En el mundo de la tecnología, hoy el litio es la fiebre. Encaminado a alcanzar el estatus del silicio –el mineral que sostiene la industria electrónica–, diversas automotrices del mundo han hecho pública su atracción por este metal. Las baterías recargables de litio ion revolucionaron la autonomía de los equipos portátiles. Son capaces de proporcionar una elevada tensión, produciendo una densidad de energía alta.

Grandes reservas de este mineral se ubican en la Cordillera de los Andes en un triángulo definido por el noroeste de Argentina (Puna), sur de Bolivia (Uyuni) y norte de Chile (Atacama). Según el Servicio Minero de Estados Unidos, el total de reservas mundiales identificadas a enero de 2011 alcanzan las 33 millones de toneladas, de las cuales Bolivia cuenta con 9 millones (27,3 por ciento), Chile con 7,5 millones (22,7 por ciento), China con 5,4 millones (16,4 por ciento) y la Argentina con 2,6 millones (8 por ciento). “Nuestro país es rico en recursos energéticos, cuenta con la segunda reserva mundial de gas no convencional, la cuarta reserva mundial de petróleo no convencional y con la cuarta reserva mundial en yacimientos de litio”, contextualiza Gustavo Bianchi de Y-Tec. Pero la valoración de los salares no pasa sólo por la extensión o concentración de salmueras, sino por las posibilidades de extracción en términos económicos, y los de Jujuy son considerados los más rentables del mundo. Según Bianchi, “si se industrializa el litio que hoy se exporta, en baterías terminadas, hacia 2016, 2017 el volumen de exportación crecería a 25 mil millones de dólares anuales”.