› Por Rodrigo Fresán
Hubo un tiempo en que un día en la vida del agente Jack Bauer de la CTU equivalía a varias vidas de James Bond. Ya no. Hace tiempo que no pasa nada. Desde que –luego del análisis a conciencia de seis temporadas– los especialistas responsables de la seguridad del presidente de los Estados Unidos hayan determinado que bajo ningún concepto éste debe volver a viajar a Los Angeles. Porque, cada vez que el primer mandatario viaja a esa ciudad, hay problemas. Problemas grandes. Así que ha sido una noche larga y –previa ingestión de varios somníferos de poderoso calibre– Jack Bauer duerme desde las 24.00.07. Y lo peor es que su vida onírica nunca fue lo que se dice muy ocurrente. Sueños más en blanco y gris que en blanco y negro. Sueños en los que nada sucede. De vez en cuando, alguno de sus numerosos muertos –su primera esposa, Tony Almeida, Michelle Dessler... son tantos– se cuela en su inconsciente; pero ni siquiera llegan a remover las cenizas calientes de una pesadilla. Los sueños de Jack Bauer son como una de esas películas inmóviles de Andy Warhol. Y todo parece indicar que este día no será muy diferente.
The following takes place between 7 A.M. And 8 A.M.
7.07.22 Jack Bauer se levanta, se ducha, se cepilla los dientes, va a la cocina y prepara una jarra de café.
7.14.33 Jack Bauer llama a su hija Kim. Está dormida. Sin embargo lo atiende. Le pide que, por favor, deje de llamarla a estas horas.
7.27.05 Jack Bauer se comunica por una línea segura con la sede central de la CTU para averiguar si su jefe ha sido intempestivamente reemplazado por otro jefe, si ha estallado otra crisis, si algo ha sucedido. Le atiende el recepcionista telefónico del turno de noche. Le dice que todo está en calma, que no hay nadie en el lugar.
7.32.49 Jack Bauer se sirve una taza de café. Jack Bauer vuelve a comprobar que nunca le salió muy bien el café.
7.37.12 Jack Bauer busca el libro que está leyendo: The Looming Tower: Al-Qaeda and the Road to 9/11 del Premio Lawrence Wright, Premio Pulitzer 2006 de No-Ficción.
7.41.00 Jack Bauer aún no encuentra el libro. Continúa buscándolo. Siente cómo aumentan sus niveles de adrenalina. Siente ganas de matar a alguien. Si el jodido libro no aparece pronto van a haber problemas. Tal vez deba comunicárselo al Presidente, piensa... Jack Bauer descubre que –ha perdido la cuenta– ya no está del todo seguro acerca de quién es el presidente.
7.48.26 Jack Bauer encuentra The Looming Tower: Al-Qaeda and the Road to 9/11. Se sirve otra taza de mal café. Se siente en el balcón y lee unas páginas. El libro le produce escalofríos. En especial, la parte dedicada a John P. O’Neill del FBI: años advirtiendo el peligro de Osama bin Laden sin que nadie le creyera. Y su caída en desgracia, las burlas de sus compañeros, el fin de su matrimonio, su retiro, su nuevo trabajo como jefe de seguridad en el World Trade Center de New York y –encuentra su cuerpo entre las ruinas, diez días después– su muerte allí el 11 de septiembre del 2001.
7.55.29 Jack Bauer se levanta, va hasta el bar, echa un chorro de whisky en su café y, con los ojos humedecidos por las lágrimas, alza su taza en memoria de John P. O’Neill.
7.56.29 Jack Bauer recibe un llamado de Chloe O’Brien, la un tanto psicótica analista informática top de la CTU. Chloe le dice que el avión presidencial ha sido secuestrado, que un virus mortal ha sido esparcido por las calles de Los Angeles y que alguien se apresta a provocar un terremoto artificial que hundirá en el Océano Pacífico buena parte de la Costa Oeste. Jack Bauer cuelga y sonríe y –mientras carga pistolas y credenciales y teléfonos móviles satelitales guardados en un cajón de su mesa de luz– se dice que no todo está perdido y que éste va a ser un buen día después de todo.
7.57.44 Chloe O’Brien vuelve a llamarlo por teléfono y le dice, riendo a carcajadas, que todo era una broma.
7.59.59 Jack Bauer vuelve a abrir el libro de Lawrence Wright pero ya no puede concentrarse. Por un momento le tienta la idea de buscar un cuchillo y hacerse unos cortes en su brazo izquierdo. O ir a interrogar à la Bauer al nuevo encargado del mantenimiento de la piscina de su edificio. Es árabe o chino o algo así. Pero el psicólogo de la CTU le dijo que no, que eso no se hace. Jack Bauer enciende la televisión y contempla un noticiero donde pasan un tape de un interrogatorio en Guantánamo que le aburre enseguida. Le parece poca cosa, mal filmado, sin gracia. Después muestran a varios políticos aterrizando en Irak o despegando de Afganistán y Jack Bauer se pregunta qué hacen ahí, qué buscan, por qué ellos sí y él no. Jack Bauer apaga la televisión y enciende la radio y escucha la canción “Free Fallin’” de Tom Petty. Eso de “All the vampires walkin through the valley / Move west down Ventura Boulevard / And all the bad boys are standing in the shadows / And all the good girls are home with broken hearts / And I’m free, free fallin’ / Yeah I’m free, free fallin’”. Es una gran canción. Siempre le gustó. En especial esa parte en que la voz de Petty se duplica cuando dice “Ventura Boulevard”. El smog trepa por las colinas. Va a ser un día caluroso, informa el locutor radial luego de que termine la canción de Tom Petty. Y agrega que van a dar las 8 de la mañana. “La realidad es una mierda, maldito sea el real time y todo eso”, piensa Jack Bauer. Una pareja discute a los gritos en el departamento de al lado. Jack Bauer juguetea con la idea de entrar allí derribando la puerta y poner las cosas en orden. Pero no, no tiene ganas de eso, no puede caer tan bajo. “Free Fallin’”, piensa. “Tal vez durante la próxima hora... Tal vez en dos horas”, se dice Jack Bauer. Siente ganas de ir al baño y vaciar sus tripas. Pero –a ver qué pasa, a ver si pasa algo– va a aguantar un poco más, decide.
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