–¿Cuál es su evaluación del proceso iniciado a partir del 2003 en el sector de la ciencia y la tecnología en el país?

–Se ha aprendido mucho, hay experiencias valiosas. Todo lo que se hizo ha permitido un aprendizaje sistemático que no hay que desperdiciar. Mejorar la institucionalidad del área ha sido importante, con la creación del Ministerio. Mejorar la inversión, la cantidad y calidad de la producción científica, ha sido señalado por los indicadores que miden el impacto de las publicaciones. Pero hay una luz amarilla que se enciende, y es que ha aumentado el número de citas de trabajos de nuestros investigadores para patentes internacionales, es decir están aprovechando nuestro conocimiento. No es que esto sea malo, lo malo es que no lo aprovechemos nosotros. No se trata de dejar de producir o disminuir el ritmo de producción científica, pero sí es necesario desarrollar los mecanismos para aprovechar ese conocimiento para el desarrollo tecnológico y la innovación productiva.

–Esos mecanismos tienen que tender a que cada vez más empresas inviertan en actividades de I + D. Traccionar un número grande de empresas para generar un sistema de producción competitivo por uso del conocimiento. Ese es el objetivo que está pendiente. Los casos exitosos son importantes porque son objeto de estudio y de análisis para especialistas y gestores de políticas públicas. Luego de aprender y diseñar herramientas, el paso que sigue es el de la búsqueda de la generalización, y hoy estamos en condiciones de dar ese paso, explorando también nuevos mecanismos para la articulación que falta. Tenemos que pasar a una etapa de mayor volumen.

–Sí, claro, es así. Si vendimos centrales nucleares se abren las puertas para exportar también tractores o maquinaria agrícola. Pero creo que lo fundamental es direccionar el poder de compra del Estado y de los Estados de la región.