CIENCIA › DIáLOGO CON INéS BARAñAO, DOCTORA EN BIOLOGíA
Se produce en las mujeres cuando el tejido endometrial aparece y se desarrolla en áreas ajenas al útero y puede ocasionar desde estados de inflamación constante hasta infertilidad. Sin embargo, se trata de una enfermedad benigna que puede ser curada con tratamientos hormonales.
› Por Leonardo Moledo
–Cuénteme a qué se dedica.
–Yo me dedico a la endometriosis.
–A ver...
–Empezamos en esta línea hace más de 25 años. Cuando yo me doctoré, la tesis la hice en diabetes, pero después de doctorarme quise dedicarme a la parte de reproducción y empecé a estudiar qué pasaba con las hormonas sexuales y los macrófagos peritoneales, cómo afectaban el funcionamiento del sistema inmunológico las hormonas sexuales. Y esto derivó en que empezáramos a buscar en qué patologías estaban aumentados los macrófagos y que tuviera que ver con las hormonas sexuales femeninas, los estrógenos.
–¿Qué son los macrófagos?
–Son un tipo de glóbulos blancos que fagocitan pero, además, le presentan las partículas extrañas y los organismos extraños predigeridos a otras células para que lo puedan atacar, hacer lo que se llama “presentaciones higiénicas”. Son los que dirigen la batuta del sistema inmunológico, de alguna manera. En ese estudio, empecé a ver que una enfermedad en la que estaban muy aumentados los macrófagos y que tenía que ver con los estrógenos, sobre todo en el ambiente peritoneal, era una endometriosis, de la cual desconocía su existencia.
–Contemos qué es.
–La endometriosis es cuando el tejido endometrial, que es el que recubre el útero, aparece en distintas zonas: en la cavidad peritoneal, sobre los ovarios, sobre la vejiga, sobre los intestinos, sobre el mismo peritoneo y más raramente puede aparecer en pulmones, en cerebro, o incluso hasta en la pierna. Esto les puede traer a las mujeres primero un estado inflamatorio constante, porque este tejido crece igual que el tejido del útero, o sea, recibe las hormonas y crece y prolifera, pero no puede salir. Ello ocasiona un estado inflamatorio constante, un dolor que a veces es inhabilitante (incluso hay mujeres que se desmayan cuando tienen su período menstrual), a veces tienen dolores durante las relaciones sexuales, lo cual crea una serie de conflictos a nivel social y de pareja. Y también laboral, porque muchas tienen que faltar al trabajo. Lo más grave es que tiene síntomas difusos, pese a que es una enfermedad de la que hay evidencia desde el 1800 a.C. (está descripta en un papiro). Cuando yo era adolescente, nos decían que era lógico que nos doliera mucho cuando menstruábamos, que aguantáramos, que cuando tuviéramos un hijo se nos iba a pasar. Siempre se le echó la culpa a la mujer, a su estilo de vida, a la “histeria” de la mujer. Y se deja pasar, se subestiman los síntomas, mientras la enfermedad sigue proliferando. Y lo cierto es que del 50 al 80 por ciento de las pacientes con endometriosis puede terminar con infertilidad. Se puede tardar años hasta diagnosticar que tienen la enfermedad, cosa que se puede evitar con un diagnóstico más rápido ante los primeros síntomas. Se puede tratar y se puede evitar llegar a la infertilidad. Hay mucho desconocimiento aquí; en Europa, por ejemplo –donde fui hace dos años–, descubrí que ya existía la semana internacional de concientización de la endometriosis. Sobre todo en España: cada provincia de España tiene su grupo de mujeres afectadas por la endometriosis, que se mueve mucho para estar al tanto de los últimos adelantos. Toda Europa, América del Norte y América Central están más concientizadas, pero acá hay mucho desconocimiento.
–¿Qué produce la endometriosis?
–Hasta ahora la teoría que más se acepta es la que propuso Samsong en 1927 y dice que esto viene a través de una menstruación retrógrada. Basta con que pasen algunas células (stem cells –células madre–, endometriales) para la cavidad peritoneal, encuentran un ambiente favorable que no las puede rechazar y empiezan a proliferar las lesiones o focos endometriósicos. También produce adherencias, puede ir produciendo cada vez más complicaciones.
–Parece bastante similar al cáncer...
–Bueno, tiene algunos rasgos compartidos, pero es una enfermedad benigna. Está en duda si la endometriosis puede derivar en un cáncer, pero en general es una enfermedad benigna, tratable; lo que pasa es que es bastante recurrente. En otros casos, cuando aparece en otros lugares (como la cavidad peritoneal o el cerebro, por decir algunos ejemplos) se le supone otro origen, que es a nivel embrionario, cuando empiezan a diferenciarse las células que van a dar endometrio y quedan en sitios inadecuados. Pero lo más aceptado es esto de la menstruación retrógrada. Ahora bien: se supone que más del 90 por ciento de las mujeres tiene menstruación retrógrada: ¿por qué, entonces, algunas tienen endometriosis y otras no? De todos modos, la cantidad de mujeres que tiene endometriosis es bastante alta: es el 10 por ciento de la población de mujeres en edad reproductiva. Son aproximadamente 200 millones de mujeres en el mundo diagnosticadas, pero hay muchas más que ni se enteraron, que por más que han tenido dolores terribles u otros síntomas no fueron diagnosticadas. Empezamos en el ’98 a ver qué pasaba con el ambiente peritoneal de estas mujeres; después empezamos a ver qué pasaba con el tejido endometrial, si había diferencias entre un tejido endometrial del útero comparado con mujeres que no tenían endometriosis. Y en esa línea seguimos: ahora estudiamos qué efectos tienen los tratamientos habituales, que básicamente son tratamientos hormonales. La única manera de diagnosticar con certeza que existe endometriosis es por paroscopía y, al mismo tiempo, se puede tratar porque se pueden eliminar los focos en el momento en que se hace el diagnóstico. Después de eso los tratamientos son generalmente hormonales, para bajar la cantidad de estrógeno. Como es una enfermedad estrogenodependiente, de lo que se trata es de que no haya tan altos niveles de estrógeno, sobre todo en la cavidad peritoneal, que estaba muy aumentada. Se dan anticonceptivos, o se le dan antiestrógenos. Todos los tratamientos que se emplean actualmente tienen la contraindicación de que si la mujer quiere quedar embarazada no puede seguir el tratamiento. Es una cosa o la otra: o se trata la endometriosis o queda embarazada. Nosotros empezamos a tratar de probar otro tipo de tratamientos. Para que este tejido se mantenga hace falta que esté irrigado, entonces probamos con antianxiogénicos, que fueron muy efectivos, pero es de nuevo un tratamiento muy drástico para una paciente que tiene una enfermedad que no es neoplásica. Nos pusimos a la búsqueda, entonces, de tratamientos de origen natural que se están poniendo de moda a nivel internacional en base a la medicina china (los tratamientos con hierbas, frutos, etc.). Y con los remedios alternativos con los que trabajamos tuvimos resultados muy buenos, tanto en los ratones como en cultivos de células de pacientes. En este laboratorio trabajamos en varias líneas distintas dentro del mismo problema.
–¿Algo más que quiera contar?
–No, pero me gustaría decir que es muy importante concientizarse sobre la importancia de esta enfermedad, no sólo para la sociedad en su conjunto, sino incluso para los propios médicos.
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