CONTRATAPA › ARTE DE ULTIMAR
› Por Juan Sasturain
In memoriam Cesare Pavese
(9 de septiembre de 1908 - 27 de agosto de 1950)
Lavorare stanca, dijo Pavese y no tenía treinta años ni mujer a mano.
Pero no lavorare cansa más, Cesare:
no lavorare estuffa
no lavorare esgunfia
no lavorare amazza,
caro poeta del oficio,
del oficio de vivir.
Verrà la morte e avrà i tuoi occhi, dijo también Pavese
y tenía (apenas) más de cuarenta y era famoso y triste.
Pero la muerte no vino o
si vino –la muerte, digo–
no tenía sus ojos –los de ella, digo–
caro Cesare, traductor de oficio
poeta enamorado
amante equivocado
buen traductor de ballenas blancas en mares grises
pésimo lector de ojos grises entre sábanas blancas.
Basta de palabras, dijo/escribió Cesare
mientras Connie se tomaba el conterrosso,
ensayaba su script
para la selecta
futura platea
de Cine de Superacción.
Esperar (a la muerte) cansa, dijo o no dijo Cesare
después de esperarla a ella (no a la muerte)
desesperado.
Y la fue a buscar –a la muerte digo, no a ella–
y no tenía sus ojos
y no tenía sus tristes, putos ojos
grises de rubia regalada de reparto
que grita ante los monstruos
de películas de Clase B
en blanco y negro y tan lejos del Hotel Roma.
Vivere stanca, pensó y no dijo Pavese,
poeta laburante de la vida y de la muerte
ominoso amigo del
silencio
final:
Descenderemos al abismo, mudos,
había dicho
y lo dice todavía.
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