Mié 23.02.2011

CIENCIA  › DIáLOGO CON LILIANA MOLA, BIóLOGA DE LA FCEYN, INVESTIGADORA DEL CONICET

Una mirada dentro de las células

El jinete hipotético salió un poco mareado de esta entrevista, plagada de detalles que le resultaron excesivamente técnicos. Pero de todas maneras se quedó asombrado ante los complejos procesos que ocurren dentro de las células.

› Por Leonardo Moledo

–Cuénteme en qué consiste su trabajo.

–Mi rama de investigación es en citogenética.

–¿Por qué no me explica qué es?

–Bueno, la citogenética como rama de investigaciones es bastante antigua, empezó a principios del siglo XX por la unión de la genética y la citología. A principios de siglo no se sabía mucho: cuando se empezó a conocer la existencia del núcleo y de los cromosomas, comenzó esta rama, que estudia el comportamiento y las características de los cromosomas dentro de las distintas especies. Se vio que había diferencias en cuanto a número, tamaño, formas. Lo que se conoce normalmente son los cromosomas llamados monocéntricos (es decir, los de la típica foto del cromosoma como una cruz; donde se cruzan las cromátidas está el centrómero). La gran mayoría de los cromosomas son así. Pero yo estudio la rareza: es decir, los organismos que tienen cromosomas holocéntricos: aquellos que, cuando uno los ve en el microscopio, no tienen centrómero.

–¿Y por qué?

–Bueno, es difícil.

–Vamos igual.

–El centrómero, que es lo que uno ve al microscopio, es una zona más delgada. Pero a su vez, a microscopía electrónica, se ve que adosada a la zona del centrómero hay una estructura de proteínas que se llama cinetocoro, que es donde se unen las fibras para hacer los movimientos de los cromosomas en mitosis o en meiosis. Mitosis, es decir, la división en células iguales y meiosis para dar las gametas, es decir, las células de la reproducción (como espermatozoides y óvulos en el caso de los humanos).

–Reexpliquemos.

–Cada cromosoma tiene una cadena enrollada, pero no tiene solamente eso. El humano tiene 46 cromosomas. Cuando el ADN se empaqueta, se empaqueta para poder dividirse, y después se vuelve a desenrollar. Entonces cuando el ADN se empaqueta, asume tradicionalmente la forma de la X, con un centro bien definido. Pero lo que yo estudio, le decía, son grupos que no tienen esa unión: en lugar de estar cruzadas, se ven como dos bananas una al lado de la otra. En mitosis (cuando se tienen que dividir) presentan el cinetocoro (la placa de proteínas) todo a lo largo. En vez de presentarlas en un solo punto, la presentan todo a lo largo. Entonces cuando se dividen, lo hacen como dos bananas paralelas. Y si bien son raros, están presentes en muchos insectos: las mariposas, las libélulas, las chinches, algunos escorpiones. Y en las plantas, en todo lo que se conoce como juncos.

–Bueno, muy bien. Es difícil, pero espero que haya quedado más o menos comprensible. Ahora le voy a preguntar qué es lo que quiere averiguar de ese tema que investiga.

–Mi estudio tiene dos partes. Una parte es estudiar lo que se llama evolución entre las distintas especies de un grupo. La otra parte es tratar de analizar un poco cuáles son las estructuras de estos cromosomas. Sobre la estructura de este tipo de cromosomas no se sabe mucho, porque son grupos poco estudiados.

–¿Y cómo es la estructura?

–Dentro del cromosoma hay zonas que son de ADN repetitivo, zonas que son de ADN medianamente repetitivo...

–Ese es el ADN basura, ¿no?

–“Egoístas” digámosle, mejor que basura. No se conoce función a muchas de estas zonas repetitivas, no sabemos si tienen alguna función o si la tuvieron alguna vez. Es “egoísta” porque se replica cuando se replica el resto del ADN que “sirve”. Aunque cada vez se encuentran más funciones para este ADN. El término “basura” se usaba cuando no se le encontraba absolutamente ninguna función.

