CIENCIA › DIáLOGO CON GERVASIO PIñEIRO, INGENIERO AGRóNOMO
Los ecosistemas son como máquinas: funcionan según balances de energía y se puede calcular su potencia, reciben “subsidios” de combustibles fósiles y los flujos internos se pueden manejar científicamente para hacerlos más eficientes. Son el objetivo de una rama de la ciencia: la biogeoquímica.
› Por Leonardo Moledo
–Usted es ingeniero agrónomo, supongo. Lo digo porque estamos en la Facultad de Agronomía de la UBA. No es una deducción brillante, lo admito, pero...
–... pero es cierta. Soy, en efecto, ingeniero agrónomo.
–Investigador del Conicet, supongo...
–Investigador del Conicet. Y docente de la cátedra de Ecología...
–... y aquí tengo anotado que usted se ocupa de una rama medio nueva de la ciencia...
–... que se llama biogeoquímica...
–... muchos puntos suspensivos... Perdón, muchos puntos suspensivos.
–Lo que hace esta subdisciplina es estudiar los ciclos de los nutrientes y el flujo de la energía a través de los ecosistemas, es decir, cómo fluye la energía desde las plantas que la interceptan y cómo se ciclan los nutrientes dentro de un ecosistema. Lo que intentamos luego es aplicar los marcos teóricos de la biogeoquímica y de la ecología a los sistemas agropecuarios, de tal modo que podamos captar energía sin destruir los ciclos.
–La definición de “ecosistema” a veces me parece un poco, digamos, lábil. ¿Cómo lo define usted?
–Un ecosistema tiene una parte biótica y una abiótica. La parte biótica son todas las cosas vivas.
–Pero, ¿cómo traza los límites?
–Los ecosistemas tienen una variable espacial específica que puede ser muy diferente. Un ecosistema, por ejemplo, puede ser el rumen de una vaca: hay distintas bacterias que interactúan. Un ecosistema grande podría ser toda una selva, donde seguramente uno podrá definir ecosistemas más chicos. Básicamente, uno pone los límites de acuerdo con lo que quiera estudiar. Puede ser una boca, una panza, un pedacito de un tronco o un bosque entero.
–¿Cualquier cosa puede ser un ecosistema?
–No, claro que no. Tiene que haber sí o sí cosas bióticas (animales, plantas) y abióticas (nutrientes, minerales, etcétera). Lo que en general necesitamos para decir que hay un ecosistema es que se ciclen los nutrientes, que haya poblaciones de animales y de vegetales que capturen energía y la hagan fluir en el ecosistema. Tiene que haber una cierta relación entre las poblaciones y tienen que formar una comunidad.
–Supongo que cuando ustedes hablan de energía que entra y sale, de balance de energía, la miden.
–Sí, claro. La energía que capturan las plantas es la que mueve todo el funcionamiento del sistema. Hacen fotosíntesis y después queda.
–Es interesante: si ustedes miden la energía que entra y sale, el balance puede ser positivo o negativo. Si es positivo, también hay una cierta potencia que se mide en vatios.
–Claro. Hay otra persona que trabaja aquí que se dedica al estudio de lo que usted me acaba de decir.
–Si un ecosistema tiene una cierta potencia (la energía que sale por unidad de tiempo), tiene que haber entonces ecosistemas con más potencia que otros, algunos con potencia negativa...
–Lo que pasa es que los ecosistemas son como máquinas, y uno tiene que calcular muy bien cuál es la energía que entra. Las leyes de la termodinámica se mantienen en el ecosistema del mismo modo que en las fábricas. Entra energía solar, se distribuye a través del sistema. Nosotros eso podemos cambiarlo y derivar la energía hacia la producción de granos, por ejemplo. Antes, la energía se derivaba hacia otras cosas. Lo que nosotros hacemos como agrónomos es canalizar esa energía del sol hacia un producto del que nos podamos apropiar. Eso produce que otras partes del ecosistema se deterioren. Lo que nosotros tratamos de hacer, justamente, es que esta desviación del flujo de energía no produzca un deterioro del sistema. Y eso no es fácil, porque la energía es finita.
–Es la energía solar.
–Básicamente. Después hay subsidios, por ejemplo, de energía fósil.
–¿Puede haber agricultura moderna sin subsidio?
–Eso es lo que tratamos de hacer nosotros, inventar sistemas donde minimicemos los subsidios, usando al máximo la energía del sol.
