CIENCIA › DIáLOGO CON VICTORIA VITALI, BIOQUíMICA, DOCTORANDA EN LA FACULTAD DE CIENCIAS EXACTAS
El agua cumple un rol fundamental en el desarrollo de todos los seres vivos y las acuaporinas, esas proteínas que regulan su paso al interior de las células, tienen un rol central. Más aún cuando las plantas deben adaptarse a un medio y hacer un uso eficiente de ésta.
› Por Leonardo Moledo
–Cuénteme.
–Bueno, yo soy bioquímica y estoy haciendo mi doctorado.
–¿En qué trabaja?
–En el laboratorio se estudia el agua, y mi pata es el estudio fisiológico. La idea particular es trabajar con un modelo vegetal que es la remolacha, que por sus características es una halotolerante. No es una planta que soporta grandes concentraciones de salinidad sino que es capaz de adaptarse a ciertas circunstancias que otras plantas, que se llaman licófitas, no pueden. Usamos este modelo de estudio por dos razones. Hay una tradición de estudiar el modelo vegetal en el campo más específico de las acuaporinas y la idea de mi tema en particular es tratar de interpretar qué rol cumplirían estas proteínas (las acuaporinas) en cuanto al manejo del agua frente a una situación donde una planta tiene que hacer un uso eficiente del agua.
–Un recurso tan importante como el agua.
–Todos sabemos que el agua es vital para cualquier ser vivo, entonces la idea es entender cuál es el mecanismo que le permite a la planta tolerar condiciones extremas (en mi caso, dadas por la salinidad). Esto obviamente tiene cierta relevancia agronómica por la salinización de los suelos a raíz de las condiciones climáticas, más el uso de la tierra... Esas son cosas agronómicas de las cuales yo no sé tanto, pero en principio es un factor importante. La idea es, a partir del uso de este modelo que tiene estas características, ver cómo usa el agua eficientemente en condiciones extremas. Dentro de ese uso del agua, estudio las relaciones fisiológicas con las acuaporinas, estas proteínas que transportan agua, cuyo descubrimiento es muy reciente (tiene 20 años). Es verdaderamente una proteína bebé, sobre todo si se la compara con otras proteínas descriptas para la membrana que son viejísimas. Cuando se descubrieron, yo estaba en la primaria, imagínese... Y lo interesante es que el estudio de las acuaporinas empezó por un área muy diferente de la de los animales. Cuando se descubre, y sus descubridores ganan el Nobel, el camino de los animales fue muy diferente al de las plantas. En los animales no encontraban ninguna función y cuando se la encontraban estaba muy ligada a patologías. En el caso de las plantas, la historia empezó de manera diferente. Creo que la investigación a veces está muy sesgada: por un lado está el agrónomo, por otro lado está el que describe... y en el medio de todo eso estamos los fisiólogos, que intentan conectar esas cosas. Siempre la primera aproximación es descriptiva: se encontró esto, esto, esto, esto y esto otro. ¿Y entonces?
–¿Y entonces?
–Los trabajos que se están haciendo ahora en cuanto a lo fisiológico se focalizan en dilucidar qué es lo que hace que estas proteínas en esas plantas se comporten como se comportan. Y lo que se ve es que no es tan sencillo...
–Para variar.
–No somos los únicos que trabajamos en esto; hay varios grupos a nivel internacional que se dedican a esto. El rol fisiológico es bien difícil de desentrañar.
–¿Y usted qué piensa?
–Le puedo contar lo que creo, más bien. A esta altura de la investigación es más una cuestión de fe que de resultados experimentales.
–Lo que pasa es que uno siempre tiene una idea guía.
–Sí, pero esta investigación tiene una particularidad. Estamos tan acostumbrados a decir lo que el experimento indica que a veces “jugársela” a decir lo que uno cree es complejo, porque es difícil validarlo. Pero estamos de acuerdo en que una vez que uno tiene una idea, esa idea no deja de gobernar el modo en que pensamos e incluso el modo en que hacemos los experimentos. Personalmente, entonces, yo creo que el hecho de que exista una proteína que regula el transporte de agua habla de una especificidad muy grande en la fisiología. Una proteína es controlada a nivel celular con alto grado de especificidad y con alta eficiencia. Mi estudio está dentro de una tradición de estudio de las proteínas que tiene muchos años, por más que no se hubieran descubierto las acuaporinas: el agua se mueve por las células y el estudio de la relación del agua a través de la membrana plasmática es antiquísimo. Ahora bien: el hecho de que exista la posibilidad de regular eso tiene que tener algún tipo de relevancia dentro de la fisiología más allá del hecho de que el agua se mueve porque los iones la siguen, que es lo que se impone ahora como paradigma.
–¿Y qué pasa en un ambiente salino?
–Cuando uno se pone a estudiar la respuesta fisiológica de la planta en un ambiente salino, donde los iones sobran, el ion se mueve y en principio a nadie le importa lo que le pasa al agua: sólo se sabe que el ion se mueve. El agua, al menos dentro de la planta, no limita solamente el hecho de que esté más o menos turgente: eso también dispara señales, entonces el hecho de regulación de estas proteínas debería estar relacionado con estas cuestiones. Debería estar actuando como principal modulador del estado estacionario que tiene el agua dentro de la planta. Al principio, entonces, estaba convencida de que si esas proteínas regulaban con tanta especificidad el paso de agua, eso tenía que ponerse en evidencia en las plantas en cierto momento. Hoy por hoy le digo que me gustaría hacer un estudio más macro. Porque todo lo que estábamos haciendo al mirar una sola proteína está siendo poco claro. En un individuo mirar una sola proteína rara vez es tan relevante frente a todas las otras. De modo que me gustaría abrir un poco más el juego, para entender cómo hace tan eficiente el uso del agua. La verdad es que falta mucho por descubrir. Sobre todo para entender no tanto el porqué (que no tiene mucho sentido) sino el cómo.
–¿Por qué el “porqué” no tiene sentido?
–Cuando doy clases de metodología de la investigación científica siempre pienso que utilizar como guía la pregunta por el porqué es errado, es difícil seguir una investigación así.
–Pero se necesita un poco de “por qué”.
–Sí, claro.
–Porque si no da lo mismo pensar si los átomos existen o si son un mero artificio, una manera de llamarle a algo que no se entiende qué es, un modelo... Uno quiere saber por qué se combinan el hidrógeno y el oxígeno, por ejemplo...
–No estoy tan segura. La naturaleza está, nosotros decidimos estudiarla. Al estudiarla metemos un montón de modelos que nos simplifican el entendimiento de algo que existe.
–Esa es siempre la primera línea de defensa del científico. A mí me gustaría saber qué hay detrás del modelo. Me interesa la cuestión ontológica. Por ejemplo: el modelo de Ptolomeo durante mucho tiempo sirvió para los experimentos, pero era completamente falso. El problema de fondo es que uno quiere saber cómo son las cosas en la realidad.
–Y tiene que aprender a vivir con que la realidad es muy difícil de conocer.
–Y de definir. Pero uno no se conforma con un modelo sólo porque funciona.
–Desde ya. Y el hecho de estar trabajando bajo un modelo hace que uno se dé cuenta de que su conocimiento es parcial.
–Pero uno siempre quiere mirar un poquito más allá.
–Siempre. Si no, no sería científica.
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