CIENCIA › DIáLOGO CON ELIDA LOIS, FILóLOGA, INVESTIGADORA DE LA UNSAM
Saltar de los fotones a Alberdi, de los hongos a la filología, de la filosofía medieval a la crítica genética... puede dar un panorama amplio, pero a veces marea... A los tumbos, el jinete trata de nadar en esas aguas mezcladas sin ahogarse.
› Por Leonardo Moledo
–Usted es filóloga.
–Sí.
–A veces me cuesta pasar de los fotones o las proteínas a la filología en sólo un par de minutos.
–Bueno, qué le va a hacer. Es la vida que eligió.
–Eso es lo que le dice Hyman Roth al Padrino. Quedamos en que usted es filóloga.
–Soy filóloga, investigadora del Conicet y dirijo el Centro de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Mi proyecto principal es la edición del archivo documental de Juan Bautista Alberdi, que se conserva en la Biblioteca Furt de la Estancia Los Talas de Luján. Llevamos adelante la investigación sobre ese material bibliográfico y documental.
–¿Por qué hace falta un filólogo para hacer esa edición?
–La obra completa de Alberdi que se conoce ocupa ocho volúmenes y a su muerte se publicaron los escritos póstumos, que ocupan otros dieciséis volúmenes, a partir de kilos y kilos de papel, que son borradores...
–Estos tipos eran grafómanos, ¿no?
–Sí. Además, leer esos borradores es meterse en un laberinto. El tema es cómo escribía Alberdi, que tenía una letra espantosa, todos sus corresponsales se quejan de sus jeroglíficos. En las cartas aparece constantemente eso; cuando le contestan le dicen “interpreto que usted dice que...”. Ni él mismo podía releerse, entonces, no corregía, escribía las cosas una y otra vez. Es curioso: tenía el mismo método de escritura que Kafka, a diferencia de Flaubert, que escribía y corregía todo minuciosamente; por eso sus manuscritos están tan reescritos. Además, guardaba todo, de esos enormes volúmenes de textos se ocupa la crítica genética de París.
–¿Ve? Ahora aparece la genética. ¿Qué es la crítica genética?
–Es algo bien distinto a la genética biológica.
–Seguramente...
–Y se refiere al estudio de la génesis de la escritura, que no avanza linealmente, sino que va y vuelve. Porque la escritura es reescritura, eso lo han demostrado muy bien las ciencias cognitivas. Es un constante ida y vuelta.
–¿Usted hace crítica genética?
–Sí, soy la autora de la única edición crítico-genética del Martín Fierro, Don Segundo Sombra y de parte de La Guerra Gaucha.
–¿Y en qué consiste concretamente?
–Hay que ubicarla en el campo de los estudios de la literatura, a partir de la teoría de la recepción y el estudio del proceso de lectura iniciados en las décadas de 1960 y 1970. Es el estudio de la producción de escritura a partir de borradores o pretextos.
–¿Busca pretextos para qué?
–No, pretextos en el sentido de “textos previos”.
–Espere, entonces pongamos un guión.
–... a partir de borradores o pre-textos, porque el estudio de esos materiales previos determina que la escritura retrocede, va y viene, se relee. Cuando uno ve borradores, ve cómo se tacha y se reestructura y todo eso es significativo. Nos interesan todos los escritos anteriores a un momento provisoriamente definitivo.
–¿Y qué significa “provisoriamente definitivo”?
–La noción de texto como algo terminado es el de aquel que se imprimió y se vendió en miles de ejemplares idénticos. Esta noción convencional de texto aparece a fines del siglo XVIII en los países centrales. Pero cuántos autores hay que reescriben y republican su obra, por ejemplo los tres primeros poemarios de Jorge Luis Borges son un ejemplo, incluso de cómo pequeñas correcciones cambian la obra. A partir del estudio de los materiales previos de las versiones provisoriamente definitivas se ve que la manera normal de escribir es retroceder. Lo que es lineal es la lectura, no la escritura.
–Y todo eso desapareció con la computadora.
–Sí claro, como material sí, pero yo les pregunté al respecto a varios escritores, entre ellos a Juan José Saer, y diría que la mayoría imprimen en papel y luego corrigen sobre esa versión. Le aclaro que nunca conocí a un escritor interesado en esto del estudio de la producción.
–¿Qué nos dice esa historia de la producción?
–Estoy convencida de que, más allá de los intentos por teorizar, cada proceso de escritura es un mundo y en el caso de Alberdi vale la pena describirlo por lo que significan tanto él como sus propuestas de construcción de un Estado nacional.
–Y para llegar a ese mundo del autor, se utilizan las herramientas de la crítica genética...
