Ya son varias las ciudades europeas que promueven el transporte público propulsado por hidrógeno, aunque éste sea obtenido de fuentes no renovables, fósiles, y emisoras de gases tóxicos. En Argentina, sin embargo, un grupo de investigadores estudia la forma de utilizar hidrógeno obtenido a partir de un recurso renovable, bioenergético y no contaminante: plantaciones de caña de azúcar, maíz, sorgo, remolacha. El proyecto de diseño, montaje y puesta en marcha de un reactor piloto para producir gas de síntesis e hidrógeno no purificado a partir de bioetanol será financiado por la SECyT y Enarsa y consiste en la producción de H2 a partir de un recurso renovable. Es un avance tecnológico que sería de vital importancia para apaciguar los efectos climáticos del calentamiento global. El objetivo final del plan es poder utilizar el hidrógeno puro producido a partir del bioetanol como combustible de los vehículos automotores eléctricos. El proceso, en síntesis, es el siguiente: el hidrógeno se coloca en una celda de combustible que lo transforma directamente en energía eléctrica apta para accionar los motores eléctricos de los vehículos. El automotor carga alcohol y lo transforma sucesivamente en hidrógeno y electricidad para ser utilizada de acuerdo con la necesidad. La importancia de producir el hidrógeno en el mismo lugar donde se utiliza es grande, ya que los vehículos que utilizan directamente hidrógeno tienen serios problemas con su almacenaje, que requiere muy bajas temperaturas o muy altas presiones, lo que provoca altos costos y riesgos de seguridad. El grupo de investigación es liderado por el Dr. Miguel Laborde, y secundado por la Dra. Norma Amadeo (LPC) y el Dr. Pío Aguirre (Ingar).
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