CIENCIA › FRANCISCO GARCES
En la Universidad de San Juan, un grupo de investigación se ocupa de generar modelos de sistemas de energía eléctrica para optimizar el abastecimiento.
› Por Leonardo Moledo
La investigación universitaria en general se asocia con los papers, las publicaciones, las discusiones teóricas (o no tanto), en un mundo más o menos cerrado. Pero si uno mira con un poquito más de atención, por ejemplo al Instituto de Energía Eléctrica de la Universidad Nacional de San Juan, verá que hay grupos que trabajan en los aspectos prácticos y buscan explicaciones y soluciones para problemas absolutamente terrenales y concretos. Así, pues, en el instituto mencionado ut supra el doctor Francisco Felipe Garcés, junto a su equipo, intenta generar modelos que puedan predecir los comportamientos del sistema de abastecimiento de energía eléctrica y, eventualmente, garantizar un normal suministro. Un tema caliente si los hay. O mejor dicho, eléctrico.
–¿Le gustó eso de ut supra?
–Más o menos.
–Dije que se ocupan de problemas bien terrenales. Ahora no me haga quedar mal.
–Bueno, más que de la tierra, nos ocupamos de la electricidad. Al fin y al cabo, este es el Instituto de Energía Eléctrica.
–Como dice ut supra.
–Como dice ut supra y nos ocupamos de todo lo relacionado con planificación, diseño y operación de sistemas de suministro de energía eléctrica.
–Parece muy amplio.
–Lo es. Y hay distintas áreas. Por ejemplo, yo me ocupo del desarrollo de modelos y métodos de cálculo en estudios de confiabilidad y reservas necesarias en sistemas de suministro de energía eléctrica.
–¿Para qué sirve eso?
–Para que usted no tenga que desenchufar la heladera. Para garantizar un suministro seguro y confiable.
–¿Y lo garantizan?
–Eso depende de las decisiones que toman quienes realmente construyen y operan los sistemas. Nosotros les damos los modelos y procedimientos que permiten saber qué es lo que necesitamos.
–No sé... ¿y cómo los hacen?
–Bueno, hay que encontrar la forma de predecir el comportamiento de los mercados eléctricos, los precios, las inversiones... Hay que predecir las posibilidad de fallas: una central o una línea pueden salirse de servicio, un tornado puede voltear una línea de alta tensión.
–Un incendio, un terremoto, el choque con un cometa.
–Bueno, son eventos de carácter aleatorio y hay que tenerlos en cuenta. Lo del cometa no tanto. Es decir, tenemos que predecir el comportamiento del sistema en el futuro y, en función de eso, tomar decisiones para garantizar un suministro confiable.
–Y además, determinar qué hacer si pasa algunas de esas cosas.
–Exactamente.
–Es toda una historia, justo en este momento en que tanto se habla de crisis energética, ¿no?
–Así es.
–¿Y va a haber fallas eléctricas a corto plazo?
–La posibilidad siempre existe porque, como digo, los sistemas están sujetos a la posibilidad de falla. Siempre los componentes técnicos, aunque se tomen todas las precauciones, pueden fallar. Aparte, hay otras variables también de carácter aleatorio, como el comportamiento de la demanda, que siempre tiene una cuota de incertidumbre. Lo mismo pasa con la oferta de energía primaria. Nosotros tenemos una porción importante de generación hidráulica y eso depende de qué agua tenemos disponibles, tanto en las cuencas del...
–¿Cuál es la porción?
–Aproximadamente un 40 por ciento.
–Y un 15 por ciento de energía nuclear...
–Y el resto de energía térmica. Si uno junta todo ese conjunto de variables aleatorias, siempre hay algún nivel de incertidumbre. Para contrarrestarla, tenemos que tener reservas y las reservas deben ser adecuadamente planificadas. Ese es nuestro trabajo. Naturalmente lo que nosotros podemos obtener con procedimientos probabilísticos es una expectativa de comportamiento promedio. Después, los comportamientos reales del sistema probablemente se apartan del promedio.
–¿Son promedios a lo largo de cuánto tiempo?
–Eso depende del problema del que hablamos. Por ejemplo, una línea de transporte de energía eléctrica de 500 kw se amortiza en 30/40 años; una central de generación importante con una potencia elevada puede ser que se amortice en 20 años. Una central hidráulica, en 50 años. Cuánto más lejos está en el tiempo, naturalmente, menos aproximados son nuestros cálculos. Sabemos con mayor precisión lo que va a ocurrir el año que viene que dentro de diez años.
–¿Y qué va a pasar el año que viene?
–¿Quién sabe?
–¿No puede adelantar nada de lo que ustedes calculan?
–Lo que nosotros podemos decir es que el sistema está con bajos niveles de reserva. Eso es una realidad porque ha habido poca inversión y es probable que existan algunos problemas que conduzcan en algunas situaciones a interrupciones del suministro.
–Ustedes estos estudios los hacen para todo el país, o sea, el escenario es todo el país.
–No solamente. También trabajamos y prestamos servicios en varios países de Latinoamérica y de Centroamérica. Pero no sólo hacemos investigación científica de buen nivel (basta verificarlo viendo nuestras publicaciones en revistas internacionales), sino que buscamos algo más. No nos quedamos ahí. Pensamos que nuestros resultados tienen que llegar a la aplicación, a la práctica. Cuando lo logramos, tenemos contratos que, de paso, nos dan recursos adicionales para seguir investigando.
–¿El grupo de cuánta gente es?
–Mi grupo, en particular, es pequeño. El instituto, en total, tiene más o menos unos 40 investigadores con dedicación exclusiva y unos 30 becarios doctorales.
–¿Podrán detener la crisis?
–No le aseguro nada.
Informe: Nicolás Olszevicki
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