CIENCIA › EL NOBEL DE FíSICA FUE PARA TRES JAPONESES CUYOS AVANCES PERMITIERON MASIFICAR EL USO DEL LED
Los investigadores desarrollaron el LED azul, que posibilitó lograr el blanco, necesario para la iluminación. El comité del Nobel destacó las consecuencias positivas de esta tecnología: ahorro del consumo energético y mayor cuidado del medio ambiente.
› Por Pedro Lipcovich
Una tecnología cada vez más difundida –la económica y limpia luz de los LED– y una virtud quizá menos difundida –el tesón– justificaron la elección para el Premio Nobel de Física, que este año fue otorgado a tres científicos japoneses. Como fruto de varias décadas de un trabajo que parecía destinado al fracaso, Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura lograron, en 1992, desarrollar el LED azul, que –al combinarse con LED de otros colores– hizo posibles las lámparas de bajísimo consumo y larguísima duración que van en camino de desplazar a las tradicionales. “La revolución tecnológica representada por los LED se completará en los próximos años, cuando esta iluminación llegue al interior de los hogares”, advirtió un experto argentino.
“Una nueva luz para iluminar el mundo”, poetizó la Real Academia Sueca de Ciencias, en Estocolmo, al calificar la que emiten los LED (sigla en inglés para “diodo de emisión de luz”) como “más eficiente y respetuosa con el medio ambiente, al ahorrar energía”. Olle Inganas, del comité del Nobel, afirmó que “esta tecnología haría muy feliz a Alfred Nobel. Vemos el efecto de este invento, lo vemos en la calle, en todas partes”. El comité precisó que “la iluminación representa alrededor de un cuarto del consumo eléctrico de los países industrializados” y observó que “con el desarrollo de los diodos se puede emitir más luz con menos energía y sin necesidad de utilizar mercurio”.
Las lámparas eléctricas tradicionales producen luz, pero también elevada temperatura, mediante el calentamiento de un filamento metálico. Las lámparas fluorescentes (entre las que se incluyen las llamadas de bajo consumo) generan la luz mediante un gas que también produce calor y requieren el uso de una sustancia altamente contaminante, el mercurio. Los LED, en cambio, convierten directamente la electricidad en luz, gracias al empleo de materiales sólidos, semiconductores.
El primer LED se inventó en la década de 1950 y producía luz de color rojo. Luego se desarrollaron LED con otros colores, es decir, con distintas longitudes de onda. Durante décadas, el uso de esta tecnología se limitó a dispositivos específicos como los indicadores de encendido de aparatos eléctricos, los punteros luminosos o los controles remotos de electrodomésticos, que apelan a LED infrarrojos. Para obtener la luz blanca necesaria para la iluminación se debía contar con los colores rojo, verde y azul (tal como lo mostró Isaac Newton por el camino inverso, en 1671, al descomponer con un prisma la luz blanca). Pero el LED azul presentaba dificultades que parecían insalvables.
“Mucha gente abandonó, pero yo seguí trabajando en lo que creo y amo”, dijo ayer, minutos después de conocer la noticia del premio, Isamu Akasaki, el mayor de los tres galardonados, nacido en 1929 en Chiran, Japón. Se doctoró en la Universidad de Nagoya y trabajó en las empresas Kobe Kogyo y Matsushita Electric Industrial, así como en el laboratorio de investigación básica del Instituto Matsushita, de Tokio. Actualmente es profesor en la Universidad Meijo y profesor emérito en la Universidad de Nagoya. “Siempre les recomiendo a los científicos jóvenes que no centren sus trabajos en lo que está de moda, que investiguen sobre lo que creen, aunque no consigan resultados inmediatos”, dijo ayer el científico, que lleva 60 años dedicado a profundizar un mismo tema de investigación.
Hiroshi Amano nació en 1960 en Hamamatsu, Japón, y se doctoró en ingeniería en 1989, también en la Universidad de Nagoya, donde sigue enseñando. En esa institución comenzó su trabajo como investigador asistente de Akasaki, quien lo dirigió en su doctorado.
Shuji Nakamura nació en 1954 en Ikata, Japón, y se doctoró en la Universidad de Tokushima. Trabajó en la empresa Nichia Chenmical Industries y desde 2000 enseña en la Universidad de California; tiene la ciudadanía estadounidense.
Los tres “retaron las verdades establecidas, trabajaron duro y asumieron riesgos”, explicó el comité Nobel. La mayor dificultad que debieron vencer fue conseguir hacer cristales eficaces de nitruro de galio, material que los tres acertaron en elegir para el diodo. En 1992, Akasaki y Amano, por una parte, y Nakamura, a partir de una investigación autónoma, consiguieron producir diodos azules, que perfeccionaron en los años siguientes.
Los actuales LED llegan a durar 100.000 horas encendidos; diez veces más que las fluorescentes y de “bajo consumo” que aguantan 10.000. Las bombitas tradicionales duran sólo 1000 horas. Y los LED requieren menos energía: logran un flujo de luz de 300 lúmenes por cada vatio consumido; las fluorescentes y de bajo consumo entregan 70 lúmenes y las tradicionales sólo 16. El funcionamiento de los LED requiere una tensión de sólo cinco voltios. Este bajísimo consumo facilita su alimentación mediante paneles solares.
Además, en los últimos años los LED de luz blanca sustentan las pantallas de los televisores de pantalla plana y particularmente de los smartphones.
Cada uno de los ganadores del Nobel de Física recibirá un tercio del premio total, de 1.100.000 dólares.
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