron al país desde China (ése es su stock en el iPoint), flaquita (un poco más de dos kilos) pero bien mantenida, liviana y sólida a la vez y un tanto exigente: invita permanentemente al consumo, esclaviza con su mirada, imposible mover nuestras cosas para otro lado una vez que la hemos conocido. Ella es la MacBook Pro, recién llegada al país, valiente entre cepos y sapos, es una que anda siempre en las nubes aunque irónicamente tiene memoria de elefante. Ella guarda algunos secretos: según cómo se la toca reacciona de manera diferente. Su “touch pad” no hace lo mismo cuando uno la toca con uno, dos o cuatro dedos. Y mucho menos si se la pellizca y se le da vueltas.
Ella ama a su Dios Steve por sobre todas las cosas. Pide estar siempre conectada con su iGlesia. Es el artefacto de culto de la sociedad hipermoderna, en ella invirtieron miles de millones de dólares y su Dios –y sus adláteres del iPoint– está dispuesto a recuperarlos: la flautista atrae a sus presas con ruiditos que dan placer. Nuevo tótem. Es productiva ella, hasta siete horas puede darle sin parar. En ella, la imagen lo es todo: sus procesadores quad core de Intel Core, su velocidad de 3.7 Ghz, permiten funcionar a toda velocidad, sumado al nuevo procesador gráfico Intel HD Graphics 4000 que acelera el rendimiento hasta un 60 por ciento. Allí es donde ella hace la verdadera diferencia: en los juegos, los videos, los gráficos de última generación funcionando a todo lo que da, ofrece alto rendimiento, permite editar un largometraje HD en tiempo real y se conecta a los periféricos con alta perfomance.
La MacBook Pro es un despilfarro de tecnología aplicada inicialmente al boludeo –es una masa, hay que decirlo–. Los cráneos de todo el planeta desarrollando software de reconocimiento facial, realidad aumentada y comunicación en tiempo real para crear aplicaciones tremendamente bobas como Photo Booth: este programa que identifica y deforma partes de su cara o de su cuerpo para grabar unos videos divertidísimos para los niños que tiran miguitas sobre el teclado. Ella está integrada a su entorno, está bien conectada y sus puertos abren grandes posibilidades laborales. A través de un Apple Thunderbolt Display se pueden conectar hasta ocho canales de audio y video y sus conexiones usb 3 permiten conectarse hasta diez veces más rápido que con los usb 2. Sus medidas son perfectas (13 o 15 pulgadas), dependiendo de la billetera del galán. Su color es el esperado: es atenta y estable, aunque muy cada tanto se cuelga y no responde a sus mandos naturales.
Como en toda su familia, ella lo sabe todo. Sabe quién sos, qué comprás, cuál es tu tarjeta de crédito, desde dónde te conectás y cuáles son tus otros artefactos con los cuáles consumís. Pregunta, pregunta, pregunta y no deja que nada se le escape (a veces pregunta, a veces investiga sin avisar, a veces le entrega tus datos a otro y tampoco te avisa). Ella se asegura de que seas vos y que sepas lo que estás haciendo, sobre todo a la hora de comprar. Ella es bastante reacia al libre albedrío, prefiere hacer las cosas como le enseñaron y no como el usuario le pide, y –lo que es peor– para hacerla cambiar de idea hay que romperla (dígase, jailbreak). De cualquier manera, hay algo seguro: muy pocos saben cómo funciona internamente. Ella tiene códigos, pero códigos cerrados.
La MacBook Pro hace streaming a 720 pixeles, tiene tecnología bluetooth 4.0 y tiene el famoso trackpad multitouch. Su estabilidad y simpleza invita a comprar todo en un único lado: la mercadería es buena, un AppStore cargado de novedades con cientos de miles de aplicaciones. Hacerle click es tan sencillo que hasta comprar satisface vivir en la dependencia. Eso sí, la MacBook Pro es un viaje de ida como todo en el mundo Apple: una vez que se ingresa a la iCloud, ésta fagocita nuestros sueños y nos convierte en un objeto para ser consumidos por ella.
Aunque, como suele suceder en estos casos, lo que llega al barrio no es lo último de lo último. Es sabido: uno siempre quiere lo que tiene el otro, las noticias que llegan de Estados Unidos hablan de una nueva MacBook Pro con retina display, “la computadora más bella que jamás hayamos hecho”, según dijeron los mismos de Apple. “Retina display” es una nueva tecnología que obtiene en la pantalla una resolución de 2880 por 1800 pixeles: la más grande jamás conseguida por una notebook de escritorio. Por suerte, ella ya se va rápido de nuestras manos, haciéndonos acordar de que alguna vez la deseamos: lo bueno siempre dura poco para la mayoría de los mortales.
@blejman
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