Mar 27.05.2008

CONTRATAPA

K.O. al Test Tyson

› Por Eva Giberti *

La voz de alarma en el periodismo surgió en Página/12 con la firma de Mariana Carbajal refiriéndose a la “nota” “Madura el K.O. Test Tyson”, título en la revista Hombre que alude al conocido boxeador que fue sentenciado en un caso de violación, y que propone a los varones cómo evaluarse según sea su modo de golpear a las mujeres.

El primer argumento esgrimido en favor de esta publicación será la libertad de prensa. También podría ser el humor. Dicho test se inventó, se publicó, se colgó en una página web –posteriormente se descolgó– y circuló en esa revista.

¿Qué pretendía? Proponer a los varones su propia evaluación para cotizarse según fuera la oportunidad en la que corresponde golpear a sus compañeras –esposas, novias, amantes– y de acuerdo con cuáles tácticas. Esta alternativa oscila entre dejar evidencia mediante una marca o moretón o golpear sin que queden rastros. El Punto 2 sugiere o recomienda:

“En cuanto a métodos:

A) Un puño envuelto en un repasador no deja marcas (...)

C) Tirás el plato (el de los fideos fríos, por ejemplo) al suelo y cuando se agacha a limpiar el enchastre la aleccionás con un puntapié en las costillas.”

Es decir, se trata de aumentar el espacio del que dispone el potencial de la violencia masculina y achicar los márgenes de lucidez necesaria para desactivar la vocación golpeadora que se entabla entre el victimario y su víctima. De este modo la revista introduce la terceridad, al aparecer un “escritor” que al mismo tiempo se inscribe como un réferi que dirige la tortura al mismo tiempo que legitima el delito y autoriza a disfrazarlo como una travesura entre machos. Son todos protagonistas que disfrutan del placer que golpear y humillar produce, creando además la corporación de golpeadores que se leen a sí mismos, se interpretan y se proponen alternativas para compaginar diversas formas de disfrute. Por ejemplo, en el punto 7 del test que recurre al adoctrinamiento de la víctima propone:

“En una sesión adoctrinante:

A) Le das hasta que quede morado.

B) Aflojás cuando se te acalambra la mano.

C) Versión Ginóbili: períodos de 10 minutos con descanso de dos.

D) El balcón está cerrado, Monzón dixit.”

Estas violencias –fácilmente reconocibles por sus huellas físicas o en esta oportunidad por la exaltación del homicidio convocado– están muy lejos de depender exclusivamente de la brutalidad de algunos. Se golpea a las mujeres porque son mujeres. Porque son diferentes de los varones y esta diferencia les resulta insoportable porque es interpelante y con frecuencia define impotencias y carencias masculinas de las cuales las mujeres son-somos testigos incómodos para la ilusión de superioridad masculina. Esa diferencia que se tramitó como inferioridad encubriendo la insoportable presencia de una testigo de claudicaciones y miserias que muchos hombres no reconocen en su condición de seres humanos, la heredamos desde historias antiguas. Recordemos a Tertuliano (vivió entre los años 155 y 230) que escribió, dirigiéndose a las mujeres a propósito del Juicio Final: “Porque también a vosotras se os ha prometido para ese momento la misma sustancia angelical que a los hombres, el mismo sexo (idem sexu qui et viris) que os garantizará el mismo poder de juzgar”. O sea, la posibilidad de las mujeres de transformarse en varones para ganar una capacidad de juicio de la cual carecerían.

Este oculto y transparente afán de aniquilar la diferencia con la que no pueden convivir conduce en la redacción del Test a ocupar el lugar de la mujer para reproducir sus palabras imaginando conocer sus respuestas complacientes ante la tortura que la victimiza:

“Punto 5. Cuando le preguntan por sus `marcas de amor’, ella:

A) Dice que se cayó por las escaleras.

B) Dice que sos un amante temperamental.

C) Te pide permiso para contestar.

D) No la dejás verse con otras personas, no tienen por qué inmiscuirse en tu relación.”

Pudo escribirse de este modo porque los filtros informativos (Amartya Sen) que calibran lo repugnante de una producción escrita dejaron pasar los contenidos que describen por ejemplo en el Punto 3:

“Es su día especial (aniversario, cumpleaños, etc.):

A) La maltratás menos que de costumbre y le pedís perdón luego de hacerlo.

B) La llevás a pasear para humillarla en público.

C) Le pegás con el cinto, pero sin la hebilla.

D) No tenés idea cuándo es ese día y la golpeás si te insinúa algo.”

En lo que se refiere a violencia contra las mujeres el potencial masculino ha logrado que en organismos internacionales se hable de una peligrosa epidemia; lo cual advierte que, ante las estadísticas que describen las muertes de las mujeres como efecto de la violencia masculina, los esfuerzos de cada país se orientan hacia la fiscalización y sanción de la misma. ¿Cuál es entonces la posición de esta revista ante estos compromisos internacionales que involucran a nuestro país?

Podría pensarse que el Test constituye incitación al delito y también deberíamos concluir que en realidad se está tramando una asociación ilícita entre quienes incorporan, mediante sus lecturas, la idea de que se puede decir, escribir cualquier cosa respecto de las mujeres porque “no pasa nada”, ya que en la revista resulta que “no pasa nada” si se violenta a una mujer. De otro modo no se recomendarían técnicas de violencias contra ellas-nosotras porque se temerían los efectos de las mismas. Discernir acerca de estas perspectivas podría instituirse como intervención de la Justicia.

Nuestra capacidad selectiva debe saber qué hacer con la información que se transmite por un medio de comunicación. También saber que con estas publicaciones se arriesga crear nueva información para los interesados en refinar sus violencias contra las mujeres.

Ante ello contamos con un proyecto de repudio ante la Legislatura porteña relativo a la publicación de “Madura el K.O. Test Tyson” firmado por la diputada Diana Maffía y aprobado por unanimidad; también presentaron proyectos de repudio la diputada Amendolara, de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires; la senadora Marita Perceval, el Consejo de la Mujer de Mendoza y alzaron sus voces el Inadi, el Consejo Nacional de la Mujer, la Red de Monitoreo de Políticas Públicas para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, integrada por varias ONG, y el Movimiento de Mujeres de Córdoba, que inició la protesta.

Permanecer indiferentes ante una publicación que contraviene la Convención sobre la Eliminación de toda Forma de Discriminación Contra la Mujer (Cedaw) y a la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, de la Convención de Belem do Pará, además de lo establecido en los art. 16 y 75 inc. 22 de la Constitución de la Nación Argentina, implicaría consentir con la transgresión que esta publicación significa y desconocer la infiltración ideológica que esta índole de pretendidas humoradas promueve en favor de la violencia contra el género mujer.

Quienes desde la práctica cotidiana enfrentamos a hombres golpeadores, acompañamos a sus víctimas para que se opongan activamente a las violencias y propiciamos una educación para que los varones aprendan a convivir en paridad de derechos con las mujeres, advertimos la necesidad de reaccionar activamente ante la gestión de esta índole de violencias. Las proveen los tejedores de estrategias que aparentan divertir a sus lectores mientras en sus páginas traman –construyen tramas– que buscan generar una carcajada ante la violencia y la muerte que esta masculinidad golpeadora desparrama contra las mujeres.

* Coordinadora del Programa “Las Víctimas contra las Violencias”, Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación.

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