–La crítica genética surge en pleno postestructuralismo. Es curioso porque en esa época se postula “la muerte del autor” y sin embargo el mismo Foucault dice que hay discursos fundacionales, como los de Marx y Freud. Esto es, sujetos individuales que logran cambiar “la lengua del otro”. Más allá de la voz social o de clase. Y en el siglo XIX tanto Sarmiento como Alberdi han sido autores de discurso fundante. Postulando ideologemas como “Civilización y Barbarie” o “Gobernar es poblar”, condensaron representaciones y percepciones que se lograron instalar e influyeron en la sociedad. No se puede negar la existencia de un autor productor de discurso, por eso tiene sentido leer y descubrir lo que surge de los borradores del Crimen de la Guerra de Alberdi.
–Cuénteme por qué es interesante leer borradores.
–Por las cosas que se descubren. Los genetistas estudian rizomas. En el caso de Alberdi, y cómo ya le dije, él escribe borradores que empieza una y otra vez. Lo que sucedió es que en 1895, once años después de su muerte, los publicaron ordenados por temas y se perdió la temporalidad de su escritura. Y la obra de Alberdi no se entiende si no se sigue esa temporalidad. Se hizo una ensalada con lo que era una progresión escritural. Por eso nosotros estamos tratando de reconstruir la temporalidad de su escritura. Allí descubrimos que lo que parecen contradicciones la mayor parte de las veces son rectificaciones. En las reescrituras vemos procesos, conceptualizaciones, a partir de sus dudas se crean conocimientos. Se ve un crescendo; cómo se plantea problemas cómo los resuelve, los rectifica, o los abandona.
–O sea, usted sigue la marcha de su pensamiento.
–Eso es, sí. Eso es el proceso de escritura. Mi trabajo, más que la práctica de una teoría, es un estudio a partir del hecho de la escritura.
–¿Cuáles son los temas acerca de los que escribe Alberdi allí?
–Se encuentran temas como el Derecho de Gentes; el tema de la neutralidad; “Pueblo Mundo”, que es la propuesta de una asociación universal con autoridad para arbitrar e intervenir.
–Cuénteme sobre su estudio del Crimen de la Guerra.
–El texto surge a partir de un Concurso de Ensayos al que había convocado la Liga Internacional por la Paz en 1869. En primer lugar, Alberdi escribe que el “derecho de la guerra” es un oxímoron, porque son dos opuestos, ya que donde hay guerra hay una violación al derecho. Tiene una postura muy radicalizada. Para él esa contradicción se puede paliar con una reforma del derecho internacional, constituir una autoridad supranacional que tome resoluciones que impidan la guerra. Es un escrito precursor de la futura Organización de las Naciones Unidas. Era la primera vez que no escribía para lectores argentinos o sudamericanos, su objetivo era ser reconocido por la intelligentzia europea, ser un escritor inter pares, quería mostrar que era una voz más, que no era menos que los otros. El texto construye una teoría jurídica, empieza con un enfoque histórico. Es notable también que por entonces nadie hacía planteos de derecho internacional. A diferencia de Sarmiento, Alberdi quiere escribir para el mundo. Tras haber sido legislador en su país, quiere legislar para el mundo.
–Y plantea...
–Entre otras cosas, quiere cambiar el concepto de ejército por el de “soldado del mundo”, como servidor social; escribe acerca de la incentivación del comercio, y una verdaderamente inédita Teoría del Derecho Internacional. Las ideas del Crimen de la Guerra son hasta tal punto novedosas que en el año 1913 el presidente de la Asociación de Derecho Internacional las redescubre, las hace traducir al inglés, y pone en el prólogo, “si este libro se hubiera escrito en inglés o en francés, sería la Biblia de las organizaciones pacifistas”. O sea que el estudio de estos procesos de producción nos lleva también a la problemática de la producción intelectual desde los márgenes, porque el intercambio es desigual también en la producción simbólica, es evidente que hay condiciones que hacen que ciertas ideas circulen y otras queden silenciadas.
–¿Y se encuentran marchas y contramarchas en esos borradores?
–Alberdi recomienza algunos capítulos, a partir del esquema de un cuadro sinóptico, los matiza, vemos vaivenes, reelabora el concepto de neutralidad. De una posición muy terminante llega a la conclusión de que hay casos en los que no se puede ser neutral. Esto se lo ve una vez reconstruida la temporalidad de la escritura. Hasta que en determinado momento le hace agua la idea de la asociación internacional, en plena guerra de la Triple Alianza: corría el año 1869. Su planteo es que cuando las naciones más poderosas se unen, se perjudican las más débiles, ahí se le desarma su teoría inicial. En otra parte abandona su tono de tratadista, vuelve al discurso panfletario y escribe contra la Guerra de Paraguay y critica a Carlos Calvo, que era más moderado. Termina los borradores con una conciencia muy fuerte de la fractura Norte-Sur del mundo. Es un momento muy revelador, la obra se interrumpe justo ahí y no sabemos por qué.
–Entonces hagamos eso, interrumpamos aquí, con esa revelación. Y ahora me tengo que ir a hablar de partículas elementales, y después de algas.
–Que tenga suerte.
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