CIENCIA
› LA DOBLE HELICE
Katrina y más allá la inundación
› Por María Di Pace*
Desde siempre, el ser humano sobre la Tierra usó la naturaleza y hoy ya casi no existe lugar que no haya pisado, tocado, modificado, hasta el punto que las sociedades y la naturaleza son parte constitutiva del mismo sistema Tierra. Sin embargo, parece que no se puede lograr una relación armónica, y aunque se ha avanzado y se conoce qué reglas hay que respetar, qué se debe favorecer, qué resguardar, qué construir y cómo construir, el huracán Katrina devastó la ciudad de Nueva Orleans.
Durante años los expertos advirtieron sobre el riesgo: la mayor parte de Nueva Orleans se encuentra bajo el nivel del mar, está bordeada por el Mississippi y el lago Pontchartrain y por obras para impedir inundaciones y mejorar las condiciones de navegabilidad: miles de diques y bombas.
Los esfuerzos de ingeniería transformaron el área en un gran puerto y zona de procesamiento de petróleo, gas y productos químicos, pero también causaron un enorme daño ecológico a toda la costa del Golfo de México. Millones de toneladas de sedimentos del río ya no llegan a los humedales del delta, las empresas hicieron canales a través de esos humedales (zonas pantanosas con arbustos y árboles) para extraer petróleo. Esto hizo que la tierra se hundiera y el agua salobre se filtrara, matando la vegetación, y miles de kilómetros cuadrados de humedales que actuaban como un colchón, una esponja, una zona de amortiguación entre la tierra y el agua, una barrera contra la oleada tormentosa, una protección natural contra las inundaciones, fueron destruidos.
Una de las lecciones del tsunami del sur y sudeste del Asia fue que los humedales de las zonas costeras (manglares) ayudaron a reducir el impacto de la catástrofe: las fotos satelitales muestran con claridad cómo regiones con manglares costeros permanecieron relativamente intactas y que aquellas que carecían de éstos terminaron devastadas.
Estos hechos son parte de esa relación conflictiva entre el ambiente y el hombre, mezcla de diversidad de intereses económicos, sociales, políticos y de ignorancia por el conocimiento científico existente.
Al fin y al cabo, las inundaciones son problemas ambientales que pueden y deben ser abordados, analizados y solucionados desde la complejidad y la interrelación de los factores que los producen: factores climáticos, construcciones bajo cota o inapropiadas de rutas y terraplenes, impermeabilización de suelos, desaparición de vegetación, mal uso del suelo, especulación edilicia, por citar los más conocidos por nosotros. Son problemas complejos que requieren soluciones complejas, no basta la solución sectorial, por ejemplo la construcción de terraplenes o de diques y bombas como en Nueva Orleans. Dichas “soluciones” no sólo no alcanzan, sino que –como vemos– son inadecuadas. Las inundaciones pueden predecirse, prevenirse. Katrina, Rita, Nueva Orleans, en vez de asombrarnos, deberían recordarnos y hacernos ocupar del río Salado, la ciudad de Santa Fe, el Paraná, Resistencia, Buenos Aires: nuestras ciudades y sus inundaciones están allí.
* Ecóloga. Responsable de la Licenciatura en Ecología Urbana Universidad Nacional de General Sarmiento.