–¿Y cómo se hace?
–No es nada fácil. Hay muchas prácticas de manejo agrícola. La agricultura tiene dos caminos de desarrollo muy diferentes.
–A ver.
–Uno es doblar hacia la hidroponia, donde los subsidios son máximos: el suelo no importa, “se le da de comer en la boca” a la planta y la cantidad de subsidios es brutal.
–¿Y el otro camino?
–La otra manera procura obtener un ecosistema más integral, en el que uno trata de poner la menor cantidad de subsidios, pero se le pone mucha información, conocimiento, para canalizar la energía que entra del sol y para mejorar la salud del ecosistema. La agricultura está entre esos dos caminos: o seguimos deteriorando el suelo cada vez más o empezamos a pensar en prácticas de manejo que nos lleven hacia otro lado.
–La población sigue aumentando. Yo no sé si vale la ecuación maltusiana, pero de todos modos habría que preguntarse si la agricultura puede aumentar su producción al ritmo que aumenta la población.
–Esa es una pregunta que nadie supo contestar. Por dos razones: primero, porque no sabemos cuánto va a seguir aumentando la población. De hecho, las estimaciones más razonables suponen que en poco tiempo se va a estancar. Lo que la agricultura ha demostrado en los últimos años es que han aumentado los rindes por hectárea de una forma muy significativa, a costo obviamente de enormes subsidios. No sé qué va a pasar en adelante: lo que podría decir es que si seguimos metiendo energía a lo loco, la producción va a aumentar. La clave sería descubrir cómo seguir produciendo lo que se viene produciendo sin necesidad de meterle tanta energía a la agricultura. Eso es lo que tratamos de hacer nosotros.
–¿Y lo logran?
–En algunos casos sí. La siembra directa, por ejemplo. Es una modalidad muy común que redujo enormemente los subsidios en gastos de petróleo, y genera un montón de cosas que aumentan la productividad.
–El subsidio energético que requiere un ecosistema puramente agrícola, al lado del subsidio energético que requiere una ciudad como Buenos Aires no es nada, ¿no?
–No es nada. Pasa que hay una ciudad y 20 millones de hectáreas de agricultura. Y ahí las cosas se equilibran un poco.
–¿Tiene sentido preocuparse por ese ahorro?
–Sí, claro. Tiene tanto sentido como apagar las luces de su casa cuando no las necesita usar. Por supuesto que lo que hay que hacer es mejorar la eficiencia en las ciudades, en el transporte, en el consumo. Y nosotros, como ingenieros agrónomos, tratamos de hacer eso con los sistemas productivos.
–Con el balance energético y los problemas que hay, ¿vamos hacia un desastre energético?
–Yo creo que no. Hay evidencia de varias civilizaciones que tuvieron catástrofes por un mal uso del territorio. Los mayas, los nazca, los habitantes de la isla de Pascua... Pero yo creo que nosotros tenemos la suficiente información y conocimientos como para revertir los peligros a los que nos enfrentamos. El tema clave es cómo se distribuye la matriz energética en el mundo; cuánto más dejamos de usar petróleo y empezamos a usar cosas renovables.
–Uranio, por ejemplo.
–Lo que pasa es que el uranio es parecido al petróleo, porque se agota y es finito. Lo que sí me parece que es clave es la fusión.
–Siempre se está “cerca” de la fusión, pero nunca se llega.
–Eso es interesante, porque un mundo donde la energía fuera libre (que es lo que pasaría con la fusión) cambiaría muchísimo nuestros paradigmas de vida.
–De todas maneras, un mundo donde la energía fuera gratis contradiría todo el sentido común termodinámico. ¿Cuál va a ser el costo de tener fusión? Eso nadie lo piensa por ahora.
–Según lo que dicen, es bastante barato e inocuo.
–Pero recuerde que en 1954, creo, Eisenhower dijo que la energía atómica iba a hacer que la electricidad fuera tan barata que no valdría la pena cobrarla. Era la gran panacea, que no fue al final. Y además no contamos con la fusión todavía.
–Es verdad. Estamos en un mundo limitados por la energía. Lo que yo me pregunto es qué pasaría si hubiera algún descubrimiento que permitiera cambiar eso. Ahí el mundo entero va a ser otra cosa.
–Usted no cree que estamos yendo hacia la catástrofe. Y es alentador.
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