CIENCIA › DESCUBREN QUE LA POBLACIóN DEL VIEJO CONTINENTE ESTá EMPARENTADA CON PUEBLOS ORIGINARIOS AMERICANOS
La investigación reunió a 120 científicos de 35 países, entre ellos tres argentinos. Las técnicas usadas permiten, a partir de fragmentos ínfimos, reconstruir cadenas de genes de hace 45.000 años. Ese método se usará en el futuro para resolver casos policiales.
› Por Pedro Lipcovich
Se publicaron resultados de un trabajo monumental sobre genética de poblaciones, que reúne a 120 científicos de 88 institutos de 35 países, entre ellos varios investigadores argentinos. El estudio encuentra, para los europeos y descendientes de europeos, un tercer “linaje”, además de las dos que ya se conocían: esta línea de origen los emparienta con los pueblos originarios americanos. El descubrimiento también aporta a entender aquel momento misterioso de la prehistoria. cuando, hace unos 8000 años, independientemente y en lugares tan alejados como China, América y Medio Oriente, los humanos aprendieron a practicar la agricultura y a domesticar animales. Tan importante como los resultados del estudio es la metodología empleada: técnicas que, a partir de fragmentos ínfimos, permiten reconstruir cadenas de genes de hace 45.000 años; su próxima aplicación forense permitirá, a partir de un mínimo rastro de ADN, saber cómo son los ojos de un sospechoso y hasta dibujar su cara. La contribución de los científicos argentinos se enmarca en una serie de estudios que ya mostraron cómo más del 50 por ciento de los argentinos, por la línea materna, desciende de pueblos originarios, y más del 95 por ciento, por la línea paterna, desciende de europeos.
El estudio, publicado en la revista Nature, fue realizado por Iosif Lazaridis (Universidad de Harvard), Alissa Mittnik (Universidad de Tübingen, Alemania) y unos 120 investigadores, entre ellos los argentinos Daniel Corach, Graciela Bailliet y Claudio Bravi, del Conicet.
El trabajo recuerda que “migrantes de Medio Oriente y Anatolia (Turquía) jugaron un rol principal en la introducción de la agricultura en Europa”, ya que “estudios sobre ADN antiguo indican que los agricultores europeos tempranos eran distintos de los europeos cazadores-recolectores, y estaban muy próximos a los actuales habitantes del Medio Oriente. Sin embargo, considerar a los europeos actuales como una mezcla de esas dos poblaciones ancestrales no da cuenta del hecho de que los europeos también están mezclados con una población relacionada con los americanos nativos”.
Entonces, “para aclarar la prehistoria de las personas de origen europeo, secuenciamos nueve genomas antiguos, provenientes de un esqueleto de aproximadamente 7000 años encontrado en Alemania en el contexto de artefactos provenientes de la primera expansión de una cultura agrícola en Europa central; un esqueleto de unos 8000 años, de Luxemburgo, descubierto en el contexto de artefactos de cazadores-recolectores; y siete muestras de aproximadamente 8000 años de un entierro de cazadores-recolectores en Suecia”.
Graciela Bailliet –investigadora del Conicet en el Instituto Multidisciplinario de Biología Celular (Imbice)– explicó que “esos tres linajes están en todos los europeos o personas de ascendencia europea en la actualidad. El correspondiente a las muestras obtenidas en Suecia es el que este estudio puso de manifiesto; sus ancestros serían poblaciones del norte de Asia, ancestros a su vez de los pobladores originarios de América”.
Daniel Corach –director del Servicio de Huellas Digitales Genéticas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, profesor de Genética Diagnóstica y Forense e investigador superior del Conicet– observó que “el mismo equipo de investigación participó en el trabajo clave que, el año pasado, mostró la presencia de componentes genéticos Neanderthal en todos los grupos humanos excepto los africanos”. En cuanto al descubrimiento del tercer linaje europeo, “permite reinterpretar la historia de la población actual. Los componentes básicos de la información genómica del europeo actual se rastrean así hasta el límite de la preagricultura. Sabemos que hace unos 7000 años, y luego de unos 200.000 años de prehistoria, el hombre cambió su estilo de vida. Hasta entonces no estaba en condiciones de modificar sustancialmente su ambiente. La posibilidad de hacerlo surgió en forma prácticamente simultánea e independiente en diferentes focos del planeta: en China, se aprendió a desarrollar el arroz y a domesticar los cerdos; en las regiones andinas de América, se desarrolló el uso de la llama como animal doméstico y el cultivo de la papa, y en Mesoamérica el maíz; en la región mesopotámica de Medio Oriente, el cultivo del trigo y la domesticación de las vacas”.
La investigación fue posible gracias a nuevas técnicas de análisis genético, que permiten examinar restos de gran antigüedad. “Estas técnicas aprovechan fragmentos pequeñísimos de información genética y los empalman, como si se pudiera reconstituir una película a partir de unos pocos fotogramas. Así se ha logrado reconstruir ADN a partir de fragmentos provenientes de restos humanos de hasta 45.000 años de antigüedad”, precisó Corach.
“Estas técnicas sin duda llegarán a utilizarse también en el orden forense –anticipó el investigador–. Por ahora se usan fundamentalmente para investigación, y es así porque en este campo hay cierto rango de error admisible; en cambio, cuando se trabaja en identificación humana, donde se juega la determinación de responsabilidades criminales o la existencia de vínculos biológicos entre personas, ahí no puede haber error. Por eso todavía no se usan con fines forenses. Cuando su uso sea admisible, el trabajo se agilizará muchísimo, ya que será posible analizar muchos marcadores simultáneamente. Y también se podrá obtener, sobre la base de muestras pequeñísimas, información respecto de las características externas de un individuo: la pigmentación, el color de los ojos, el color del pelo, la forma del pelo. La tecnología ya existe, pero por ahora no se utiliza. Lo que sí está autorizado en países como Holanda es el análisis de rasgos externos a partir de información genética: hay kits que, a partir de una muestra de sangre u otro vestigio biológico, permiten establecer con alta probabilidad rasgos como el color de ojos de la persona.”
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