–Y aparte de la descripción, ¿qué otras preguntas guían la investigación? Aunque sean preguntas sin respuesta, siempre hay una conjetura.

–Algunas de las preguntas ya tienen alguna respuesta. El estudio particular que hacemos no es tanto de la parte descriptiva, sino el análisis de su comportamiento en la meiosis, es decir, cuando se dividen para dar las gametas. En estos cromosomas hay dos tipos de división meiótica que, si bien terminan dando gametas iguales, lo hacen mediante un mecanismo distinto. Nosotros estudiamos cómo se dividen y trabajamos en teorías sobre el comportamiento de los cromosomas. Tenemos que tratar de averiguar por qué en unos organismos se comportan de una manera y en otros, de otra. La pregunta es por qué evolucionaron estas dos maneras distintas.

–No hace falta ni que le haga la pregunta entonces.

–No. Y eso estaría sujeto a distintos mecanismos de selección natural. Acá viene mi hipótesis: dado que el producto final es el mismo, y que ninguna de las formas reporta ni beneficio ni perjuicio para los individuos, en algunos grupos se puede haber desarrollado lo que se llama una “meiosis invertida”.

–¿Qué es?

–Normalmente se dice que la primera división es reduccional (se divide el número de cromosomas) y la segunda división es ecuacional (las cromátidas, que son cada una de las patitas de la X, se separan). Algunos organismos hacen este proceso al revés: primero se separan las cromátidas y migran a cada polo y después se reduce a la mitad. Lo que yo creo es que este tipo de meiosis se desarrolló en el transcurso de la evolución y que, como son neutros o adaptativos desde el punto de vista evolutivo, permanecen. La pregunta es cuál de ellos vino primero. Y para eso tenemos que remontarnos muchísimo tiempo atrás. Lo interesante es que esos dos tipos de meiosis caracterizan a grupos grandes. No es que yo tengo una libélula que tiene meiosis pre-reduccional (que es como se llama una de esas meiosis) y una libélula que tiene post-reduccional. No. Todas las libélulas tienen meiosis post. Todas las chinches tienen pre. Por eso le digo que esta selección, si es que la hubo, ocurrió en los inicios de la diversificación de los grupos. Y eso puede tener que ver, y esta es mi hipótesis, con la necesidad de conservar la placa cinetocórica en la meiosis. Recuerde que la placa cinetocórica es la placa de proteínas adosada al centrómero y de la que ya hablamos.

–¿Y por qué se quiere conservar eso?

–Porque si los cromosomas no tuvieran placa cinetocórica, esa estructura proteica de la que hablamos al principio no podría moverse.

–¿Y es neutral desde el punto de visto evolutivo?

–Bueno, ésa es una de las hipótesis. Pero no es un tema fácil: no se puede encontrar una causa única. Puede haber muchísimos factores que intervinieron en la aparición de estos dos tipos diferentes de meiosis.

–Usted estudia entonces mecanismos que surgieron con la evolución. Pero es a veces difícil pensar que la evolución haya podido armar este tipo de cosas, lo cual hace que mucha gente crea en el diseño inteligente.

–No me gusta la palabra “armar” en este caso. Las cosas están. Uno tiene variedades dentro de las poblaciones. Dentro de esa variedad, los individuos que por algún motivo tienen algo en particular que los hace más aptos para el ambiente en que viven, van a dar mayor descendencia; con el tiempo se van a ir seleccionando y vamos a obtener homogeneidad.

–¿Y ése fue para usted un proceso puramente laico?

–Sí. Mi religión se acabó con la comunión. Yo no creo que haya una mano divina que haga que las cosas sean lo que son.

–Dios hubiera hecho las cosas más simples, ¿no? ¿Para qué dos tipos de meiosis, si una sola ya sirve y es suficiente?

–¡Sí, claro! Es un poco ridículo...

–Digamos que si hay un diseño inteligente, ese diseño está muy mal hecho.

–Puede que sea un diseño, pero no demasiado inteligente.

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